La economía española en el punto de mira
España no puede cruzarse de brazos a esperar lo que venga...
La economía española muestra una gran vulnerabilidad en su sostenibilidad a largo plazo. Los principales indicadores muestran una mayor desaceleración de lo esperado pese a las previsiones realizadas por los distintos organismos.
Y es que la economía española, pese a los pronósticos realizados por Bruselas y el Fondo Monetario Internacional (FMI), sigue desacelerándose, moderando sus crecimientos. Como digo, aunque las previsiones económicas muestren un mayor crecimiento para el 2019 que el cosechado por el resto de países integrantes de la Unión Europea, la tendencia subyacente muestra una clara desaceleración de la economía.
En contraste con años anteriores, la economía pretende moderar su crecimiento para este año, fijando la lectura en el 2,3%. Una cifra que, aunque se encuentre por encima del resto de homólogos europeos, sí refleja un menor crecimiento que el cosechado en 2018, cuando el ritmo era del 2,6%. Pero es que, si observamos los pronósticos de los mismos organismos para 2020, el crecimiento se modera aún más, acercándose al registro del resto de países europeos al atravesar la barrera del 2% y fijando las lecturas en el 1,9%.
Pero es que, en España, hemos sido capaces de creer que íbamos a ser la excepción mundial; que íbamos a escapar de la desaceleración que vive la economía a nivel global y que nuestra economía no se iba a encontrar sometida a esas contracciones que viven otras economías líderes como Alemania, China o Estados Unidos. Una creencia completamente injustificada cuando hacemos la lectura de los principales indicadores macroeconómicos, los cuales reflejan severos descensos de la actividad en el país.
Si observamos los datos de demanda interna, las proyecciones que nos muestra el servicio de estudios del BBVA, el BBVA Research, nos muestran una mayor moderación de lo esperado, ya que se proyecta una demanda interna del 2% para este año. Un descenso que nos lleva a cosechar una menor actividad de consumo en el país. Cabe recordar que fue la demanda interna la que nos llevó a crecer por encima del 2,5% en 2018. Ante la caída que experimenta la misma, podemos empezar a hacernos una idea de que la economía está tendiendo a moderarse.
De igual forma que lo hace la demanda interna, los principales indicadores de actividad en el país, los PMI, continúan su moderación, pero recordemos que estos lo hacen ya en terrenos recesivos al atravesar la barrera de contracción de los 50 puntos. En concreto, el PMI manufacturero, que mide la actividad industrial, muestra un mayor descenso que lo sitúa en los 48 puntos. La actividad industrial en el país sigue perdiendo fuelle y la aplicación de reformas que traten de revertir la situación siguen sin llegar.
Por otro lado, si observamos el PMI compuesto, podemos ver cómo el registro nos deja una lectura que lo sitúa en los 52 puntos casi básicos, lo que muestra un acercamiento cada vez más notable a la barrera de los 50 puntos básicos que lo llevaría a un entorno de contracción económica. Este registro que nos deja el PMI compuesto, en su lectura, nos muestra el peor registro de los últimos cinco años, lo que indica que la economía, pese a las muchas proyecciones optimistas, está perdiendo fuelle en aquellos sectores y agregados que la conforman.
No debemos olvidarnos tampoco de una de las grandes asignaturas pendientes de la economía española: la creación de empleo en el país. Atendiendo a los últimos registros que nos dejaba la última Encuesta de Población Activa (EPA), podemos identificar cómo el empleo en España también está produciéndose a un ritmo mucho menor que en años anteriores, a la vez que la tasa de paro se reduce, de igual forma, de manera mucho más gradual que en otros años. Debemos recordar que España sigue siendo líder en materia de desempleo y no podemos hablar de una buena marcha de la economía hasta corregir fallos estructurales como la lenta creación de empleo en el país.
Por último, y no menos importante, estamos ante una situación de bloqueo político en nuestro país que podría traernos grandes problemas a futuro. Italia es una buena muestra de las facturas a largo plazo que trae una situación como la que acontece a España y no podemos permitirnos el lujo de no tomar medidas en un contexto de desaceleración económica global. España necesita afrontar reformas que traten de revertir la situación y cabe recordar que seguimos creando empleo con una reforma aplicada en 2012 y unos presupuestos de una legislatura pasada.
El agotamiento de ciertas medidas gubernamentales es un hecho visible y necesitamos nuevos proyectos que lideren una economía que, ahora mismo, se encuentra a la deriva y a la espera de reformas estructurales que combatan los efectos de la desaceleración. Las medidas que adoptemos ahora son las que marcarán el futuro de nuestra economía y en la situación que se encuentra el país, donde el riesgo y la vulnerabilidad es alta, España no puede cruzarse de brazos a esperar lo que venga. De esta forma, estaremos ante una situación de extremo riesgo, tanto para el país, como para sus ciudadanos.