La factura de los toros
¿Recursos públicos para políticas de igualdad? No ¿Recursos públicos para impulsar la tauromaquia? Sí.
La ciudad de Madrid está sumida en plena tercera ola de la COVID-19. Atravesamos, probablemente, la mayor crisis sanitaria, social y asistencial que hayamos vivido en los últimos 80 años. Y la cantidad de necesidades urgentes que el Ayuntamiento debería estar resolviendo a miles de madrileños y madrileñas que lo están pasando realmente mal es sobrecogedora. Sin embargo, el Gobierno de Almeida y Villacís, apoyado en Vox, decide subir a los madrileños y madrileñas la factura de los toros.
El Pleno del Ayuntamiento de Madrid aprobó esta misma semana, solo con el voto en contra de Más Madrid, la gestión directa de la Escuela de Tauromaquia municipal. Es el primer paso para que la Comunidad de Madrid pueda deshacerse de la escuela que mantenía en Las Ventas, endosándosela al Ayuntamiento mediante la unificación de ambas escuelas en la Venta del Batán.
Esta ‘unificación’ tendrá un coste altísimo para las arcas municipales, pues solo para la rehabilitación de las instalaciones se estimó hace siete años un coste de 670.000 euros. Evidentemente, a día de hoy la inversión será mucho más elevada y se acercaría al millón de euros. Un millón para una actividad que, cuando terminó en la Venta del Batán, contaba con 33 alumnos.
Mientras tanto, el Ayuntamiento elimina la Dirección General de Igualdad. ¿Recursos públicos para políticas de igualdad? No ¿Recursos públicos para impulsar la tauromaquia? Sí. Parece que el Gobierno de Almeida tiene muy claras sus prioridades y no son, precisamente, las que nos hacen avanzar como sociedad.
Tampoco es una prioridad para el alcalde escuchar al Comité de Derechos del Niño de la ONU, que en 2018 se dirigió a los países donde aún se celebran espectáculos taurinos (8 en todo el mundo) con la siguiente recomendación: “Con el fin de prevenir los efectos perjudiciales de la tauromaquia en los niños, el Comité recomienda que se prohíba la participación de menores de 18 años como toreros o como espectadores de eventos taurinos.”
Ignorando esta recomendación, que insta a las administraciones a proteger a los menores de 18 años de la tauromaquia, el Ayuntamiento decide impulsar una escuela de tauromaquia para que niños y adolescentes aprendan a humillar, maltratar y matar animales.
El Madrid de Almeida está cada vez más lejos de parecerse a cualquiera de las grandes capitales europeas, ¿quién podría imaginarse al Ayuntamiento de París, de Berlín o de Copenhague gastando enormes cantidades de dinero público en impulsar una escuela para que los niños maten becerros?
Estas cunas del maltrato animal son impensables en cualquiera de las grandes capitales europeas que nos inspiran, pero aquí están protegidas por la Ley que en 2013 blindó legalmente la tauromaquia. Fue el PP de Mariano Rajoy el que, con su mayoría absoluta en el Congreso, declaró por Ley la Tauromaquia como Patrimonio Cultural (a través de una ILP que estuvo envuelta en numerosas irregularidades).Y lo hizo para dificultar el avance de cualquier idea o proyecto que pusiera en cuestión la actividad, fue un cortafuegos para las numerosas iniciativas ciudadanas que lograban apoyos masivos y que avanzaban de forma imparable.
Ahora, en 2021, en plena crisis, nos preguntamos, ¿no debería tener Andrea Levy, delegada del Área de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, otras prioridades? Porque el Observatorio de la Cultura ha calculado que, solo durante el confinamiento, el sector cultural había perdido el 36,5 % de sus ingresos de todo el año y el 65 % ha tenido que suspender sus actividades definitivamente. Así, vemos cómo Levy saca pecho de su apoyo inquebrantable a la tauromaquia mientras recorta un 23,7 % las ayudas al resto de la cultura en Madrid.
Almeida, Villacís y sus socios de la extrema derecha nos están dejando una ciudad gris y anacrónica, una ciudad pegada al pasado en vez de proyectada hacia el futuro.
Una ciudad peor para las personas, para el medio ambiente y también para los animales.