Deconstruyendo a Juanma
Retrato del presidente de la Junta.
“Os quiero aquí, os quiero aquí. Os quiero aquí, os quiero aquí. Estáis aquí, estáis aquí”. Suena a tope el estribillo de la canción de Sidonie. El ritmillo indie siempre le da subidón y le acompaña a lo largo de sus viajes y de su vida. Y en su carrera política, sonando hasta en los congresos del PP andaluz. Ahora parece que Juanma Moreno se lo susurra a los votantes del sur de cara a este domingo.
¿Quién es realmente Juanma Moreno? ¿Cómo es esa figura poliédrica? ¿Qué hay detrás de su sonrisa? Un hombre templado, de educadas maneras, pero que gobierna gracias a la ultraderecha. Detesta la posibilidad de tener a Macarena Olona de vicepresidenta, pero adelantó las elecciones sabiendo que ese escenario era muy posible. El yerno perfecto, el vecino que abre la puerta, pero que también esconde detrás mucha propaganda y la creación de fuegos artificiales al estilo del ‘milagro andaluz’.
Y, además, un hombre de partido de toda la vida. Criado en las Nuevas Generaciones y que también juega fuerte entre bambalinas. “Él ha sido el poli bueno, mientras Elías Bendodo hacía de malo”, como señalan fuentes que lo conocen bien. Dentro del PP se le reconoce como uno de los impulsores junto a Alberto Núñez Feijóo de la caída de Pablo Casado, aunque en la noche de autos en Génova 13 fuera el que propuso que la marcha fuera en diferido hasta el congreso de Sevilla.
Desde entonces, en el entorno de Casado sostienen que el andaluz y el gallego fueron los que dieron las órdenes finales para acabar con la vida política del antiguo líder. Es un hombre cuyo estilo se asemeja tanto a Feijóo como a Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría. Traduciendo, como señalan fuentes que lo han tratado: “Muy educado, pero si tiene que ejecutar políticamente a alguien, lo hace”.
Moreno Bonilla ha conseguido algo que parecía también imposible: asentarse entre el electorado andaluz tras décadas de Gobierno socialista en el Palacio de San Telmo. Pero como recuerdan algunos dentro del partido: lo logró gracias a Vox, ya que tuvo los peores resultados del PP aquella noche de diciembre de 2018. La carambola inesperada con los de Santiago Abascal aupó al malagueño hasta la Junta, cuando estaba ya preparada desde Génova 13 una gestora para coger al día siguiente el PP andaluz.
El hoy presidente de la Junta de Andalucía había desembarcado en el sur tras hacer su vida política durante años en Madrid -incluso había sido diputado por Cantabria- por decisión de Mariano Rajoy. Era la opción de Soraya Sáenz de Santamaría y Javier Arenas para ser barón territorial tras la marcha de Juan Ignacio Zoido frente a los movimientos de María Dolores de Cospedal para colocar ahí a José Luis Sanz. Al final ganaron los ‘sorayos’.
Parecía inalcanzable entonces que Moreno Bonilla se hiciera con la Junta frente a un PSOE que todavía tenía mucho músculo con Susana Díaz. Pero en las elecciones de 2018 se dieron muchas circunstancias, como rememora un miembro del Partido Popular, desde la división interna del PSOE al castigo a Susana Díaz, pasando por los casos de corrupción.
Lo que todos reconocen en el partido es que ha conseguido asentarse como nadie esperaba entre los andaluces. Un parlamentario del PP del sur hace este análisis para explicarlo: “Es muy cercano, responde a todas las llamadas, está en lo macro y en lo micro. Ha sabido unir al partido y cuenta con todo el mundo”. Y, sobre todo, recalca: “Ha sabido desmontar los miedos que había sobre si gobernaba la derecha en Andalucía. Es muy humilde”. Ahora lo importante, recalca en ese sentido, es que termine de calar durante estos días de campaña “el mensaje de voto útil”.
Otro dirigente del PP hace esta radiografía: “Lo conozco desde la época de Nuevas Generaciones, desde que fue presidente. Siempre fue un tipo discreto, de perfil bajo en el mejor sentido. No quiere meterse mucho en problemas, quiere solucionarlos o taparlos. El caso era no generar guerra, y NNGG son un polvorín, cachorros que ladran para colocarse bien y tener sustento”.
