Juan Soto Ivars: "La corrección política ha convertido 'Friends' en una serie problemática"
El periodista estrena 'La Casa del ahorcado', donde explica el peligro que suponen los tabúes para la democracia occidental.
En Arden las redes (Ed. Debate) Juan Soto Ivars (1985) analizó el estado de la libertad de expresión cuando empezaron a surgir en redes sociales los llamados linchamientos digitales.
Con La casa del ahorcado (Ed. Debate), el periodista intenta dar respuesta a algunas preguntas que se le quedaron en el tintero en su anterior libro y ahonda en los tabúes como síntoma de lo que está ocurriendo en las democracias occidentales.
En un ambiente cada vez más irrespirable en las redes sociales y en la política, Soto Ivars habla de la corrección política, de la guerra cultural y de la cultura de la cancelación.
- Ada Colau ha dejado Twitter porque quiere “hacer buena política” y esta red la “aleja” de ello.
La decisión me parece muy bien. Es cierto que Twitter, por la arquitectura con la que está diseñada, fomenta que estemos enfadados e histéricos. Creo que la decisión de Ada Colau es coherente con una persona que dice que quiere bajar el tono de enfrentamiento de la política. Creo que volverá porque, desgraciadamente, los políticos necesitan la crispación cuando llega la campaña electoral. Así que imagino que el “indefinidamente” del comunicado significa hasta que haya campaña electoral.
- ¿Crees que la precariedad tiene que ver con el ambiente de crispación que se vive en las redes sociales?
Tras las crisis de 2008 perdemos la idea que nos unía a los que pensamos distinto: la idea de que los hijos viven mejor que los padres. Cuando nos damos cuenta de que eso no es así empieza la fractura tribal, de la que los tabúes son el síntoma. Hay una relación directa entre la precariedad y la desesperanza de que esa precariedad no vaya a acabar nunca. Está relacionada con el atrincheramiento. La gente se refugia en la tribu cuando parece que la sociedad no le soluciona los problemas.
- Hablas de los tabúes dentro de tu propio grupo, de tu propia tribu, ¿se puede ser taurino y de izquierdas?
Si eres de izquierdas a lo que más miedo le tienes es a la gente de izquierdas. Si eres de izquierdas y viene uno de derechas y te dice “eres un buenista”, esa etiqueta no te pone en peligro. Si tú en el grupo de la izquierda eres considerado machista, racista, o cualquier cosa, sin serlo necesariamente, por cruzar cualquiera de las líneas rojas un poco arbitrarias que hay, en lo que te has convertido es en un hereje de tu grupo y es donde empiezas a tener un problema. Los tabúes y las herejías son mucho más peligrosas en tu grupo que en un grupo contrario.
Una persona de izquierdas parece que tiene que seguir unas líneas rojas. Eso de taurino es una, también la forma de vestir. Lo explica Bourdieu: en un ambiente de tensión tribal, como son las guerras culturales, hasta los gustos musicales te pueden delatar como un enemigo. Pasa con Calamaro, que gustaba mucho a la izquierda y de pronto parece que es un poco cuñado. Hay cierta izquierda que ya no te lo va a aceptar. Pasa en todas las tribus, tanto en la izquierda como en la derecha.
- Parece que la guerra cultural es ahora una obsesión de la derecha.
La guerra cultural significa que ellos entran a la batalla que ya está planteada por parte de la izquierda. Ellos quieren dar la batalla cultural para romper una especie de hegemonía cultural de izquierdas que ellos ven que existe, que puede ser cierta o no, depende de dónde mires porque es discutible. Es una hegemonía difícil de medir porque va por barrios. Si estamos peor que hace unos años es porque la derecha ha entrado en eso. Cuando escribí Arden las redes, ese tipo de problema se veía en la izquierda, eran los que más promovían linchamientos digitales, tenia mucho de la corrección política.
Ahora, todo cambia con la entrada de los populismos tipo Trump y Vox en la guerra cultural. En el otro lado había un poco más de heterodoxia y había menos líneas rojas. Eso ya no es así porque el tribalismo de derechas está puesto en el ring y una persona de derechas se siente tan censurada por los suyos como una de izquierdas.
- ¿Son ahora más difusas esas líneas rojas?
