Matamoros: "Si los que dicen que ven Netflix y no la tele sugieren que van al Prado, me descojono"
Política, literatura, 'Sálvame', 'Viva la vida', sus compañeros... El colaborador de Telecinco se desahoga.
No hay colaborador de Sálvame al que sus compañeros le echen más veces en cara que rentabiliza económicamente cada uno de sus movimientos. Kiko Matamoros ha protagonizado muchas portadas de revistas del corazón, pero subraya que da más entrevistas gratis —como esta— de las que cobra.
¿Que todo lo que hace en la tele, o casi todo, lo cobra? “Normal, es mi trabajo (...) Lo que vendo es mi imagen”, aclara.
En Telecinco se le escucha a ratos sosegado y a ratos alzando la voz, aunque en una conversación de tú a tú se explica tranquilo, su tono es bajo, a veces pausado... hasta que se arranca y se echa unas risas.
Política y políticos, libros firmados por quien “lleva metido en el empeño toda la vida” y por famosos de la tele, Sálvame, Viva la vida, sus compañeros, televisión en general, la demonización de la cirugía estética... Responde a todo, sea cual sea la pregunta. Si en Mediaset no se corta, fuera tampoco lo hace.
Siempre has dicho abiertamente que eres de izquierdas. ¿Hay algo que te haya desencantado de la izquierda?
Muchas cosas. No se puede conformar un gobierno a cualquier precio, en base a faltar a los principios fundamentales y fundacionales de tu partido. Un partido que se reclama español no puede pactar con separatistas o terroristas.
Te refieres al PSOE.
Evidentemente. Yo siempre he votado al PSOE, siempre que he votado, esta última vez me ahorré el paseo. Estoy francamente defraudado, también con la respuesta de las bases, lo que pasa es que claro, si no cotizas no eres nadie para reclamar nada. Esperaba otra cosa y espero que haya un futuro socialista con otra gente, con otras ideas o con otro talante, que no sea solo la ambición por gobernar o por ocupar una poltrona.
Muchos ven en el futuro electoral una batalla entre Yolanda Díaz e Isabel Díaz Ayuso.
A mí me parece una simplificación bastante imbécil. Ni Díaz Ayuso está ahora mismo en condiciones de capitanear nada ni la propia Yolanda Díaz, que no tiene fuerza para aglutinar la izquierda si la izquierda no se deja, y no creo que Sánchez vaya a permitir eso. ¿Que Yolanda Díaz pueda tener peso en las urnas? Pues también es relativo. También se le auguraba un futuro cojonudo a Pablo Iglesias y mira dónde está, en el cubo de la basura. ¿Y dónde está Podemos? En el cubo de la basura.
¿Y Errejón?
Bueno, Más País es otra cosa. Errejón es una apuesta de futuro, con el tiempo va a tener su espacio. Ese espacio le corresponde legítimamente , se lo ha currado, tuvo su parcela de independencia que supo defender.
¿Díaz Ayuso no está más cómoda en la Comunidad de Madrid? Estando donde está, ya tiene peso en el PP.
Debería estarlo, porque no le reconozco excesiva capacitación. La política es como una faceta de la vida, cuando eres el mejor es porque eres muy bueno o porque los demás valen para poco, que es lo que le ha pasado a ella. Además, en el momento en el que se produjo su elección o renovación, que espero que no se vuelva a repetir, tuvo el voto del contento y del descontento. Es complicado que confluyan esas circunstancias de no tener rival, que haya un torpe que lleve una campaña de una Comunidad radicalizada o, incluso, se llegue a asociar la izquierda con la extrema izquierda. Eso es mérito del señor que nos gobierna. Fue una campaña en la que tuvo todos los ases en la mano porque le vinieron solos, por la propia ineptitud de sus oponentes. Es muy engañosa esa victoria, aunque esté muy bien que lo celebre y lo capitalice, pero ya se están encargando ellos mismos de descapitalizarlo. Da pena verlos. La política se ha convertido en un espectáculo bochornoso. Esta señora me puede caer hasta simpática por cosas que dice, pero [Ayuso] es una anécdota política.
