Juan Ignacio Campos, el hombre que puede poner contra las cuerdas a Juan Carlos I
Así es el fiscal del Supremo que investiga el 'Ave del Desierto': discreto, progresista y experimentado
288 palabras. La Fiscalía General del Estado hacía público el pasado lunes un comunicado con un decreto que nadie esperaba: la Fiscalía del Supremo se hacía con la investigación sobre Juan Carlos I y las supuestas comisiones por el AVE del desierto. Casa real, en shock. El hombre que había mandado en España durante casi cuarenta años, intocable para muchos, ahora en el foco de la Justicia española por sospechas de delito fiscal y blanqueo de capitales.
¿Quién estará detrás de la investigación más delicada de la historia para Zarzuela? Tiene nombres y apellidos: Juan Ignacio Campos Campos. La fiscal general del Estado, Dolores Delgado, lo ha elegido por varias razones: su exhaustivo conocimiento de Derecho penal económico, su dilatada experiencia y por estar en la más alta categoría de la carrera fiscal.
“Le ha tocado la china”, como comenta una fuente de la Fiscalía. Campos es un hombre discreto, no se mueve entre periodistas, siempre en un segundo plano, no le gusta verse en los titulares. Pero ahora se enfrenta al caso más mediático, polémico y delicado. En los próximos meses deberá decidir la relevancia penal y si entiende que el emérito se saltó la ley en ese oscuro episodio de comisiones, adjudicaciones, sociedades panameñas y envíos de dinero desde Arabia Saudí.
Y a Campos no le va a temblar la mano, como comentan allegados. “Tiene una trayectoria impresionante”, relatan fuentes fiscales cercanas al designado, que avalan su “reconocido prestigio” dentro de la carrera. Pero no solo entre fiscales, también tienen buena imagen de él jueces, notarios, registradores, abogados del Estado. Nunca ha buscado la polémica, no tiene demasiados enemigos entre las togas.
“No es mediático, no le gusta dar entrevistas, es muy cercano a todos los compañeros”, comenta una compañera de profesión. Una carrera en la que ingresó ya en el año 1978. Más de cuarenta años y una experiencia que pocos tienen, arrancando su vida profesional en esta Barcelona de la Transición y de los primeros años de la Democracia.
Pero su vida profesional siempre ha estado unida a la capital, desde que fuera destinado en 1982 a Madrid. En la Villa y Corte logró su primer gran puesto en 1990 como teniente fiscal de la Fiscalía Provincial y lograría su gran ascenso en 1996 como fiscal del Tribunal Supremo, obteniendo el puesto de fiscal de Sala en el año 2005. Un currículum brillante que alcanza su cota más alta en 2012 como fiscal delegado en materia de delitos económicos, puesto que ocupa ahora y que le ha valido para ser designado para la investigación de Juan Carlos I.
Un hombre que siempre está entre libros, como dicen personas de la carrera y de su entorno. “Sesudo”, repiten muchos. “Es un libro abierto, una persona que sabe muchísimo, tiene una formación excelente”, ilustra un fiscal. Y el cariño que le tienen en su profesión también viene porque ha sido preparador de oposiciones de compañeros, no solo fiscales, también de magistrados.
A pesar de su experiencia, ¿puede sentir el vértigo de llevar este caso? Todos los consultados lo niegan. Y hablan de su trayectoria. Entre los casos en los que ha desempeñado un papel importante está, por ejemplo, Malaya (la trama de corrupción en el Ayuntamiento de Marbella). Pero también interrogó a Luis Bárcenas por el caso Gürtel y por sus manos han pasado muchos episodios de terrorismo. De comisiones y delitos económicos relacionados con la Administración sabe muchísimo, como se pudo comprobar durante la investigación de Terra Mítica, recuerdan fuentes fiscales. En el Madrid de los noventa también jugó un papel clave como fiscal en el caso del asesinato de Lucrecia Pérez, tiroteada por jóvenes de ultraderecha y el primer episodio de racismo que impactó a España. En su alegato lo dejó claro: murió porque era “extranjera, negra y pobre”.
Su designación por parte de Delgado tiene que ver especialmente por su papel como fiscal delegado en asuntos económicos. “Es un hombre que es prácticamente una enciclopedia”, recuerda otro fiscal cuando se le pregunta por la complejidad que conlleva el caso de Juan Carlos I, en el que se mezclan sociedades panameñas, cuentas en Suiza y comisiones internacionales.
Un hombre también de carácter progresista, que está ligado a la Unión Progresista de Fiscales, a la que pertenece la propia fiscal general, Dolores Delgado, exministra de Justicia con Pedro Sánchez y cuyo nombramiento levantó fuertes críticas de la oposición. ¿Puede suponer esto un sesgo a la hora de tratar un asunto de la casa real?, es la pregunta que muchos se hacen. Fuentes fiscales que lo conocen responden: “Lleva casi toda la vida, tiene una experiencia dilatada. Lo hará estupendamente, con absoluta objetividad, con diligencia y exhaustividad. Es una de las cabezas más brillantes, que se le critique por ser progresista se cae por su propio peso”.
Campos es muy discreto y serio en su trabajo, pero sus allegados también resaltan que en las distancias cortas tiene un gran sentido del humor y no hace alarde de su categoría como fiscal de primera. Y tomándose algún café o algún vino con compañeros suele hablan de libros o de fútbol.
“Es una persona agradable, que siempre te atiende, tiene buena cabeza y experiencia”, dice otra persona que se lo cruza por los tribunales: “Es una persona discreta, con sus casos, con sus libros, es mucho de libro”. Nada que ver, comenta, con otros “fiscales mediáticos” como la propia Delegado o Eduardo Torres Dulce. “Siempre ha sido discreto, lo seguirá siendo, lo que es mediático es el caso”, añade, e indica: “No le hace mucha gracia salir en la tele. Hablamos de un fiscal, no de un político”. Y con formas “muy educadas”.
Sobre la mesa se encuentra ahora con una investigación en la que debe delimitar la responsabilidad de Juan Carlos I desde junio de 2014, momento en el que abdicó y dejó de ser inviolable. Pero el caso recae en el Supremo porque se hizo entonces una ley exprés por la que se aforó al emérito, además de a la reinas Sofía y Letizia y la princesa de Asturias. En la propia Fiscalía reconocen las “complejidades técnicas” del caso, por lo que se ha nombrado a un equipo para que lo ayude conformado por otros tres fiscales del Tribunal Supremo.
Un caso que supone otro cohete propio contra la Monarquía y cuyas consecuencias todavía no se saben. Por el momento Zarzuela ha decidido guardar silencio sobre esta investigación y después de que en plena pandemia, el día después de que se decretara el estado de alarma, Felipe VI hiciera público a través de un comunicado que renunciaba a la herencia de su padre y que le retiraba a Juan Carlos I la asignación anual por parte del Estado.
Ahora, el futuro de Juan Carlos I y de la imagen de la corona está en manos de Juan Ignacio Campos. Y todos los que le conocen lo respaldan: actuará conforme a la ley, por muy rey emérito que sea el que esté al otro lado.