Son arbitrarias. En el libro cuento historias de gente que no sabe que las está cruzando. James Damore es un ingeniero de Google que fue despedido por participar en un memorando sobre por qué hay pocas mujeres en los puestos de ingeniería. Él es un técnico, un tío de ciencias, pero para cierta izquierda se ha convertido en un tabú algo que parezca determinismo biológico, las diferencias de sexos. Usa esos argumentos en un documento interno para afrontar un debate sobre la brecha de género y es despedido. Él no se lo puede imaginar. Eso es lo grave, que las líneas rojas a veces las descubres cuando te encuentras que estás ardiendo en la plaza o cuando pierdes el trabajo. Mucha gente se ve metida en unos líos descomunales sin comerlo ni beberlo.
- Es lo que llaman la cultura de la cancelación.
Se ha puesto de moda en los medios progresistas de Estados Unidos y en los campus de la universidades. La cancelación al final no es que Netflix ponga un cartel en una serie antigua, la cancelación suele suponer que pierdas el trabajo.
Es un estado de la sociedad civil en el que prima la intransigencia tribal por encima de la transigencia. Una persona comete un error en alguno de los parámetros que son tabú para alguna de las tribus que tienen poder y esa persona es purgada de su puesto laboral.
- Hank Azaria, actor que dobla al personaje de Apu en Los Simpson, ha pedido perdón a la comunidad india por la voz que le ha puesto al personaje, que ha definido como “prácticamente un insulto”.
Es bastante fuerte. Ahí se ve bien como este monstruo es insaciable. Empieza por el blackface, un blanco no puede hacer de negro ni como broma. Después pasamos a los doblajes. Ha habido toda clase de actores blancos pidiendo perdón por doblar a personajes de otras razas. Actores blancos doblando a dibujos animados negros. Después de eso pasamos a las traducciones, que es un paso más. Una autora como Amanda Gorman debe ser traducida por una traductora negra. Cada vez se van devorando cosas que tienen menos que ver con el racismo.
- En un capítulo del libro enumeras una serie de noticias que te han llegado al correo electrónico: se elimina a las azafatas en bikini de los podios de la Fórmula 1, se persigue la pornografía, se tacha de pedófilo a Gauguin... Es imposible no estar de acuerdo con algunas de ellas.
Eso es lo interesante. En esa lista a mí hay cosas que me parecen mejor y peor, pero el problema lo tenemos cuando cada lector va a tener unas que le parezcan bien y otras mal. La fractura tribal se da cuando en esa lista de noticias la gente no se pone de acuerdo con qué está bien y qué esta mal, porque ahí el tabú deja de ser una cosa que une a la sociedad. El tabú es una figura simbólica que repercute en la identificación. El tabú sirve para crear cohesión. En esa lista hay unos que te gustan y otros que no, tu vecino tiene otros, el de más allá tiene otros y todo depende al final de la tribu de la que nos sintamos más cerca.
- ¿Y dónde está el famoso consenso?
El tabú de la violencia física es un tabú que hemos conseguido recientemente en las sociedades occidentales. En los 70, una manifestación sin muertos era una manifestación en la que no había habido violencia. Ahora, si se queman unos contenedores y la policía da unas hostias ya se considera que eso ha sido una manifestación violentísima. Tenemos un tabú de la violencia física más fuerte que antes y eso es muy bueno, pero se está viendo que el tabú de la violencia se está resquebrajando. Hay gente que justifica la violencia según en qué situaciones: pegar a un nazi, repeler a unos antisistema... Empezamos a ver cómo se quiebra ese tabú, que era uno de los elementos de paz social. La sociedad empieza a sentir asco hacia la violencia y, de pronto, ciertos grupos empiezan a justiciar ciertos tipos de violencia. Ahí tenemos otro síntoma de la fractura tribal. Las cosas son violencia cuando afectan a mi tribu, no cuando afectan a la tuya.
- ¿Esto a dónde nos lleva?
