La bailarina indígena que rompe las normas de género en Canadá
Nenookaasi Ogichidaa crea un espacio para las comunidades negras e indígenas a través del arte.
Fotografías de Jah Grey
Nenookaasi Ogichidaa, o “guerrero colibrí” en ojibwe, es una bailarina dos espíritus negra, ucraniana y ojibwe, uno de los primeros pueblos indígenas establecidos en Canadá y en Estados Unidos.
‘Dos espíritus’ es un término genérico que utilizan los indígenas norteamericanos para describir su lugar dentro de un rango de géneros y sexualidades. ‘Neno’ responde a dos tipos de pronombres: ella y elles*. Para Neno, es importante que la identifiquen con esos pronombres.
TORONTO, Canadá — Cuando Nenookaasi Ogichidaa baila fancy shawl [una danza de los pueblos nativos de Norteamérica], es como ver una mariposa volando, dando vueltas en el aire.
Nenookaasi, o Neno, abreviado, lleva un chal amarillo con alas de fuego que acaban en flecos. Elles calzan mocasines hechos a mano, decorados con llamas y reforzados con piel reciclada de sofás desechados en la calle.
Cerca comienza una actuación de danza del león china y se escuchan sonidos de tambores. Neno despega en círculos. Y la mariposa empieza a dar vueltas.
“Lo echaba tanto de menos”, comentan elles.
Neno baila delante de una rueda medicinal frente al Ayuntamiento de Toronto. La rueda, que acaba de instalarse en ese lugar, es un tributo a los pueblos indígenas que viven en la tierra ahora conocida como Norteamérica. Para las comunidades Inuit y de las Naciones Originarias de Canadá, sus cuatro colores simbolizan, entre otras cosas, los componentes emocional, espiritual, mental y físico del bienestar.
Neno describe el baile como una medicina laboral y, de hecho, la alegría que le aporta fue esencial para su recuperación de un golpe con un coche en 2009.
Bajo el chal, llevan una sudadera con la frase “Resilient And Relentless” [Resiliente e incansable], palabras que Neno encarna. Dependiendo de cómo conozcas a Neno, verás un lado diferente de su resiliencia. Tu forma de referirte a elles también puede cambiar. Neno considera los pronombres de género como descriptores de responsabilidad.
Está la bailarina powwow que rompe las normas de género. La navegante del bienestar mental que trabaja con comunidades negras e indígenas en Ontario. La artista que recorre sola las calles de la ciudad de noche. La mujer queer enamorada, que adora a su mujer y a sus tres hijos (cuatro, si cuentas a Ra, el cachorrito que acaban de adoptar y que nos acompaña durante la entrevista).
“Ser dos espíritus no es cuestión de roles de género. Es cuestión de las responsabilidades que tomamos. Y a veces, para esas responsabilidades, el ‘elles’ es más apropiado”, explica Neno. “Cuando hago activismo como mujer, esto es muy importante”.
Nuestra entrevista comienza dos horas antes de su baile en un invernadero urbano en Toronto que está abierto al público todo el año. Es uno de los lugares favoritos de Neno, y es ahí donde me presentan a la activista, que espera erguides.
Durante nuestra conversación, dos trabajadores se nos acercan. Nos dicen que utilizar mi móvil para grabar nuestra conversación va en contra de sus normas. Y que el cachorrito que Neno acuna, también.
“Es vuestro lugar de trabajo, lo entiendo. Pero también es una zona pública que pagan los contribuyentes”, señala Neno. “Ahora mismo estamos hablando, y para eso tenemos permiso”.
Alrededor de nosotros, varios visitantes siguen haciendo fotos tranquilamente a los tulipanes y las palmeras con cámaras DSLR (la fotografía profesional está prohibida en los lugares públicos si no se tiene un permiso). Dada la injusticia del escrutinio, le pregunto a Neno si quieren que nos vayamos.
“No, vamos a seguir con esto. No puedo hacer una pausa cada vez que alguien se siente incómodo a mi lado”, responden elles.
Neno tiene experiencia en esto. Por sus orígenes mestizos, llevan un tiempo luchando con su sentido de sí mismes. Cuando era pequeña, se extrañaban por sus raíces ucranianas y era la única persona mestiza en su familia jamaicana. La gente le llamaba blanquita. Cuando Neno empezó a acudir a reuniones de la comunidad indígena, no la veían como alguien que perteneciera a ese lugar. Elles se refieren a su identidad como “Black-Nish” (Nish viene de Anishinaabe, un término global para lo culturalmente relacionado con las Naciones Originarias de Canadá y Estados Unidos).
