La ‘beatificación’ del falso Franco
El franquismo es inseparable de otras tres palabras: dictadura, crimen, odio.
Mientras buceaba en la hemeroteca de La Provincia en busca de datos para un libro sobre la Transición, cuyas fuentes busqué desde 1968, un año en el que también ocurrieron muchas cosas, me encontré, en abril de 1978, con una noticia que los que vivimos aquello no hemos olvidado: cómo la hija de Franco, Carmencita Franco Polo, marquesa de Villaverde, fallecida el 29 de diciembre de 2017 a los 91 años, fue retenida en Barajas el 7 de abril de 1978 cuando salía de España con destino a Suiza, por contrabando.
La ‘hijísima’ del fallecido Generalísimo llevaba escondidas en un bolso de mano 31 medallas de oro y piedras preciosas y tres insignias de solapa, dos kilos de peso en total, que había recibido el caudillo, su padre, como jefe del Estado “por la gracia de Dios”, que decían los ‘duros’ (monedas de 5 pesetas).
Los agentes de la Policía le indicaron que teniendo en cuenta el valor de los objetos, así a ojo unos dos millones, hacía falta una licencia de exportación; y el bolso y su contenido se quedaron en Aduanas en forma de ‘depósito diferido’. Fue la primera vez, que se sepa, que los herederos del dictador experimentaron la pérdida de privilegios.
Pero no parece que hayan tenido en cuenta aquella lección práctica; si la hubieran tenido probablemente habrían sido más fluidas sus relaciones con el Gobierno por ejemplo sobre el Valle de los Caídos. O el clamor unánime en Galicia para recuperar “para el pueblo” el Pazo de Meirás, con la Xunta de tenor en el coro, pues el surfeo se le da requetebién a Núñez Feijóo: se personará en el juicio para reclamar el sitio como patrimonio público.
Recuerdo que el suceso del bolso dio lugar a especulaciones acerca de si había sido aquella la primera vez o no; si habían ido a los bancos suizos las incontables monedas, insignias, placas, esculturas, cuadros, que todas las instituciones; ayuntamientos, diputaciones, cabildos, colectivos, colegios profesionales, instituciones feriales, empresarios agradecidos, solían regalar a Su Excelencia. “Por si las moscas”, como reconocía un alcalde campechano, de las cumbres de Gran Canaria, pero con el colmillo retorcido y risa de cocodrilo.
Las cosas mejoraron con la democracia: todos los regalos pasan a serlo del patrimonio nacional. Si el Pazo de Meirás y el Palacio de Cornide, en la Ciudad Vieja de A Coruña fueron rapiñados y ofrecidos al Caudillo, o comprados para él por empresarios cortesanos, como el conde de Fenosa (Fuerzas Eléctricas del Noroeste), un condado industrial y acrónimo, cuando el rey Hussein de Jordania le regaló al rey de España Don Juan Carlos la casona palaciega ‘La Mareta’ de Lanzarote, que mandó construir porque él y la reina Noor se habían enamorado de la isla y de ese enclave, el bien fue reasignado a Patrimonio Nacional; no ha sido heredado por los Borbón.
Ello ha hecho posible que algunos propagandistas del franquismo, disfrazados de periodistas intrépidos o tertulianos descubridores de escándalos rojos, hayan aprovechado la ocasión para hablar de que Sánchez, y me imagino que Zapatero, no lo recuerdo, han gastado miles de euros en adecentar los baños de ‘su palacio’ de Canarias, o de construir una cancha de baloncesto o de mejorar sus instalaciones “para ‘su’ disfrute”. Si el Pazo de Meirás era de uso exclusivo de Franco y de su familia, a pesar de celebrar allí Consejos de Ministros (nadie los celebra en el comedor de su casa), el chalé de Hussein y Noor ha sido residencia ocasional de los Reyes de España, de dignatarios extranjeros, Gorbachov, Khol… de los presidentes del Gobierno, y otras altas autoridades.
Es una diferencia.
Poco a poco es notorio cómo cobra forma una estrategia de ‘beatificación’ nostálgica del franquismo; pero el franquismo es inseparable de otras tres palabras: dictadura, crimen, odio. El proceso ha sido paralelo a la crisis o ‘gran recesión’, y asimismo a otros problemas que han aparecido en la política nacional, pero que ya venían incubándose.