Hay laboratorios que nos permiten ver a dónde lleva: uno es Cataluña. Cataluña es una sociedad fracturada en torno a la tribu, donde la izquierda moderada no puede pactar con la izquierda moderada porque cada izquierda moderada tiene una bandera distinta. PSOE y ERC son dos partidos que podrían formar gobierno perfectamente, como ya lo hicieron con el tripartito, y ahora no pueden porque son de tribus en guerra. El PP y Convergencia podrían pactar, pero no pueden porque son de tribus distintas. Lo único que les separa es la bandera, porque ideológicamente son lo mismo. Nos lleva a la esclerosis de la política, a que una sociedad esté políticamente paralizada con conatos de violencia que pueden desembocar en una cosa peor. Todavía no ha pasado, y espero que no pase, pero no pinta bien el futuro en Cataluña porque las tribus están en guerra y no se mueven de su sitio.
- En España, informar sobre el rey Juan Carlos ha sido un tabú.
En la Transición se decía de coña que el rey era medio republicano, pues ha demostrado serlo porque ha demostrado que la monarquía le importa un carajo. Hasta que todo eso pasó, es verdad que el tabú de no hablar mal del rey en cierta manera unía a los españoles, era algo que generaba estabilidad y eso no es bueno porque hemos permitido que este tipo haga de su capa un sayo. Cuando cae ese tabú y empezamos a poder decir que el rey es un chorizo pasamos a un estado de inestabilidad mayor. Eso lo que hace la corrección política intentar construir tabúes pero no les sale porque eso genera fractura social.
- ¿No hay un poco de trampa en lo de la “corrección política” porque, hay de todo, pero sobresale eso de “ya no puedo hacer chistes de maricones”?
Eso es mentira porque la corrección política siempre te dice “no sé de qué te quejas lo único que ya no puedes es llamar maricones a los gays y meterte con los negros” pero es que eso no se hacía. La corrección política ha salvado al mundo de un problema que no existía. La gente racista trata igual a la gente que antes. La corrección política siempre se esconde bajo la falsa bandera de que gracias a la corrección política ya no puedes ir pegándole a los gays con una toalla mojada pero es que mentira porque no lo hacíamos y el que lo hacía lo sigue haciendo porque es un homófobo.
La corrección política es un código de cortesía helada que se impone desde una izquierda pija que nos obliga a tener una atención neurótica con las palabras que usamos. La palabra mariconez es un ejemplo, es una palabra que nadie usaba, que aparecía en una canción y que aparecía en un contexto que no podía ser tachada de homófobo. Esto es típico de la corrección política, convertir en problemático algo que no lo era. La corrección política ha convertido Friends en una serie polémica. Lo único que quiero es que se deje de mirar con una mirada neurótica cualquier manifestación cultural como puede ser Friends o una canción de Mecano. Es decir, que os dejéis de inventar problemas.
- ¿Crees que hay algo en lo que los españoles podamos estar de acuerdo? Recuerdo cuando amenazó a España un terrorista del Estado Islámico, el hijo de la Tomasa, no sé si ese fue el único momento en el que todos nos hemos hermanado gracias al humor. Cuando nos hemos sentido atacados.
O Martes y Trece o Chiquito de la Calzada. La sociedades occidentales estaban unidas en torno a la idea de que los hijos viven mejor que los padres. Sin eso, sin volver a la confianza en el futuro va a ser muy difícil que podamos convivir y reírnos de lo mismo entre distintos. La incertidumbre del futuro genera una gran violencia en el presente porque parece que cada uno tiene que mirar por lo suyo y defenderse. Por eso estamos en procesos de tribalismo que son defensivos. La feminista radical no se defiende del hombre porque odia al hombre, se defiende del hombre porque estamos en la incertidumbre y cada uno tiene que defenderse de lo que considera que a primera vista puede ser una amenaza. Esto se ve en Cataluña donde gente que sólo tiene en contra un sentimiento nacional distinto se defienden unos de otros cuando pueden estar de acuerdo en casi todo. Ya no es una cosa española el cainismo, está en Francia, en Estados Unidos, en Reino Unido... Estamos en unas sociedades que tienden hacia el plebiscito: el Brexit, Trump o Biden...
- Las elecciones en Madrid.
Claro, comunsimo o libertad. O fascismo o democracia. Todo se plebiscita. Los plebiscitos siempre los promueven las dos tribus más hábiles para imponerse en la dialéctica de la confrontación. Hay una trampa argumental porque ni hay peligro de que acabemos en una sociedad comunista, ni hay peligro de que acabemos en una sociedad fascista, ni la libertad depende de que votes a la derecha. Es ridículo.