Leer es una de tus grandes aficiones. ¿Hay mejores escritores en España que Javier Marías, para el que siempre se reclama el Nobel?
Deberían dárselo, hay premios Nobel que están muy por debajo de Javier Marías. A mí me gusta más Marías que Cela, por ejemplo. Marías cuenta con mucho crédito entre la gente con inquietud literaria y con mucho descrédito a nivel político, es decir, no es un escritor de izquierdas o con el que simpatice la izquierda. Escribe fabulosamente. Posiblemente hay otros, pero creo que están por hacer o por llegar, no creo que en la escritura contemporánea española haya nadie por encima de él o por lo menos con su trayectoria, su bagaje y su calidad literaria. La literatura es un cementerio de valores, se reconoce a gente y se entierra a mucha otra. A mí me fascina Agustín Fernández Mallo, y creo que no tiene el reconocimiento que debería tener a nivel nacional. La Trilogía de la guerra es una maravilla. También encabeza una generación literaria, es un tío al que le quedan por lo menos 40 años de escritura si la vida le da esa oportunidad.
¿Te has sentido alguna vez en el compromiso de decirle a algún presentador o colaborador de televisión que haya escrito un libro “qué buena obra has hecho”?
No, normalmente cuando no lo he pensado me he callado. Me da más pudor decir “lo que has escrito no me gusta o me parece un bodrio”. Además, la literatura es como el boxeo o el fútbol, puede haber partidos muy interesantes que no estén bien jugados. A veces las cosas son interesantes por lo que se cuentan y no por cómo se cuentan. Sobre todo, aborrezco los libros que se firman y no se escriben. De eso hay mucho en el ámbito de los colaboradores. Nadie se puede creer que Belén Esteban escribiera un libro, se sabe que lo escribió Boris Izaguirre. Me parece un fraude que se sepa luego. A nivel de ficción, hay gente que se ha apoyado mucho en la tele y en su reconocimiento, pero no se les puede acusar de nada si la editorial les publica un libro y funciona, así está el mercado. Evidentemente vende más el nombre porque a veces la gente no tiene una cultura literaria decente, aunque entiendo que para la gente que lleva metida en el empeño toda la vida sea doloroso.
Unos firman lo que no escriben, y otros firman aún con pseudónimo, como Carmen Mola.
Sí, y ahora lo fácil es decir “esta teórica autora no me ha interesado nunca”. Eso a toro pasado no tiene validez. Hay críticas sobre el libro del premio Planeta que lo ponen de bazofia. Esto antes, si no se hubiese sabido que eran tres tíos, igual no habría pasado. Antes nadie se atrevía a desacreditar a la supuesta autora y ahora es todo demoledor. El experimento creo que será fallido, es como una especie de estafa porque la gente quiere saber quién escribe y quién se esconde detrás de una firma, por varias cosas: detrás de un autor siempre hay trazos de su experiencia vital en una novela, por mucha ficción que sea, ahí coloca sus emociones. Aquí son tres autores. ¿Qué cojones me estás contando? Que especie de gazpacho (ríe). Todo el que ha comprado un libro de esta autora debería pedir que le devuelvan el dinero, se les ha ido de madre, no sé qué tipo de juego han hecho pero no lo entiendo. Además, aquí se ha acabado. Ya pueden firmar como Carmen Mola o Carmen Polo.
Hablando de dinero. Tus compañeros de Sálvame te acusan habitualmente de que lo rentabilizas todo, pero aquí estás dando una entrevista de las que no se cobran.
Doy más entrevistas gratis de las que cobro, pero eso hace tiempo que me trae sin cuidado. Todo lo que hago en la tele, o casi todo, lo cobro, normal, es mi trabajo, no conozco a nadie que diga “hoy trabajo gratis”. No tengo cosas que promocionar, ni vendo discos, lo que vendo es mi imagen y lo cobro, evidentemente.
¿Has hecho autocrítica por el bache de audiencia por el que ha pasado Sálvame?
Claro que la he hecho. Confluyeron una serie de circunstancias que ayudaron a que esto se produjera, ha sido posiblemente el verano más duro que hemos vivido en esos términos, pero hemos remontado, estamos en el 99% de las ocasiones por encima de la competencia. Eso es lo importante, todos hemos sido conscientes de que teníamos que hacer un esfuerzo y empujar en esa dirección.
