La ausencia de Marisol para recoger el Goya de Honor: la mejor definición de Pepa Flores
La actriz no ha acudido a la ceremonia de entrega de los premios celebrados en su Málaga natal.
La única forma de ver a Marisol sigue siendo en sus películas.
Era lo previsto y ya se sabía, Pepa Flores no se ha subido al escenario del Palacio de los Deportes José María Martín Carpena para recoger el Goya de Honor. De hecho, casi nadie que la conozca pensaba que lo hiciera. Sus hijas, Celia Flores y María Esteve, han sido las encargadas de hacerlo en nombre de su madre, tal y como hicieron público horas antes de la gala. Aunque a última hora se ha subido al escenario también Tamara, la tercera hermana de la familia.
“Por eso hoy solamente queremos decirte, querida, mamá, que desde ese lugar en calma que has conseguido y que tanto te ha costado, esta profesión que te ha visto crecer te otorga este reconocimiento tan bonito. Disfrútalo, porque querida, Pepita, este Goya es para ti”, dijo Esteve al recoger el galardón.
También han pronunciado unas palabras de agradecimiento de su parte y su hija Celia ha interpretado algunas de sus canciones más célebres junto con Amaia Romero, algo que ya anunció la Academia de cine días antes de la gala.
Fue gracias a ella por la que la vimos en su última aparición pública en el malagueño Teatro Cervantes en agosto de 2017. Pepa Flores participó en el concierto homenaje de su hija Celia, 20 años de Marisol a Pepa Flores, donde bailó y cantó. Y, sobre todo, puso en pie a todo el auditorio malagueño, algo también ha conseguido este 25 de enero aunque no haya estado.
Esta no es su primera ausencia, sino una de muchas. Tampoco asistió a la entrega del reconocimiento de Hija Predilecta de Malaga que le otorgaron en 2016, ni a la exposición de sus fotografías en el centro cultural La Térmica en 2015. Agradeció la invitación con una nota, pero quiso escapar de los focos. Ella es una ciudadana corriente, lleva interpretando este papel desde mediados de los 80. Y lo domina a la perfección.
Málaga, su único escenario
Basta con dar un paseo por el malagueño barrio de La Malagueta y hablar con sus vecinos para comprobar que Marisol es una vecina más. Marisol desapareció en 1986, tras su divorcio de Antonio Gades, y pasó a ser la Pepa Flores anónima. El título de su última película, Caso Cerrado (1985), adelantaba lo que ya venía y, desde entonces, la ciudad respeta su decisión. Por aquellos años ni siquiera existían los Goya.
Flores nació en una corrala humilde de calle Refino, cercana a la casa natal de Pablo Picasso y donde hoy se mezclan los apartamentos turísticos con la dejadez del barrio. Tras su retiro se mudó al barrio de La Malagueta, donde ha tenido diversos domicilios, actualmente vive en un ático situado en el Paseo Marítimo Ciudad de Melilla junto al que es su marido desde 1988, el empresario local Massimo Stecchini, 11 años menor que ella.
Desde allí tiene una vista excepcional de la playa que da nombre a la zona y tarda solo cinco minutos caminando en llegar a la plaza de toros de La Malagueta.
“Es una vecina normal. casi todos los días sale a andar muy temprano por la mañana, antes de las 8. Baja sola, con los perros, con su marido o con los nietos cuando vienen sus hijas a verla”, cuenta una vecina de la zona. Todos la conocen, pero prácticamente nadie la saluda ni la molesta. “Aunque todo el mundo de por aquí sabe quién es y dónde vive, la gente la deja tranquila. En Málaga todos sabemos que ella lo único que quiere es ser normal y discreta y así es”, detalla.
Por este motivo, Pepa Flores suele camuflarse con gafas de sol, alguna vez con gorra y abrigo oscuro por las calles de Málaga. Quiere pasar desapercibida y lo consigue. A sus 71 años es como cualquier otra mujer de sus edad, cuida de sus nietos, sale a pasear con su familia o a comer a restaurantes de la zona.
Aunque si hay algo que no se pierde la exactriz es la Semana Santa de la capital, al igual que ocurre otras celebrities locales como Antonio Banderas o Las Campos. La diferencia es que ellos sí se dejan ver por las calles del centro de Málaga los días grandes. Entre el gentío que se mueve por las calles, Flores se camufla perfectamente. Igual que en los restaurantes de su barrio, donde aseguran que es asidua, pero donde todo el mundo prefiere guardar silencio.