“La gente me preguntaba: ‘¿Cómo que eres nativa?’. Y yo decía: ‘Mi dedo gordo del pie izquierdo es nativo’. Me he hartado de tener que explicar y que recorrer mi árbol genealógico todo el tiempo”, se quejan. “Sabemos mucho de esclavitud, sabemos mucho del genocidio indígena y la colonización. Pero no hablamos de cómo uno se fusiona con lo otro”.
“A lo largo de las Américas, cruzando Turtle Island —comienza Neno, en referencia al término indígena que se usa para nombrar al continente anterior a Norteamérica— hay pueblos indígenas negros. Y apenas se habla de ello”.
La pluralidad de Neno como indígena negra de ascendencia ucraniana es algo que se niega a suprimir. Eso se extiende a su identidad de dos espíritus.
Como contaron a HuffPost Canadá, a Neno no les gustaba la reclusión de género de los powwow, las asambleas de los pueblos indígenas. Se supone que las mujeres sólo bailan ciertas danzas y llevan ciertos trajes (o regalia). Y cuando elles propusieron llevar tanto traje de hombre como de mujer, se les negó.
Con el tiempo, Neno descubrió que el mundo binario al que se les obligaba a entrar no favorecía su bienestar. La medicina no funcionaba. Así que empezaron a bailar con parte del disfraz: se negaron a volver a llevar un vestido, se quitaron los abalorios y las plumas del pelo. La última vez que Neno bailó con toda la parafernalia fue hace tres años.
“Ha sido muy duro”, admiten. “Ahí es cuando mi espíritu está más libre”.
Ante al desánimo, sería fácil mantenerse al margen y evitar tomar espacio en diversas comunidades. Pero para Neno eso no es una opción. Se sienten atraídes por el trabajo que es complejo y curativo. Se convirtió en su forma de apelar a la visibilidad por todos los que ansían sentirse representados. En todo momento se sienten Black-Nish, y sin complejos.
En el centro de salud de la comunidad negra donde trabaja, Neno acumula las cuatro medicinas sagradas: tabaco, cedro, hierba dulce y salvia. Atienden varias consultorías sobre raza y salud, entre ellas una asesoría de dos espíritus que da consejo sobre protocolos ceremoniales para festivales del Orgullo en todo Canadá. Además, fundaron Izhishimo, un programa sin ánimo de lucro que enseña a los indígenas dos espíritus a fabricar su propia vestimenta. Hace poco celebraron su primer powwow al aire libre en el barrio de Malvern, de Toronto, que acoge a muchos residentes negros e indígenas.
Neno todavía trata de descubrir cómo será su regalia. Es una larga tarea, ya que el traje cuenta la historia de quien lo lleva puesto y le atribuye los roles que representa. Mientras diseñan un traje que capte las realidades de su identidad de género, Neno ocupa sus energías para la comunidad organizando y hablando a los demás de su cultura.
Neno no baila tanto como les gustaría, pero, de vez en cuando, sigue girando. Sus mocasines y su chal cosechan miradas y piropos allá donde Neno baila, ya sea en reuniones sociales o en powwows.
Cuando lo hacen, es difícil no pararse a mirar. Neno cuenta con ello. Así es como atrae a los Black-Nish, sabiendo que de este modo pueden establecer confianza con quien baila.
“Hay una niña pequeña que me llama ’princesa de fuego”, cuenta Neno, que asegura que es una de las caras que más le apetece ver en los powwows. “Es precioso, porque algún día querrá moverse así”.
“Qué bonito es que los más pequeños se sientan cómodos en su piel... no sufren lo que yo sentí”, reflexionan al pensar en lo que vivieron siendo negra en espacios indígenas.
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Cuando se acerca el final de nuestra entrevista, en la plaza Yonge-Dundas, queda claro el efecto de Neno en la juventud Black-Nish.
Es la plaza más animada de Toronto y, durante una hora, acoge una exposición de su espectáculo artístico, “#nuitpoc”.
Cientos de artistas participan en la Nuit Blanche, un festival de las artes que cada año transforma la ciudad por una noche. El nombre del evento se traduce como noche en blanco, sin dormir. #Nuitipoc es su aportación no oficial, en la que indígenas de color (IPOC, por sus siglas en inglés) toman el centro del escenario.