¿Una de esas “circunstancias” ha sido la ausencia de Mila Ximénez?
Más de manera indirecta que directa. En el ánimo de todos ha pesado y eso te marca, porque siempre ha habido grandes ausencias de personas y personajes que se han ido y han vuelto y que pesa al principio, pero luego se vuelven a hacer los mismos números. A nivel de colaboradores el programa no es lo que era, pero no es lo que era en sus tiempos históricos. Creo que los que han venido hacen lo que pueden y lo que mejor saben, dentro de sus capacidades y buena voluntad, pero hay gente irrepetible. Mila, Rosa Benito nos daba un juego brutal, Raquel Bollo… Recuerdo que Mila, Kiko Hernández y yo teníamos enfrente lo que llamábamos ‘la despensa’, y cuando veíamos que no había temas decíamos “vamos a sacar una latita de la despensa”. Les provocabas y saltaban, es gente muy volcánica y daban juego. Ya teníamos la tarde hecha, y la gente que hay ahora no da para eso. Hacemos un programa un poco más correcto en términos políticos y sociales, pero menos divertido. Los tiempos son los que son, han pasado 12 años y ha cambiado mucho también la sociedad, hay cosas que se hacían antes que ahora no se pueden hacer, y está bien que no se hagan.
¿Dónde te sientes más cómodo, en Sálvame o en Viva la vida?
Estoy bien en los dos sitios. Viva la vida es un programa en el que no hay grandes movimientos tectónicos, no llegas allí un día y de repente te sacan un muñeco. En ese sentido es más confortable, pero también hay días que en Sálvame me lo paso muy bien. Viva la vida es un trabajo más ligero, con menos carga emocional y personal, son dos formatos distintos, es más amable y con Emma García estoy contento, trabajo muy a gusto, la conozco desde hace muchos años, me encanta. Viva la vida es una especie de bálsamo para mí. Recurrimos mucho al pasado, a temas que suelo conocer y manejar porque tengo muchos años y experiencia. También me gusta porque es como hacer memoria de la historia del corazón y de los personajes.
Ahora mismo, ¿la despensa de Sálvame sería Chelo García Cortés?
Sí (ríe). Es cuestión de dejarla actuar, grabarla, hacerle una cámara oculta... y Lydia Lozano, Víctor Sandoval y poco más. Ya nos quedan pocas reservas.
Cada vez es más común escuchar ese comentario elitista de quienes dicen “yo no veo la tele”, como si las plataformas no fueran también televisión.
Y es fundamentalmente mentira. Cuando vas a ver el porcentaje de la gente que ve las plataformas de pago, el pastel se sigue repartiendo entre las generalistas, y en Netflix hay mucha basura. Si los que dicen que solo ven Netflix y no la televisión me quieren decir es que están todo el día en el Museo del Prado, me descojono. Los grandes contenedores tienen de todo. Es más, hay plataformas como Netflix en las que echas de menos un cine de calidad, salvo excepciones, y luego ves El juego del calamar que causa furor y escuchas a la gente decir “es una serie de culto” (ríe). Estamos gilipollas. No he visto a un actor peor en toda mi vida, tiene el mismo registro en todos los capítulos.
Decías antaño que a veces en Sálvame se hacía apología de la incultura. ¿Sigues pensando lo mismo?
En Sálvame y en El juego del calamar (ríe). Sí, pero no porque la dirección tenga especial interés, sino porque los colaboradores son libres de expresarse y a veces tienes que escuchar cosas que sí hacen apología de la incultura, y a veces con un discurso que pretende ser sentencioso, que lo hace todavía más ridículo.
Tú mejor que nadie puedes hablar sobre la cirugía estética. En este asunto, el debate es constante.
