La Forte: "Vamos a saber lo que es el triángulo isósceles pero no lo que es vivir"
Entrevista con la creadora de contenido, que cuenta, a su manera, su historia vital en 'La vida me provoca'.
Alma Andreu, conocida como La Forte, es la presidenta de una gran comunidad a la que llama su patio de vecinas. Precisamente, con Mi Patio de Vecinas logró un hito al alcance de pocas: ser el segundo podcast hecho por una mujer más escuchado de Spotify en 2020.
Ahora, para contar sus andanzas, La Forte acaba de publicar su segundo libro llamado La vida me provoca (Ediciones B) donde, en tono de humor, cuenta su historia con un estilo muy peculiar, casi como una especie de realismo mágico valenciano. “El libro es un vómito de todo lo que te pasa por la cabeza cuando vas haciéndote mayor”, reconoce en una llamada con El HuffPost.
En La Vida me provoca, La Forte cuenta cómo sale de eso que llaman “la zona de confort”, para ella su Valencia natal, para emprender una aventura en Madrid “por amor y por vocación”. “Habla de cosas profundas de forma frívola y al revés, de cosas frívolas de forma muy profunda”, reconoce.
La novela, que lleva apenas una semana en el mercado, se ha colado en el segundo puesto de libros más vendidos en FNAC España, por detrás de Stephen King. Ahí es nada.
- Hay mucha cultura telecinquera en el libro. Se nota que hay horas de tele.
He crecido con la tele de los 90 y a mí me gustaba. Vi nacer Canal +, vi cómo terminaba Crónicas Marcianas, vi el famoso Extra Rosa de Ana Rosa Quintana y Rosa Villacastín relatando la muerte de Lady Di. He consumido mucha tele y ahora que estamos en esa transición, que ya es presente, con todos los medios digitales pues tengo morriña y sigo mirando de reojo a todo el mundo tradicional porque me sigue tirando mucho.
- Dices en el libro de que las redes sociales tienen el poder “de hacerte creer que eres un ser de luz” o de ser “el último vómito”.
Hablo de las redes porque es lo que me atañe pero es un grito generacional. Los de 30 y los de 40 y pocos somos una generación entre el Lexatin, los dos litros de agua al día, hacer yoga y no saber si vas a ser capaz de tener un hijo y cuidar de él. Leí un tuit que decía “estamos preparados para tener hijos pero no para ser padres”. El libro es un vómito de todo lo que te pasa por la cabeza cuando vas haciéndote mayor. El libro cuenta la historia de cómo tienes todo planeado y luego no controlas una mierda.
- Hablas de la autoestima y del físico, ¿Cómo lidias con los comentarios tanto positivos como negativos?
Fatal. Me hace gracia cuando la gente dice “lo llevo súper bien porque me he impermeabilizado”, pues yo no. Supongo que si me dijeran las barbaridades que leen Laura Escanes, María Pombo o Rocío Osorno yo me pondría a llorar. Evidentemente somos personas. Es cierto que dar todo el poder a los comentarios ajenos no es óptimo para tu salud mental pero claro que afecta. Tanto lo bueno como lo malo. Hay veces que recibes comentarios positivos que son barbaridades de “estoy leyendo tu libro en la sala de quimio y estoy llorando de risa” y claro yo me pongo a llorar de emoción. No es falsa modestia, es mi trabajo.
Los comentarios buenos y malos se tienen en cuenta pero hay veces que dices “yo no quiero ser referente de nada” a mí dejadme tranquila, yo hago risa. Sobre todo cuando me preguntan “y no vas a opinar de no sé qué”, no. Yo no opino, yo entretengo.
- ¿Cómo es tu relación con tu público? ¿Se toma la gente demasiadas confianzas?
Es curioso porque con la tontería llevo desde 2015 hablándole al móvil pero es que al otro lado cada vez hay más gente. Hay gente que te ve por la calle y te dice “Forte, qué tal la operación de tobillo de tu padre” y claro tú flipas. Hay gente que sabe que en la primera cita que tuve con Enric, él estaba mojando un cruasán en chocolate y la gente me manda fotos como “mira, igual que Enric en vuestra primera cita”. Ahora que el libro ya está por ahí dices “hostia, la historia ahora es pública”. La gente se ha enganchado a mi vida y me hace mucha gracia porque es una vida absolutamente normal y creo que no es el qué, es el cómo.
- ¿Cómo ha sido hacer un podcast con tu pareja?
Una ayuda. El primer correo que recibo de Enric Sánchez, cuando no lo conocía, me decía “te voy a ayudar como me gustaría que me ayudaran a mí” y eso es lo que ha hecho él. La primera vez que me siento delante de un micro es con él haciendo un podcast y la gente preguntaba ¿un qué? Nadie sabía muy bien qué era aquello. Ha sido un training brutal con la persona que más conoce, que más me quiere y que mejor sabe dónde puedo yo rematar. Para mí ha sido una maravilla. Esto puede quedar algo así pero la gente me pregunta ”¿cuál es tu podcast favorito?” joder el mío, a mí me hace mucha gracia.
- A raíz de ese mail que te mandó Enric Sánchez dices que después no ha sido habitual que en el mundillo te presten ayuda.