Así que, reblandecidos los cerebros de algunos por los calentones ante la corrupción, la incompetencia, el amiguismo y el politiqueo, y qué duda cabe, por el creciente poder de los nacionalismos en la política nacional, que pervierte, gota a gota, como el orvallo gallego, que no moja pero empapa, el mandato constitucional de igualdad básica en las comunidades autónomas… Y, sobre todo, por el conflicto catalán, y porque no se ha olvidado, porque es imposible aunque algunos lo intentan con la goma de borrar la historia o con suavizantes, endulzantes y colorantes adecuados, los terribles años de plomo y violencia de ETA, que ha dejado una dolorosa huella. Un síndrome inevitable: el ‘shock post traumático’, diagnosticado por primera vez a los soldados estadounidenses que regresaban de Vietnam. Una parte de la sociedad vasca sigue enferma y otra parte de la sociedad catalana ha sido abducida por los charlatanes vendedores de crecepelos y hasta de imperios, mientras amasan millones, como los Pujol, en paraísos bancarios, cada día más inseguros para los sinvergüenzas.
Entonces, druidas malvados hacen un brebaje alucinógeno con toda clase de malas hierbas. Y en las ‘redes sociales’ cada día más antisociales, empieza a tomar forma, con sofisticado diseño propio de una factoría internacional de desestabilización y agitación un proceso de recuperación beatífica de Francisco Franco Bahamonde. Lo cual viene acompañado de una ‘demostración empírica’ propia de retrasados: en la dictadura los árboles crecían cada año, y se hicieron carreteras, autopistas, pantanos, clínicas, casas de socorro, llegó el turismo masivo… Como si en las dictaduras no se hicieran obras públicas.
Una dictadura atroz y cruel como la soviética lanzó el primer satélite artificial que orbitó la Tierra, el Sputnik, cuyo bip, bip, bip escuchábamos en la radio, asombrados de tanto portento científico, los jóvenes de entonces. China sigue siendo un régimen dictatorial de partido único, y es el mayor banquero de los EE UU y un prodigio de crecimiento económico y científico.
Eso sí, ni van las suecas y los suecos en tropel ni las pateras, que prefieren esta España nuestra.
El endiosamiento de Franco –ya endiosado por el nacional-catolicismo que lo llevaba bajo palio en las grandes solemnidades religiosas– está precedido y acompañado de la denuncia de que todos los males universales han sido culpa de la izquierda española, porque ‘toda’ la izquierda es la misma, es comunista, y no hay diferencia entre PSOE y Podemos, por ejemplo. El socialismo ha provocado “cientos de millones de muertos”. Sin tener en cuenta la aplicación de la evolución de las especies enunciada por Darwin.
Detrás de esta frívola y torticera simplificación de la realidad de las ideas políticas está un cerebro especialmente bien preparado para destruir las democracias liberales precisamente en lo que toca a su espíritu liberal: se llama Steve Bannon, fue el principal asesor y ‘estratega’ de Donald Trump. Y ahora concentra sus maldades, trucos y ‘fakes’ de trilero y todos sus esfuerzos en fomentar el crecimiento de la extrema derecha europea para doblarle el espinazo a la Unión Europea.
La UE, y hasta la OTAN, estorban a Trump y a la extrema derecha del Partido Republicano actual, un títere de aquél “complejo militar industrial” que denunciara el mismísimo presidente Eisenhower en su último discurso presidencial de 1961.
Izquierdas/Derechas. Pero en realidad, como escribía el profesor Rodríguez Adrados en un libro de obligada consulta sobre la democracia, desde Solón hasta nuestros días, Pericles fue el primer socialdemócrata de la historia.
Pero izquierdista fue también Jesús de Nazaret, aunque sus discípulos cayeron en la tentación del poder que les ofreció el emperador Teodosio, y de ahí vienen los palios a Franco. Iglesia y Estado como una unidad.
Populistas y de izquierda fueron los hermanos Graco en la República Romana, perseguidos por la aristocracia y los poderosos. Pero otra política de izquierdas fue la que el judío Josué le aconsejó al Faraón de Egipto en la interpretación de sus sueños de las siete vacas gordas y las siete vacas flacas. Fue un antecedente de la teoría de ciclos. Y el consejo y la solución, un adelanto del keynesianismo, fue recaudar grano en los tiempos de abundancia y guardarlos en silos ara distribuirlos entre la gente en los años de sequía.
El lavado de cerebro está siendo tan intenso, lisérgico, onírico y ‘fakecida’ que medio mundo está añorando a los bárbaros.