Juan Espadas la cara y Olona-Bonilla la cruz
Vox ha polarizado la política española y andaluza hasta el punto que los partidos democráticos pedimos una movilización ideológica frente al nuevo fascismo.
En Andalucía nos jugamos mucho el próximo 19 de junio en las elecciones al parlamento andaluz. Hay dos alternativas en juego: se opta por la radicalidad de un Gobierno de derechas con Vox, Olona-Bonilla, o elegimos la socialdemocracia andaluza y europeista de Juan Espadas que propicie el cambio en Andalucía.
Con la irrupción de la ultraderecha se ha producido la polarización tanto en la sociedad como en la política española. Las señas de identidad de Vox son el populismo, la mentira y la provocación permanente, el negacionismo, la crueldad con el extranjero pobre, el catolicismo militante, la intolerancia con los derechos y libertades individuales y colectivos y la comprensión con la desigualdad. Vox es una auténtica máquina de esparcir odio. Para Vox no todos podemos ser iguales, porque siempre habrá siervos y vasallos como en la Edad Media.
Un partido que dice ser constitucionalista y que sin embargo ni cree en el Estado Social, ni en el Estado Democrático, ni en el Estado de Derecho. Es un partido que renueva el fascismo español, que añora el franquismo y que utiliza la democracia para acabar con la democracia. Un partido que engaña y atrae a la gente joven con una falsa épica política y con un frentismo impropio de una democracia consolidada. Un partido que lo niega todo y se niega a todo, su principal y único cometido es destruir lo que entre todos hemos construido durante los últimos cincuenta años de democracia. Se presentan a las elecciones autonómicas andaluzas para acabar con la autonomía andaluza, para conseguirlo han elegido a una agitadora alicantina vestida de faralaes, llamada Olona.
Olona es a la democracia lo que Putin a la paz. Olona vomita a los pies de Moreno Bonilla. Le agriará la campaña electoral. Ella le detesta y ridiculiza. El papel que le ha asignado Vox a Olona es forzar al PP a llegar a un acuerdo de gobierno que los blanquee y normalice, como ha ocurrido en Castilla León, lo que ellos consideran un paso más para llegar a la Moncloa. Moreno Bonilla no quiere a Olona pero la necesita. Tendrá que asumirla y siente pánico a ser devorado por su histrionismo. Le tensa, le agita, le aturde.
Con la fuerte irrupción de Vox y por las posibilidades de que acceda al Gobierno andaluz con el PP, las elecciones andaluzas serán de las más ideologizadas de las últimas décadas. A medida que nuestra democracia ha ido avanzando, nuestra motivación para votar ha cambiado. Al comienzo de nuestra joven democracia, el voto fue más ideológico porque veníamos de 40 años de dictadura franquista. Siendo estudiante universitario, yo fui votante de la Liga Comunista. En Sevilla, donde estudiaba entonces, amanecía un día las calles con las pintadas de Fuerza Nueva de banderas de España y la noche siguiente los partidos de extrema izquierda las repintaban con banderas de Andalucía. La tensión social y política se mascaba en el ambiente. La autonomía de Andalucía, no aceptada por la derecha en su dimensión más amplia, nos movilizó aún más a los andaluces y acudimos masivamente a las urnas el 28 de febrero de 1980.
Legislatura tras legislatura, al igual que ocurrió en la sociedad, las opciones políticas se fueron moderando y el voto mayoritario se concentró en el centro derecha y en el centro izquierda. Pero parece que ahora volvemos a la casilla de salida. Vox ha polarizado la política española y andaluza hasta el punto que los partidos democráticos pedimos una movilización ideológica frente al nuevo fascismo.
El papel que juega el PP en este tenso tablero no puede ser más decepcionante. Su único interés es mantener el poder a costa de lo que sea. La obsesión del PP por el poder. No es cuestión de principios ni de convicciones. La derecha española siempre ha considerado que nadie más que ellos están legitimados para ejercer el poder y es por ello que nunca han aceptado el Gobierno Progresista de Pedro Sánchez. A pesar de renegar de Vox, el PP se sirve de la ultraderecha para alcanzar los gobiernos municipales, provinciales y autonómicos, y estoy seguro que también lo harían a nivel nacional si fuera posible desbancar a Pedro Sánchez del Gobierno de la Nación. El PP no está respetando el cordón sanitario que los partidos de derechas europeos le han hecho a la ultraderecha. Pura hipocresía política, más que defender la democracia lo que les interesa es el poder.
Pero además del voto ideológico para frenar al fascismo, hay suficientes razones crematísticas para impulsar un cambio de Gobierno. Andalucía en esta última legislatura ha estado gobernada por las derechas de PP y Ciudadanos, con el apoyo de Vox. Una legislatura perdida para Andalucía, sin pulso alguno y mal gestionada. Dedicado el Gobierno andaluz a desarrollar, a rastras, las políticas y recursos puestos en marcha por el Gobierno de Pedro Sánchez para hacer frente a la pandemia. En Andalucía ha aumentado el paro, se ha producido la fuga de empresas a otras CCAA, el peso industrial ha bajado del 10%, la inversión extranjera ha caído un 40%, los servicios públicos que presta la Junta de Andalucía como son la sanidad, la educación y la dependencia, se han deteriorado y precarizado en muchos casos, con despido masivo de profesionales y desaparición de unidades educativas, las universidades andaluzas han sufrido el mayor recorte económico de su historia y los parques tecnológicos andaluces, que debiesen ser impulsores del progreso y la innovación, han sido dejados a su suerte.
El cambio en Andalucía viene de la mano de Juan Espadas. Una persona comedida de carácter, trabajadora e inteligente. Tiene Andalucía en la cabeza. En su larga y amplia experiencia política ha demostrado sin lugar a dudas su enorme capacidad de diálogo y de resolución de conflictos. Su actitud proactiva es una apuesta por lo seguro. No hay problema del que se esconda ni solución que se niegue a aplicar. Espadas representa el progreso, avanzar en derechos, mejorar los servicios públicos y saber gestionar con eficiencia los recursos autonómicos.
Olvidándome de que soy socialista, mi dinero siempre lo pondría en manos de Juan Espadas que sé que lo gestionará mucho mejor que Moreno Bonilla, que entretenido en las ferias y festejos populares y en tejer alianzas con la élite social y económica de Andalucía, no le da importancia alguna a la gestión del dinero público.
Espero que el pueblo andaluz no se conforme con los besos y abrazos de Moreno Bonilla, con su levedad y su banalidad, ni se motive con las provocaciones de Olona, y que sí apueste por la sensatez de Juan Espadas y por las siglas del PSOE que nos garantizan el avance en progreso, igualdad y justicia social, justo lo que Andalucía necesita. Juan Espadas es la cara y Olona-Bonilla es la cruz, los andaluces decidiremos lo mejor para Andalucía.