La decadencia de la fama: así eran los famosos de verdad y así son los de ahora

Cuántas horas y horas de televisión se tragaba la gente con ‘La Divina’. Carmina Ordoñez tenía tirón, tenía experiencias vitales, sabía explicarse como Dios, atrapaba en pantalla... Era una de las protagonistas de esa cantera de famosos de antes, de los que tenían una vida por la que era imposible no interesarse. Los que nos descubrieron el morbo como el interés desmedido. ¿Y ahora a quién tenemos? A Chabelita y Omar Montes. A Ylenia Padilla y Belén Esteban. No es clasismo, es decadencia.

No tenían pelos en la lengua, hablaban sin filtros pero con mucha menos prepotencia y bastante más educación de lo que lo hacen, por ejemplo, Sofía Suescun o Rafa Mora. Ellos eran famosos y no necesitaban ni hablar para serlo ni para vender, como Pepa Flores, y estos son personajes que a veces se valen, incluso, de montajes para seguir apareciendo en pantalla.

Ahora hasta se hacen los difíciles para responder a una pregunta en un photocall al que los medios acuden porque una marca paga a esos rostros conocidos PARA QUE HABLEN. Así funciona el negocio y así les cuesta entenderlo. Así, también, ha evolucionado la profesionalidad (por parte del personaje), en el mundo del corazón. Compañeros que se acercan hasta un evento para nada, para escuchar “de ese tema no voy a hablar”. Como si a la gente que compra Lecturas, Pronto o Diez minutos le interesara más la dieta de la alcachofa que sigue un famoso que su vida... Lo siento: no sois tan top.

Ellos firmaban un autógrafo en un simple papel en blanco o recibían halagos —con eso bastaba, porque eran ídolos, de la farándula, pero ídolos—, y los de ahora se hacen fotos para el postureo del Instagram. Una imagen efímera en un story. No hay nada que decirles: ‘admiro tu trabajo’, ‘eres un gran actor’, ‘me encantan tus conciertos’... Lo máximo que escuchan es ‘eres un crack’ o ‘eres el puto amo, tete’. Unos fueron a Salsa Rosa, sí, y otros siguen acudiendo a Telecinco, pero a Sálvame y al Deluxe. Hay una diferencia en sus apariciones. Ahora, basta con ocupar un trono en MYHYV, protagonizar unas cuantas escenas de jacuzzi y tener un comportamiento desagradable. Es una cuestión generacional. Guste o no.

Juzga tú mismo.