La crisis de los 42
Día de la Constitución: ¿qué reformas se deberían hacer? ¿En qué se ha quedado anticuada?
España está de cumpleaños este domingo. La Constitución ya tiene 42 años. Vive la crisis propia de esa década, pero los partidos no se ponen de acuerdo a la hora de hacer las reformas que necesita para adaptarse al siglo XXI y a la sociedad actual. Y no hay visos de que lo hagan durante los próximos meses con el clima de polarización que se respira en las Cortes Generales.
Cada año esta fiesta está marcada por uno de sus artículos. Pasada ya la moda del 155 (por la situación en Cataluña) y el 99 (por las investiduras fallidas y las repeticiones electorales), este 2020 siempre será recordado por el 116, que regula el estado de alarma. Sólo se había usado una vez en nuestra historia (durante la crisis de los controladores), y este año se ha aprobado tres veces: confinamiento, para el cierre de Madrid y el vigente hasta el mes de mayo.
Hay que dejar también de poner la vista atrás siempre cuando se habla de la Constitución y encender las luces largas. ¿En qué falla? ¿Qué lagunas ha dejado? ¿Qué artículos se consideran hoy insuficientes? ¿Qué falta por incluir?
No es hora de consignas políticas y palabras los programas que no se cumplen, responden a estas preguntas catedráticos y profesores de Derecho Constitucional. Es el momento de que los médicos examinen al paciente y le hagan una PCR después de 42 cumpleaños.
Javier Tajadura, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad del País Vasco, considera que ahora una reforma es “prácticamente inviable por falta de acuerdo político”. Pero se adentra en los cambios que se deberían realizar. Uno de esos puntos, indica, “es terminar la propia Constitución más que reformarla: quedó incompleto el tema territorial”. “Llevamos cuarenta años con ese asunto abierto y habría que terminarlo. Es decir, cerrar todas las consecuencias del modelo federal. Eso sería completar la Constitución”, sostiene.
“Eso es políticamente complicado, pero técnicamente es llevar el reparto de competencias a la Constitución, porque ahora está fuera y todo se cambia con mercadeos. Es la reforma más necesaria e imprescindible. Es la número uno”, comenta, para añadir: “Y si me preguntas la número dos, te diría que hay otra cosa que no está en la Constitución y que no podía estar en 1978: la UE. Sólo aparece en la reforma del 135 sobre la estabilidad presupuestaria de acuerdo al marco de la Unión Europea, pero no más. Otros países como Francia y Alemania han adaptado sus textos incluyendo la UE y las consecuencias de ser Estado miembro. Si no se hace, no pasa nada. Pero desde el punto de vista político y simbólico sería un segundo ámbito”, subraya Tajadura.
Respecto a las polémicas como la elección del Poder Judicial actualmente, Tajadura señala que es un problema más de los partidos que del texto constitucional, como con los plazos de las investiduras. “Si no funciona, es por el abuso que los partidos hacen, no por el diseño”, ahonda.
Se fija también en el bloque de derechos para decir que tenemos una de las tablas más amplias que hay. “Lo que sí se podría hacer”, continúa, es reforzar alguno con “más garantías” como el de salud, ahora que se está en plena pandemia por el coronavirus, y elevarlo al nivel del de la educación. “Podría suscitar un cierto consenso”, añade Tajadura. En este análisis, el profesor de la Universidad del País Vasco apostilla: “Se debería reformar el propio procedimiento de reforma. Consistiría en dejar el 167 (mayoría de tres quintos de las Cortes) y quitar el 168 (disolución de Cortes, nuevo texto y referéndum)”.
Respecto al debate sobre la inviolabilidad del rey y hasta qué fecha le ampara la Constitución, Tajadura sostiene que ese apartado “está muy claro” en el artículo 56: “La persona del rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”. Por lo que sostiene que “es la persona del rey nada más” y “el emérito no tiene inviolabilidad”. “En el mismo momento que abdica se pierde esa inviolabilidad”, analiza. Para añadir: “En la corona habría que tocar lo de la sucesión, la preferencia del varón. ¿Por qué no se cambia? Es muy complicado el proceso”, señala Tajadura, que reflexiona que mucha gente lo podría utilizar como un referéndum sobre la casa real. “Si no requiriera de consulta, ya se habría hecho”, enfatiza.
¿Qué salud tiene la Constitución? Responde Tajadura: “El texto ha resistido bien a pesar de esas imperfecciones técnicas. Ha proporcionado a España un periodo de estabilidad grande. A partir de 2015, pero por otras causas que no tienen que ver con el texto como la crisis económica o el multipartidismo, su salud ha empeorado. Hay que mirar al Congreso, en la composición actual tenemos a 11 partidos, de 20, que son hostiles en mayor o menor medida a la Carta Magna. Suman 125 escaños, eso no había ocurrido nunca”.
También reflexiona sobre este cumpleaños y las posibles reformas Miguel Presno, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo. “Lo primero que habría que cambiar es el procedimiento de reforma. Es extraordinariamente complejo y parece pensado para que no pueda reformarse en las partes más relevantes. Es un procedimiento excesivamente rígido”, incide.