En los tres últimos festivales de Nuit Blanche ha estado presente con un experimento social que ha despertado reacciones viscerales. En carteles pintados a mano se superponen frases que ha oído sobre sus etnicidades. A lo largo de la noche, se sienta delante de ellos con los ojos fijos y los brazos extendidos, invitando a los observadores a darle abrazos y conversación.
Un cartel dice: “Dejad de matarnos”. Otro: “El blanco es lo que está bien”. El cartel tiene marcas de zapato visibles donde los observadores lo han pateado. Neno los llama “paneles de la verdad”. Los viandantes, inquietos, se ven obligados a mirar.
Uno de ellos se acerca a la instalación y la llama por su nombre. Parece sorprendida, antes de responder con una sonrisa y saludar a su amigo Dag. Detrás de él, una adolescente saluda con la mano.
La niña, Hel G-Taylor, saluda a la Guerrera Colibrí con una mirada de cariño en su cara. Me dice que es igual que Neno. Como joven negra mestiza, cree y mohawk, le cuesta ser considerada como “lo suficientemente nativa”. Por eso pide apoyo a Neno para acceder a los programas de jóvenes indígenas.
″[Neno] mira en profundidad y lo saca todo a la superficie. Quiere que la gente sepa lo que está pasando”, explica Hel.
“Sí. Está despierta, ¿sabes?”, añade el padre de Hel, recalcando la conciencia social de Neno.
Después de que los dos se vayan, la gente empieza a interactuar con Neno, conversando sobre los mensajes que extraen de los carteles. La reacción de algunos es fuerte.
Un hombre se acerca a Neno con una ceja alzada. Después de una breve conversación, se va.
“Al principio, cuando lo vi, pensé que era algo de la extrema derecha”, explica el hombre. “Pero luego he visto bien los carteles. La gente piensa estas cosas [frases] todo el rato”.
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Con tanto servicio a la comunidad, tanto cuestionar a la autoridad e incitar a la reflexión, a Neno le queda poco tiempo libre. Y el poco que tiene lo pasa con la familia.
“He tenido una vida en la que la lucha ha sido simplemente la realidad”, asegura. La mentalidad de hazlo tú mismo es la única que ha conocido. Su mujer, Yvonne, contribuyó en gran parte a cambiar eso.
Yvonne se mueve a ritmo tranquilo y constante. Apoya los esfuerzos de su pareja, mientras que recuerda a Neno que debe tomárselo con más calma. A lo largo del día, ha estado al lado de Neno cuando la necesitaba, cogiendo al perrito cada vez que pedía paseos y cargando los pósters por la ciudad.
Se conocieron hace 15 años y reconectaron poco después de que Neno empezara a quedar con gente como poliamorosa.
“Todo esto es nuevo para ambas”, asegura. “Me costó un tiempo entender la diferencia entre conectar con la gente y ser etiquetada como infiel o avariciosa”.
Aunque el poliamor trajo felicidad a la vida de Neno, a veces las conexiones fracasaban. Yvonne ayudó a Neno después de una dolorosa desconexión con otra persona con la que salía. A cambio, Neno está ahí para amplificar a Yvonne, agradeciendo a su mujer que le haya ayudado a frenar el ritmo y a hacer sostenible la relación.
Se podría pensar que la vida amorosa no tiene que ver con el trabajo o el baile. Para Neno, son todo lo mismo. Ser visible como lo es y cuestionar el statu quo la lleva a la persona a quien ama. Sus objetivos son ir más allá de Canadá y trabajar en el activismo por los derechos queer en todo el mundo.
“Puedo besar a mi mujer aquí y ahora”, afirma. “A nadie le importaría una mierda. Pero hay muchas partes del mundo donde la gente ni siquiera tiene la libertad de expresar su atracción hacia personas del mismo sexo. Quiero promover esto como un derecho para todos los seres humanos”.
Cuando le preguntan qué es de lo que más orgullosa está, Neno da dos respuestas. La primera, de haber encontrado estabilidad, un regalo de Yvonne, de sus seres queridos y sus aliados. ¿La segunda?
“De conocerme a mí misma”.
*A lo largo del artículo, el autor varía la forma de referirse a Nenookaasi Ogichidaa, pasando del singular al neutro plural, y esto se ha respetado en la traducción al español en la medida de lo posible.
Traducción del inglés de Marina Velasco Serrano