La verdadera moraleja de 'La edad de la ira'
La serie basada en el libro de Nando López se estrena este domingo en ATRESplayer.
Eloy Azorín se enfrenta en La edad de la ira a un aula llena de hormonas revolucionadas, y en su caso no corre la suerte de que sus alumnos se refieran a él como ”¡oh capitán, mi capitán!”, a pesar de que Nando López, autor de la novela homónima en la que se basa la serie de cuatro capítulos, es un gran fan de El club de los poetas muertos.
Lo que muestra La edad de la ira, que se estrena el 27 de febrero en ATRESplayer Premium, es un reflejo de las experiencias de los docentes de hoy en día. Si no fuese así, no se verían en ella bromas homófobas ni los conflictos que surgen en el aula de esta ficción. Antes de encender la pantalla, hay que prepararse para escuchar diálogos que reflejan el machismo, los discursos de odio o la violencia que cada vez cala más en las generaciones jóvenes.
“Es un aula del siglo XXI, con un profesorado que tiene que educar a pesar de la falta de recursos y de la polarización, porque los discursos de odio se están adentrando en las aulas y el profesor debe frenar eso. La novela y la serie han cuidado mucho esa realidad. La mejor forma de ejercer la autoridad en un aula es desde el cariño y la empatía, por eso también se habla de la visibilidad docente. Somos referentes de personas que se están construyendo y necesitan que se les muestren vías y caminos para mostrar su propia voz”, explica el escritor, que fue profesor durante una década, a El HuffPost.
Marcos (Manu Ríos) es un chaval que aparentemente no tiene problemas y que a ojos de los demás es casi perfecto. El joven deja de piedra a todo el instituto en el que estudia cuando se enteran de que, presuntamente, ha asesinado de manera brutal a su padre. A partir de ahí, todos comienzan a preguntarse qué ha fallado para que haya sido capaz de cometer semejante crimen. Junto a él, Amaia Aberasturi, Daniel Ibáñez, Carlos Alcaide y Eloy Azorín encabezan el reparto.
Parece que el espectador esté frente a una historia 100% actual. Sin embargo, Nando López fue finalista al premio Nadal con La edad de la ira en 2010. Este no es un relato sobre la violencia juvenil, sino sobre la violencia que sufre la juventud. “Esa violencia social, homófoba, machista, familiar, el bullying y el cyberbullying... cómo todo ello impide una convivencia, un desarrollo sano, cómo afecta a la salud mental. Ojalá pudiera decir que es un retrato de cosas que ya no suceden, pero por desgracia incluso se han recrudecido. Es necesario contarlo. No podemos dejar que se arruine una generación, su salud mental y sus expectativas”, apunta el escritor.
Está narrada para jóvenes y adultos, aunque el profesor escribe principalmente para adolescentes: “Es un regalo porque leen con mucha pasión. Los jóvenes tienen mucho afán de ficción, de leer, de ver series y películas, porque les ayuda a construirse. El problema es que los adultos los miramos con condescendencia y creemos que no les importa”. De hecho, según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2021, el sector de la población que más lee es el comprendido entre los 14 y los 19 años.
“Igual la cultura debe plantearse por qué no los consideramos como debemos, como lectores de primera, a los que las cifras avalan. Ojalá La edad de la ira ayude a mirar a los adolescentes desde otro lugar y a recordar que nosotros también lo fuimos, que se nos olvida rápido”, insiste. Y esta es una serie “llena de luz, pese a la dureza” que lleva a la pantalla problemas de jóvenes “que nos atañen a todos. Verlo en una ficción ayuda a hablarlo, anima a romper el silencio y estigmas, a hablar abiertamente de ansiedad y depresión. No se puede esconder la herida para encontrar la esperanza”.
¿Moraleja? Eso es lo importante, indica Nando López, que no hay moraleja en la historia adaptada por Juanma Ruiz de Córdoba y Lucia Carballal (Vis a Vis): “Lo contamos sin paternalismo, sin condescendencia, porque queremos que cada espectador y lector saque sus conclusiones y que sobre todo sirva como una llamada de alerta sobre lo importante que es escuchar a la adolescencia, no minimizar sus problemas”.
Tan importante, subraya, como “poner de relieve las violencias que siguen existiendo, e invitar a la reflexión y que los adolescentes que la vean se sientan menos solos, más comprendidos, que sientan que nos importan”. A fin de cuentas, han decidido evitar las moralejas “porque no es lo que los jóvenes quieren. Quieren que les tratemos con respeto, también desde la cultura, y que les demos autonomía para decidir e interpretar”, sentencia. Y esa es la verdadera moraleja de La edad de la ira.