En este punto, insiste en que “habría que abrir la opción a que una iniciativa de reforma constitucional pudiese ser presentada por los ciudadanos, en un número alto de firmas si se quiere, pero que no estuviera vetada”.
“En la parte de funcionamiento de los órganos constitucionales, hay un tema tópico pero que no por ello deja de ser cierto: el Senado. Es una Cámara poco operativa. Habría que tender a una especie de división de trabajo y que se ocupase a temas más vinculados al Estado autonómico, mientras que el Congreso tramitase los temas legislativos de política general. Incluso que pudiese haber leyes que no tuviesen que ir a las dos Cámaras necesariamente”, dice Presno.
En su opinión, se tendría que “debatir” el catálogo de derechos fundamentales con temas como la salud porque “formalmente no es un derecho fundamental” o cuestiones que tienen que ver con las nuevas tecnologías. Para este catedrático, asimismo habría que limpiar una parte de “basura” de la Constitución porque son temas obsoletos como los artículos que tienen que ver con el acceso a la autonomía. “Las comunidades ya existen, esos artículos ocupan un espacio y no cumplen una función”, sentencia.
En estas posibles reformas, cita que “habría que democratizar la iniciativa legislativa popular”. “Es decir, no encuentro democrático que las leyes más importantes a priori que son las orgánicas estén excluidas de la iniciativa legislativa popular. Lo único que te da derecho es a presentar una propuesta y luego son las Cámaras las que deciden. La Constitución exige un número muy alto de firmas (500.000). En Italia bastan 50.000”, resume.
Sobre los aforamientos, este catedrático señala que este tema es “difícilmente justificable porque establecen un blindaje procesal que diferencia a los representantes de los representados, algo que no tiene fundamento”. “Y también el tema de la jefatura del Estado. Está habiendo una interpretación muy restrictiva de lo que representa la inviolabilidad. Quizá convendría que quedase claro hasta dónde el rey es inviolable. Si lo es también en el ámbito privado o sólo en sus funciones”, añade.
“El problema es que como ha pasado tanto tiempo sin llevarse a cabo una reforma en profundidad pues se han acumulado los temas. Ahora sería difícil saber muy bien por dónde empezar”, manifiesta, para trasladar que hay que “desdramatizar” una reforma de la Constitución. “Al contrario, lo dramático es no ser capaces de adaptar un texto, incluso por muy bueno que fuese”, reitera Presno.
Su diagnóstico médico sobre la Carta Magna: “Es una Constitución del siglo XX en el siglo XXI, ha crecido sin muchos cambios en un contexto de cambios. El problema es que se le ha quedado el traje un poco raquítico. Recomendaría unas vitaminas”.
“Repensar el sistema de la investidura”
Reformas y reformas. Para Xavier Arbós, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona, “lo primero que habría que hacer respecto a lo que afecta a la estabilidad política es repensar el sistema de propuesta de candidatos a la Presidencia del Gobierno”. “Nos hemos encontrado con fracasos en la capacidad del sistema. En el momento en el que Rajoy declina la propuesta del rey, las investiduras fracasadas… Este sistema no debe continuar, genera inestabilidad. Una opción sería mantener la discrecionalidad de la que dispone el rey, pero si fracasa la primera investidura propuesta, que automáticamente se convirtiera en aspirante aquel tiene el mayor número número de escaños. Eso representaría un incentivo más fuerte para los partidos”, reclama.
Arbós asevera que se podrían hacer luego otras, “pero que están más sometidas a la coyuntura política”. “Habrá que repensar la forma de cubrir los puestos del Tribunal Constitucional, del Poder Judicial y otros órganos de estas características para establecer un límite y que se generara algún tipo de mecanismo automático cuando decayeran los mandatos”, plantea.
“Hay dos cuestiones en las que es mejor seguir como hasta ahora mientras no haya claramente un consenso: el modelo territorial y la monarquía”, sostiene el catedrático de la Universidad de Barcelona. En este último caso, señala que se puede pensar en reformar “en el horizonte” la discriminación que hay entre hombres y mujeres en la sucesión, “pero el punto fundamental está en la institución de la monarquía misma”. “Está en estos momentos sometida a gran discusión, ha perdido el carisma que tuvo Juan Carlos y su alternativa de la República no necesariamente tiene un arraigo popular o una comprensión de lo que significa. Para mí, es preferible una monarquía parlamentaria a una república presidencialista. Mientras no se aclaren las cosas y no se perciban consensos, la monarquía tal como está puede continuar. Pero no puede ignorarse el problema de falta de legitimidad, sobre todo en las generaciones más jóvenes. No nos podemos permitir no tener una reflexión de Estado en los próximos diez años”, concluye.
La radiografía de Arbós sobre el texto: “Le doy esperanza de vida sinceramente. Recibe muchas críticas y algunas de ellas merecidas. Derivan más bien de las críticas a las sinergias de un proceso histórico en el cual ahora están emergiendo unas vergüenzas. Pero también tiene unos méritos. Francamente resiste cualquier comparación con otras de nuestra historia. Nunca ha habido un periodo con una estabilidad democrática buena, siempre mejorable, como el de ahora”.
La Constitución cumple 42 años. Pero no soplen las velas, no es recomendable por el coronavirus.