Es acojonante. La cirugía estética es un logro del ser humano, además de la posibilidad de acceso a ella de capas sociales para las que antes era algo prohibitivo. Y, sin embargo, hay una parte de la sociedad que se empeña en negarlo y demonizarlo. Hay que ser imbécil. Al final, quienes tienen ese discurso intentan conservar una estética. ¿Dónde ponemos la línea? ¿En el tinte del pelo? Si una mujer o un hombre se maquilla y se intenta transformar de alguna forma para tener una presencia más agradable, o más sexy, o lo que tú quieras, ¿por qué eso lo autorizamos y lo otro lo negamos? “Es que se ha operado no sé cuántas veces”. O sea, ¿si te operas una vez está bien y si te operas cuatro veces ya no vale? Es un discurso idiota y absurdo, estamos dando pasos atrás, estamos convirtiendo algo que es un triunfo y que ayuda a muchísima gente a llevar una vida más cómoda, a estar más seguro de sí mismo o a estar más conforme con uno mismo en algo poco más o menos que pecaminoso. La gente se opera y se calla. ¡Si sé la nariz que tenías anteayer, idiota! (ríe). Te dicen “me he hecho un retoquito” porque ya les da miedo por si le dices ”¿por qué te operas? No es natural”. ¿Qué es natural? ¿Los pantalones de licra? ¿Has nacido con los pantalones puestos? ¿O depilarte? ¿Por qué te puedes depilar y no arreglarte los dientes?
Bueno, de hecho no recuerdo a nadie en televisión que no se haya preocupado por lucir una sonrisa perfecta.
Sí, lo de las bocas. Ves un programa de televisión de hace 20 años y ves los de ahora y no es lo mismo, hay otra cultura de la estética. ¿Por qué no se le puede dar libertad a cada uno para que haga con su cuerpo lo que le dé la gana? Parecen de la inquisición, son peores que los curas. Ahora hay discursos feministas que son absolutamente machistas al final. ¡Deje usted a esa señora que haga lo que le dé la gana con su cuerpo, que si quiere enseñar el culo lo enseñe y que si no quiere enseñarlo que no lo haga! Si quiere salir desnuda en una revista que lo haga, ¿por qué vamos a decir que eso es sexismo? Cuando sale un tío babeamos igual. Ahora la mujer, como una conquista social, tiene el derecho a decir lo que antes no podía, pero si lo dice un tío está mal. Ella sí tiene licencia para decirlo porque es mujer. Es todo completamente imbécil. Hemos dado una vuelta de tuerca absurda, dejemos el grifo en medio del agua fría y la caliente. Es que son ahora las mujeres las que dicen cómo debe ser el largo de una falda... ¡Son peores que un cura de aldea! Hace muchos años que hemos superado eso, así que dejemos a la gente que tenga la posibilidad de ejercer su libertad como le dé la gana y que los demás respeten su voluntad. Es todo de un aldeano que asusta.
Dicho queda. Por ir terminando: ¿el polígrafo de Conchita engancha?
¿Que si crea adicción? Sí, engancha a todos los niveles, es muy divertido, a mí me encanta. Creo que se le debería restar un poco de solemnidad, aunque nosotros ya nos encargamos de eso. Engancha tanto para el que lo realiza como para el que lo disfruta. Al polígrafo no lo supera nada.
¿Pero es creíble?
Es relativamente creíble, es un espectáculo televisivo. El polígrafo, científicamente, sí es un instrumento que sirve para medir si alguien te está mintiendo o te está diciendo la verdad, pero para validar eso hay que pasar una serie de preguntas muy concretas que sean poligrafiables, como dicen los expertos, y luego hay que ver a quién se lo haces. Hay determinado perfil psicológico que disfruta con la mentira, como los psicópatas. En ellos no hay alteración del pulso ni de nada. Y a quien lo pasa hay que hacerle un análisis para ver que no se ha tomado cuatro valium. Con esas limitaciones es creíble. Lo normal es que no lo pase un psicópata en la tele, aunque alguno ha habido (bromea), que la gente no vaya dopada para pasarlo, y luego se hacen 30 preguntas en una sesión... pero bueno, es un espectáculo.
¿Cuál es el personaje del corazón que más te ha ganado con el tiempo?
Cada vez me parece más sólida Isabel Preysler. Me parece una señora que, con todo lo que fue y lo que se le criticó en la prensa del corazón, es como es. Además, es una personalidad importante que se acompaña de gente interesante.