Aquí hemos venido a luchar. Cuando de todas las comunidades de España se vienen a Madrid es porque existe la creencia, o la realidad objetiva palpable, de que hay que más oportunidades. Es posible que dentro del mundo de la comunicación el mismo micro lo queramos muchos. La guerra es heavy, sí. Tampoco creo que me hayan ayudado tanto, esa es la realidad. Sí he tenido gente muy buena y muy generosa alrededor trabajando. Carolina Iglesias es una tía súper generosa, o María Gómez, Ana Morgade, Roberto Sánchez. Son personas que siempre me han brindado ayuda. Paloma Abad, María Porcel, Amaya Ascunce, pero luego es cierto que si puedes ser medianamente un rival, bueno pues si te buscas tú el contacto mejor que si te lo doy yo porque ¿y si les gustas más tú? Eso pasa cuando te tiene que evaluar otra persona pero cuando te lo montas tú en Instagram o un podcast es diferente porque quien te valida es la audiencia.
- ¿Madrid es una ciudad hostil? Para la gente que viene de fuera hay dos bandos: o amas la ciudad o la odias.
No puedo amar más esta ciudad. He querido que saliera en la portada del libro. Regalé violetas como símbolo, pero también podría haber regalado torreznos. Estoy enamorada de esta ciudad. Me identifico, me siento una pertenencia brutal. Compartido con Valencia y con Andalucía. Son tres grandes rasgos que conforman mi personalidad.
- Cuentas que lo de trabajar con marcas en Instagram te llegó un poco de sorpresa. ¿Cómo ves ese mundo ahora?
Todo el trabajo de influir a través de las redes sociales ha evolucionado mucho desde que nació hasta ahora. En 2015 te hacías una foto para una marca y te daban un cheque de 100 euros de El Corte Inglés y estábamos todos contentos. Esto se ha ido regularizando y se ha convertido en una profesión y hay una industria que mueve muchísimo dinero, hay gente que cree que injustamente, pero creo que las marcas más que contentas que unas castañuelas.
- ¿Hacia dónde va esta industria?
Hay gente muy joven, muy bien asesorada e incluso con muchísimo talento capacidad empresarial para ver más allá y para darse cuenta de que puede que esto sea una burbuja y están sabiendo construir negocio en analógico y por eso ves ahora a muchas influencers con marca de ropa, de joyas, su salón de peluquería porque no nos olvidemos de que dentro de Instagram estamos trabajando para la empresa de otra persona. No somos propietarios ni de nuestro perfil de Instagram. Cuando el señor Zuckerberg [fundador de Facebook] quiera cerrar el chiringuito lo cerrará y entonces qué. Estamos todos viviendo una época dorada dentro de las redes, no te digo que no dé trabajo, porque se curra una barbaridad, pero la verdad que es una incógnita total a dónde vamos, no tengo ni idea.
- Hablas abiertamente en el libro de la ansiedad. Parece que se ha roto el tabú de hablar de la salud mental.
Es verdad, de un tiempo a esta parte la gente ha dicho “oye, que yo estoy de lo mío” y otro ha dicho “hostia, pues yo también” y entonces todos hemos visto que no pasaba nada. De la misma manera que tienes conjuntivitis o que te ha salido un herpes labial pues dices “vaya tela la ansiedad que tengo hoy”. Al principio cuando lo decía la gente me daba las gracias y yo pensaba “hostia, es que no sabía que no se podía hablar de esto”. Es como me duelen los ovarios porque tengo la regla y además estoy con una ansiedad que me muero. Todo me lo llevo al humor y mi modo de convivir con la ansiedad es con humor. A veces la matarías y dices “por favor que se me vayan ya estos pinchazos en el pecho”. A mi la psicóloga me dices muchas veces “no te mata ni vuelve loca”. Es algo natural que desaparece, que se puede combatir, con lo que se puede vivir y que padece mucha gente. A mí me gusta que se hable de esto. Al final lo que no se visibiliza no existe.
- Dices que ya podrían haber enseñado inteligencia emocional en el colegio.
Absolutamente. No me acuerdo de hacer una raíz cuadrada. Si nos hubieran enseñado un mínimo a respirar, a gestionar conflictos. Cuanto más agrande todo esto mejor porque más nos meteremos en el ajo y más herramientas problemas. No digo que no sea importante la Historia del Arte, las Matemáticas, el Valenciano o la Literatura pero por favor un poco también de habilidades emocionales. Es que si no vamos a saber lo que es el triángulo isósceles pero no vamos a saber lo que es vivir.
- Eres un referente para muchas mujeres que quieren comunicar. ¿Tú tuviste referentes femeninos? ¿Crees que esto también está cambiando?
Mogollón. Esta pregunta me encanta. Cuando era pequeña veía que la tele y la radio eran mayoritariamente voces masculinas y las mujeres que se hicieron una silla para mí merecen toda mi admiración. María Teresa Campos, los minutos y minutos de directo que lleva esa señora a sus espaldas cuando los medios era masculino para mí merece todos los respetos del mundo. En su momento también Encarna Sánchez. No lo tuvieron nada fácil. Lo que me ha gustado con el tema del podcasting es que hemos empezado a la vez, hombres y mujeres han ido de la mano. Todas hemos cogido el micro y todos han cogido el micro y eso me ha gustado un montón. Los dos últimos Ondas del podcast han sido para dos chicas, para Vicky y Carol es como “pues olé vosotras”. Súper contenta.