Marisol fue toda una revolución en la España de los 60 y 70, pero dio carpetazo a su vida anterior, que la convirtió en estrella con solo 12 años y que estuvo marcada por luces y sombras e incluso denunció haber sufrido abusos sexuales.
La familia, sus compañeros de reparto
Málaga respeta su silencio y su familia lo defiende. Stecchini ha salido en su defensa cuando algunos medios de comunicación han intentado hablar con ellos. “Ella habló hace 30 o 40 años, ¿ahora para qué? Hay cosas que no tienen precio, ¡Que la dejen vivir en paz!”, dijo el pasado mes de septiembre a una reportera de Viva la vida (Telecinco), que se trasladó a la zona con motivo del programa especial sobre ella en Lazos de Sangre.
También sus hijas Tamara, María y Celia, fruto de su relación con Antonio Gades, protegen a su madre frente a quienes quieren perturbar su tranquilidad. No han dejado pasar la oportunidad de mostrarle su afecto en redes, donde comparten algunas fotos con ella, pero no suele acompañarlas en apariciones públicas.
Tanto María como Celia han seguido con la estela de sus padres: actriz y cantante, respectivamente. De su hija Celia tiene un nieto, Curro, fruto de su relación con Manolo de la Curra, mientras que Tamara, la más desconocida de las tres y licenciada en Psicología le ha dado una nieta llamada Alejandra. Según contó la menor de sus hijas a Jaleos, suelen reunirse todos a pasar la Navidad juntos y “cantar villancicos o tocar la pandereta”.
Sus hijas fueron quienes hablaron de la vida de su madre en el programa Lazos de Sangre (TVE) también cuando fue nombrada hija predilecta de Málaga, enfatizaron que no se arrepiente de quién fue, pero sí quiere vivir tranquila hoy en día.
Las dos únicas actividades que han salido a la luz en estos 34 años son benéficas. Forma parte del Secretariado del Pueblo Gitano en Málaga y durante un tiempo formó también parte de la Asociación Malagueña de Esclerosis Múltiple (AMEM), donde invirtió su formación musical en dar clases de canto y de castañuelas.
La relación con esta asociación de personas con discapacidad era tan cercana que llegó incluso a posar junto a su hija Celia cuando era un bebé recreando una imagen de la virgen María. Sin embargo, la relación se truncó con esta a partir de 2015. “Por lo que se ve fueron unos fotógrafos a uno de los actos, cuando ella había avisado que no quería salir en ninguna imagen, y se lo tomó muy mal”, cuentan fuentes cercanas a la organización.
La vida de Pepa Flores es sencilla, a pesar de contar con más de 22 títulos en su filmografía y haber sido una niña prodigio de la España franquista. Ni amasa grandes fortunas o propiedades, ni tampoco hay empresas o alquileres a su nombre. Su ático de algo más de 100 metros cuadrados en pleno paseo Marítimo y la finca de 400 metros cuadrados junto a su pareja en la pequeña localidad de Moclinejo (Axarquía, Málaga) son, junto con otro piso que heredó de su madre en el Paseo de la Farola, son sus únicas propiedades.
A pesar de esto, en más de una ocasión se ha comentado que Flores sea la dueña la pizzería Trastevere, situada apenas a cinco minutos de su domicilio, donde conoció hace 30 años a su actual pareja: Massimo Stechini, que era dueño del establecimiento por entonces junto a su hermano Ettore fuertemente vinculado al Unicaja de baloncesto. Al fallecer en 2012, la titularidad pasó a sus hijos, y Massimo dejó el negocio, aunque sigue teniendo un vínculo cercano.
A Trastevere siguen llegando incluso llamadas preguntando por Marisol, e incluso semanalmente reciben cartas y flores dedicadas a la exactriz. Una especie de altar que hoy nada tiene que ver con la artista y del que la empresa quiere desentenderse al 100%.
Flores, que fue una militante activa Partido Comunista, se proclamó “obrera de la cultura” y, coherente a sus principios, se ha mantenido apartada de cualquier especulación económica y a la espectacularización de su vida. No se arrepiente de lo que fue y, aunque Marisol siga estando en ella, ha dejado ir todo lo que la encadenaba al mundo del espectáculo incluso la gala de los Goya. Eso sí, seguro que guarda un hueco en la vitrina para su cabezón de Honor.