La compleja realidad de la Mutilación Genital Femenina
La Mutilación Genital Femenina (MGF) es una realidad dolorosa y compleja. También en suelo europeo. También tiene consecuencias en España. La Mutilación Genital Femenina es un hecho que resulta difícil abordar, tiene muchas aristas, presenta resistencias culturales y está inserto en las más profundas raíces del machismo.
La Mutilación Genital Femenina representa, en muchas etnias, un ritual de paso y, por tanto, no se percibe por parte de los padres y madres como algo negativo, sino más bien como todo lo contrario: como un hecho sociocultural necesario para seguir formando parte clave de la sociedad. Esta es la realidad en una buena parte de los casos. Y es precisamente esta realidad la que convierte en profundamente complejo el hecho de la MGF; la consideración positiva de este hecho por parte de los padres de las menores hace que el abordaje de la Mutilación Genital Femenina tenga necesariamente que contener un componente sociológico y cultural no solo imprescindible, sino más bien inevitable.
En España, y en los países occidentales en general, a las menores no se les practica la Mutilación Genital Femenina. Es cuando viajan a sus países de origen cuando se producen la mayoría de las veces dichas mutilaciones. Un componente importante a destacar es la etnia de procedencia de estas menores; dentro del mismo país conviven distintas etnias, en algunas está establecida la MGF y en otras no. Es por esto que en el abordaje de la Mutilación Genital Femenina y en su prevención es más importante conocer la etnia de procedencia de las menores que simplemente el país de origen. Es la etnia la que nos indica el riesgo real que recae sobre estas menores.
Es por esto que el riesgo real se evidencia en los viajes a sus países de origen, en las verbalizaciones de los padres de una postura favorable a la MGF y también por el desconocimiento de las complicaciones de la MFG para la salud biopsicosocial de las mujeres y niñas (NANDA 2018-2021). Estos hechos, y la importancia de la etnia de procedencia, nos dan un margen amplio para la prevención de la MGF.
Aunque no hay cifras exactas, se estima que hay unas 200 millones de mujeres y niñas mutiladas en el mundo. Por fortuna hay ya muchos países de África en los que sus ciudadanos apuestan por la finalización de esta práctica, como Togo, Kenia o Tanzania. En cambio, en Occidente, deberíamos tomarnos más en serio la prevención de esta realidad machista y violenta que es la Mutilación Genital Femenina, sin perder nunca de vista que en muchos de los casos las madres y los padres de estas niñas no perciben este hecho como algo negativo, y por tanto, es también en ellos donde debemos hacer un ejercicio de comprensión e intervención, además de en la población infantojuvenil.
Es cierto que tendemos a percibir los problemas que ocurren en África como algo ajeno, extraño. Y también es cierto que tendemos a ofrecer soluciones occidentales a problemas que no lo son. Es por esto que me preocupa que no sepamos abordar diligentemente este complejo tema, y que queramos solucionarlo desde una óptica colonial, obviando así los complejos procesos culturales que se han producido en las sociedades que han llegado a la práctica de la MGF.
Es para todos claro que la MGF es un hecho violento y machista a perseguir y a condenar; pero también debería ser para todos claro que con esta óptica no es suficiente para erradicar de un modo efectivo y cierto la MGF. Necesitamos implicarnos en los países de origen, entender sus procesos y cambiarlos desde su propia idiosincrasia. Todo lo que sea alejarnos de esta vía e intentar obviar la cultura de los países del cuerno de África nos hará estar vanidosamente orgullosos de nuestras soluciones y nada más, pero la realidad seguirá, tozuda como siempre, imponiéndose. La realidad seguirá siendo la misma en el cuerno de África aunque prefiramos no verla.