“Es una persona tranquila, ese es su carácter. Es lo que se ve también en la Junta. Hasta en los mítines no se mete con nadie. No quiere jaleos, le dio cancha hasta a Juan Marín sin problemas. Lo mandaron a Andalucía como al matadero, parecía imposible con un perfil como el suyo. Y mira por dónde ha salido”, comenta esta fuente del PP, que indica: “Ha enganchado con el perfil mayoritario de los andaluces”.
Dando otra clave: “Llama mucho la atención que es como los alcaldes de los pueblos. Te ve, te saluda, te pregunta, te hace sentir que está pendiente de ti, que te conoce. Te hace sentir que formas parte de su vida, aunque seas lejano y desconocido. Es cariñoso. Ni siquiera tiene mucha gracia, pero tiene la parte de la humanidad y de la cercanía, además de la discreción”.
Moreno Bonilla ha sabido comprender durante este tiempo que debía mostrar una imagen de centro, de no dar miedo, de no ser un cortijero. Su propio perfil personal y familiar le ha ayudado: es hijo de emigrantes andaluces en Cataluña. De hecho, él nació en Barcelona en 1970, pero a los pocos meses volvió con sus padres al sur. Siempre recuerda que en su familia hay una parte muy de izquierdas y que uno de sus abuelos era jornalero. Esto lo mezcla con que vivían de un ultramarinos y luego de una perfumería, acercándose a todos los que tienen negocios y son autónomos. “Muy transversal”, como señalan fuentes populares.
Ese chico al que todos querían en el barrio y que jugaba al fútbol en una plazoleta de Alhaurín el Grande (Málaga). Sus padres eran votantes de UCD y él en la época universitaria se acercó al Partido Popular. Desde entonces le enganchó la política, sin ser un alumno destacado (es graduado en Protocolo y Organización de Eventos). Ya con 25 años era concejal de Juventud y Deporte en Málaga bajo la dirección de Celia Villalobos. En el año 2000 daba el salto a Madrid como diputado, en una época en la que un grupo de jóvenes admiradores de José María Aznar quedaba con frecuencia y luego derivaría en el clan de Becerril.
Entre otros, mantiene amigos de esa época como Jorge Moragas y Tomás Burgos, al que ha rescatado para tenerlo cerca en la Junta de Andalucía. Como admite también otro dirigente del PP: “Le gusta controlarlo todo”. Eso se vio en sus enfrentamientos a puerta cerrada con la anterior dirección del PP de Pablo Casado para colocar a sus nombres en los congresos provinciales, librando una batalla muy dura en el provincial de Sevilla.
Encara estas elecciones con la vitola de gran favorito, soñando con esa gran mayoría absoluta. Pero desde la izquierda se encargan de recordar que no es oro todo lo que reluce. Para Teresa Rodríguez, el presidente del PP sería, lo que en andaluz se dice, un “suavón”: “Esa persona que aparentemente es el perfecto yerno, el vecino amable, pero que después te la da con queso. Con suavonería ha aprobado una ley que nos devuelve otra vez al modelo del ladrillazo y de desproteger nuestro patrimonio rural y medioambiental. Con su suavonería ha recortado los impuestos otra vez a las grandes fortunas. Le hemos dado 150 euros a las familias que llevan a sus hijos a la privada”. En ese sentido se une Inmaculada Nieto, de Por Andalucía: “Da igual que Moreno Bonilla sea un señor educado, tiene una agenda económica y social muy dañina”. Y como se ha encargado de repetir Juan Espadas (PSOE) durante toda la campaña: fue el que abrió la puerta a la ultraderecha en Andalucía, el supuesto moderado que firmó con Javier Ortega Smith el pacto de investidura.
Moreno Bonilla, el hombre sonriente que esconde sus contradicciones. El político que escucha a Sidonie, pero que también vibra en un concierto de David Bisbal. Y el que sólo deja al lado la política cuando está haciendo senderismo o porta al Cristo de la Exaltación de las Fusionadas durante la Semana Santa de Málaga. Ahora está en manos de los andaluces.