La erupción del volcán de Tonga se sintió en Valencia y en los Pirineos
Hubo afectaciones a nivel marítimo y señales acústicas muy fuertes a más de 17.000 kms.
La erupción del volcán Hunga-Tonga-Hunga-Ha’apai en el Pacífico provocó un tsunami en el océano y una fortísima explosión que ha afectado a Tonga y los alrededores. Las mediciones de la NASA captaron una fuerza de 10 megatones, unas 500 veces maypr que la bomba nuclear que cayó sobre Hiroshima en 1945.
Pero sus efectos no solo se han sentido alrededor de las islas del Pacífico, cuyos habitantes han mandado su particular S.O.S. pidiendo ayuda internacional. A miles de kilómetros, el volcán submarino también se ha hecho notar.
La súbita variación de presión producida a la llegada de esta onda causó variaciones del nivel del mar en muchos lugares del planeta, incluyendo localidades de las costas de Valencia y Baleares, llegando a producir variaciones de 50 cm de altura. Y, más allá del mar, también se han sentido en plenos Pirineos, como detalla el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Un equipo del CSIC ha explicado que las ondas acusticas surgidas de la erupción alcanzó la cordillera entre España y Francia, donde se pudo sentir a los 20 minutos de producirse la explosión. En concreto, quedó registrado en el sismómetro del Laboratorio Subterráneo de Canfranc, en Huesca. 16 horas después, el centro confirma que llegó una onda de presión, que provocó una deformación detectada por el sismómetro.
“Analizando en más detalle los datos, se pueden identificar la llegada de dos señales acústicas. La primera onda, después de viajar siguiendo el trayecto más corto entre Tonga y los Pirineos, llega a la estación sísmica cerca de las 20:00 UTC (21:00 hora de España y Francia). Unas cuatro horas después, se registra la llegada de la onda acústica que había recorrido el globo en dirección contraria, siguiendo pues un trayecto más largo”, recoge Jordi Díaz, sismólogo responsable del CSIC.
Además, los datos permiten identificar la deformación del suelo producida por el segundo paso, unas 36 horas más tarde, de las ondas de presión, que alcanzan los Pirineos después de haber circunvalado nuevamente la Tierra y viajado un total de 57.000 km, siendo aún capaces de generar una señal claramente perceptible.
Explica el investigador que “es relativamente habitual detectar dos o tres de estos pasos en sensores sísmicos situados en zonas con poco ruido ambiente”. “Sin embargo, la detección sísmica de la deformación del terreno producida por el segundo paso de las ondas acústicas es un hecho excepcional, que pone de manifiesto la gran energía de la explosión”.