La decisión de Trump sobre Irán ha convertido a los aliados en adversarios
Nadie apuesta por que Donald Trumpreciba el Nobel de la Paz. Puede que Kim Jong-Un, desde Corea del Norte, y Trump estén dando la impresión de avanzar hacia una Corea sin armas nucleares. Sin embargo, para alcanzar ese objetivo es necesario un largo y complicado proceso diplomático.
Existe el riesgo de que Kim esté tendiendo una trampa a Trump, con la que ambos líderes puedan cantar victoria, pero, mientras avanzan las negociaciones, Corea del Norte sigue trabajando en su arsenal y sus capacidades en materia de misiles balísticos. Tal vez Trump, con su cinismo y su afición por el espectáculo, siga adelante como si nada para poder asignarse un éxito diplomático. Otro riesgo es que Trump se percate de que están jugando con él y deje de participar en las negociaciones, tratando de ganar ventaja a Kim y sumando tensión a los problemas de la región. Lo que está claro es que no se va a alcanzar una conclusión inmediata respecto a un acuerdo final y verificable.
Pero el posible acuerdo fraudulento con Corea del Norte es solo uno de los ámbitos más en los que Trump está obstaculizando la paz mundial. Una cuestión mucho más grave son las consecuencias de que Trump haya roto el acuerdo nuclear con Irán de 2015.
Retirarse del acuerdo podría provocar nuevas tensiones en la región, reforzando a los intransigentes iranís y desatando al belicoso Israel. Pero la consecuencia más dañina es que la política de Trump respecto a Irán amenaza con fracturar lo que queda de la alianza de Estados Unidos con Europa.
La administración de Trump ha adoptado la postura de que cualquier nación que negocie con Irán estará participando en el boicot mercantil a Estados Unidos y se enfrentará a sanciones muy estrictas. Esto hace referencia a la Unión Europea, que está a favor del acuerdo y no quería que Trump lo abandonara.
Después de que se retiraran las sanciones en 2015, Europa aumentó radicalmente su mercado e inversiones con Irán. Airbus ya ha empezado a enviar aviones a Iran Air, una oferta de 100 aviones con un valor de miles de millones. La empresa francesa de aceite y gas Total tiene un trato de 5.000 millones de dólares estadounidenses para extraer gas natural iraní. Por su parte, la alemana Volkswagen exporta coches a Irán, y Peugeot Citroën fabrica coches en suelo iraní.
Según el régimen de sanciones de Estados Unidos, cualquier empresa europea que haga negocios en o con Irán no podrá establecer acuerdos comerciales en Estados Unidos. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha dado a las empresas europeas entre tres y seis meses para poner fin a sus acuerdos en o con Irán.
Ya lo dejó claro Richard Grenell, el nuevo embajador de Trump en Alemania, con un tuit en el que avisaba a las empresas europeas de que comenzaran a poner fin a sus negocios en Irán. No obstante, esta amenaza ha provocado algo que desde hace años no había entre los miembros de la Unión Europea: unidad absoluta.
Europa todavía está saliendo de una recesión en la que entró hace una década, y esta recuperación es frágil. El éxito de Macron en Francia y la inestable coalición de Merkel en Berlín dependen totalmente de que la recuperación no se desbarate.
Europa no puede permitirse ser excluida del mercado estadounidense, y este último ataque a la soberanía de Europa ha sido demasiado. Hace una semana, los líderes europeos estaban decididos a tomar una acción conjunta para invalidar la amenaza de las sanciones de Trump.
Bruno Le Maire, el ministro francés de Finanzas, señaló en televisión: "Tenemos que trabajar todos juntos en Europa para defender la soberanía económica europea. ¿O es que acaso queremos ser vasallos que obedezcan sin rechistar?". Algunos comentarios similares se escucharon en otras capitales europeas.
En las últimas rondas de negociaciones se ha hablado de revisar o retirarse del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés), de las amenazas de ojo por ojo contra China, y de la imposición general de tarifas sobre el aluminio y el acero. En estas charlas ha habido muchas habladurías respecto a una guerra comercial. Podríamos decir que hemos llegado a una verdadera guerra comercial si finalmente se imponen sanciones generales sobre las principales empresas europeas.
Una cosa es tomar medidas estrictas contra Irán, China o posiblemente Corea. Pero otra cosa muy distinta es provocar un conflicto con el aliado más fiel de Estados Unidos. En este conflicto, alguien va a tener que ceder, y puede que, de una vez por todas, Europa tome la sartén por el mango. Si lo hace, la guerra comercial resultante sería una hazaña de Trump, así como el daño colateral de una política exterior absurda y arbitraria en Oriente Medio.
Por supuesto, el Premio Nobel es otorgado por los noruegos, una de las naciones más abiertas de mente e idealistas de Europa. Fue el Comité Nobel noruego quien otorgó a Barack Obama el Premio Nobel de la Paz poco después de convertirse en presidente: en parte porque no era George W. Bush y, en parte, porque representaba la esperanza. Pero al lado de Donald Trump, Bush parece el Papa Francisco.
Tal vez debería crearse un Premio Nobel Anti-Paz para aquellos que hagan más daño innecesario a la paz mundial. Trump sería el ganador seguro.
Robert Kuttner es coeditor de 'The American Prospect' y profesor en Brandeis University's Heller School.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por María Ginés Grao.