A sus 33 años, Katy Perry es toda una diosa de la moda y el estilo. De hecho está más que a la última: la estrella del pop es una visionaria que convierte en tendencia todo lo que se pone. Sin embargo, ese no es un don del cielo: su capacidad para epatar le ha venido dada con los años, la experiencia y el sabio consejo de una cohorte de estilistas y expertos en la materia.
Con 13 años, Katy Perry no era la mujer que hoy conocemos (¿y quién era con 13 años la misma que persona que 20 años después?). Ella misma, dueña de un innegable sentido del humor, lo ha reconocido, y así lo ha contado en su cuenta de Instagram. Ahí ha compartido una foto en la que se la ve (con vaqueros, un jersey gris y una melena rubia corta) en una sala de grabación, ante un micrófono y con grandes auriculares. En el pie de la misma se lee: "Mi yo de 13 años. Quería ser estrella del pop".
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Perry es la segunda de tres hermanos, y sus padres son cristianos reconvertidos, pastores pentecostales de férreas creencias religiosas. Como ha contado en más de una ocasión, pasó buena parte de su niñez y su juventud en la iglesia, y allí solía cantar durante la celebración de los oficios religiosos. A los 13 —cuando se tomó esta foto, en 1997-1998— le regalaron su primera guitarra, con la que cantaba los temas que había compuesto, y en 2001, a los 16 años, grabó su primer disco en Nashville, Tennessee, lleno de canciones evangélicas. Después pasó por varias discográficas hasta que llegó su rotundo éxito con I kissed a girl, en 2008.
La tierna imagen de Perry ha causado sensación en redes sociales, y en un par de horas ha logrado 300.000 me gusta y más de 4.000 comentarios. Un poco de exposición extra que no le viene mal a la actriz, puesto que en un par de semanas arranca su gira mundial Witness, que primero la llevará por Canadá y Estados Unidos y en primavera la traerá a Europa.