La globalización: un efecto muy rentable para la economía
La situación económica que presenta la economía a nivel global está provocando severos cambios en los hábitos que presenta la sociedad mundial. Desde el shock emocional que supone la pandemia para la población, hasta el propio shock económico que está experimentando la economía ante la imposibilidad de producir en un mundo infectado colocan en una posición de incertidumbre a una sociedad que ansía encontrar una nueva normalidad que le permita el volver a sus quehaceres diarios.
La situación que vive la población ante unos líderes políticos que se muestran continuamente enfrentados, está provocando que el populismo, conforme avanza la pandemia, gane cada vez más adeptos a su caso. Un populismo que se ha propuesto declararle la guerra, y ganar, a la globalización y la integración económica, en detrimento de unas cadenas de valor que, precedidas por una estrategia de deslocalización practicada en una economía globalizada, consideraban que debían ser repatriadas a sus países de origen; en pro de recapitalizar unas economías apagadas por el virus.
Este ha sido uno de los mensajes más escuchados durante toda la pandemia por parte de una serie de líderes políticos. La oportunidad que encontraron determinados líderes políticos para ejercer una nueva corriente de mercantilismo moderno que abogase por el aislacionismo económico y la desglobalización está suponiendo una gran amenaza para una economía cada vez más globalizada e interdependiente. El comercio, el cual se muestra severamente dañado por la paralización de la economía y el shock de oferta que este presenta, estima relajar su ritmo, para este año, en un horquilla entre valores cercanos al 10% y el 30%.
El proteccionismo comercial está ganando cada vez más peso en el debate público. Las tensiones comerciales iniciadas por Donald Trump, en aras de favorecer una balanza comercial norteamericana que llevaba años registrando saldos negativos, han acabado generando una corriente proteccionista que cada vez comparten más líderes políticos en el planeta. Desde Italia hasta España, presentan líderes políticos que abogan por esas mismas políticas que, en boca de Donald Trump, favorecen un discurso de odio hacia una globalización tan enriquecedora.
El aislacionismo se ha convertido en el nuevo dogma que pretende acabar con los principales problemas que sacuden al mundo. La desglobalización que desean acometer determinados líderes políticos amenaza una estabilidad geopolítica que, lejos de salir reforzada, presentará un claro deterioro tras la disipación de la pandemia. Una estabilidad geopolítica que ha sido alterada por circunstancias que, como las tensiones entre China y Estados Unidos, disputaban el liderazgo de un orden mundial demasiado cotizado para algunos políticos.
Sin embargo, un error que cometen al hablar de una mejora que podría venir por el lado de las políticas aislacionistas/proteccionistas. Pues, a la luz que ofrecen los datos, la gran contribución que realiza el comercio a la economía habla por sí sola. Y no solo es que hable por sí sola, sino que desmonta cualquier argumento que se muestre en contra de esta globalización, promoviendo discursos populistas que basan su argumento en un neomercantilismo, un patrimonialismo, injustificado por las cuantías que maneja dicho fenómeno.
Y es que, con un producto interior bruto (PIB) supeditado, de acuerdo con los datos que ofrece el Banco Mundial, en un 60% al comercio global, no reconocer dicha contribución es un ninguneo y una falta a la verdad. En este sentido, el comercio de mercancías se ha convertido en uno de los mayores aportes, tanto para economías desarrolladas como para las que se encuentran en vías de desarrollo. Tal es el nivel de estas últimas que su participación en el comercio global de mercancías, ya en 2018, era superior al 40%. En este sentido, resultando el resto para las grandes potencias económicas entre las que destacan China y Estados Unidos.
Así, el comercio genera más de 19 billones de dólares en mercancías, para hacernos una idea, cercano a la totalidad del PIB que presenta Estados Unidos. Por el lado de los servicios, únicamente el comercio de servicios genera más de 5 billones de dólares. En este sentido, el comercio de servicios en un año, para hacernos una idea, es el valor total del PIB español, si cogemos el PIB español y lo multiplicamos por cinco. A la luz de los datos, unas cuantías que reflejan la magnitud de dicho fenómeno, así como su contribución a la economía.
Pero no solo estamos hablando de esto. Estamos hablando de un fenómeno que, tal como recogen los indicadores, no ha dejado de presentar crecimientos en los últimos 10 años. Crecimientos que, dicho sea de paso, han ido dándose en relación al PIB, llegando a superar dicho crecimiento en muchos escenarios. En este sentido, recogiendo la importancia del comercio, ya no solo por su fácil adaptabilidad a los entornos pesimistas y recesivos, sino por su contribución al PIB y la capacidad de este para generar crecimientos en países que, por el momento, se encuentran en vías de desarrollo.
El comercio es uno de los principales aportes a la economía global. El gran flujo de mercancías que presenta la economía en estos momentos no concuerda con unos mensajes que, por otro lado, defienden los sistemas de subsistencia y el rechazo al sector exterior. Las economías más prósperas, de igual forma, son aquellas que más libertad presentan en materia de comercio, por lo que ningún dato sustenta dichas hipótesis y teorías que comparten aquellos favorecedores de acabar con la globalización. Y es que sus teorías, a diferencia del comercio y la globalización, pocos datos presentan, más allá de una mala gestión, precedida por un cisne negro que nadie previó.
En este sentido, seguir hablando de proteccionismo, cuando los datos muestran realidades opuestas, es una irresponsabilidad de gran calado. Pensar en un escenario contrafáctico que, sin datos que lo respalden o lo sustenten, ofrece pocas respuestas, es uno de los peores errores que, en una coyuntura como la actual, puede cometer un líder político. Es hora de actuar, estamos de acuerdo; sin embargo, debemos actuar con contundencia y atendiendo a problemas reales. Pues, como se dice comúnmente, atacar al comercio es un brindis al sol en el que las externalidades negativas posibles podrían significar la contracción de muchas economías.