En qué momento se jodió Juan Carlos I
¿Por qué el emérito ha llegado a esta situación cuando lo tenía todo?
“¿En qué momento se había jodido el Perú?” Así arranca Conversación en La catedral, de Mario Vargas Llosa. Precisamente el ganador del premio Nobel de Literatura aparecía hace un mes en un vídeo gritando “Viva el rey”. Un mensaje de apoyo a Felipe VI, a la monarquía y al pacto constitucional “hoy erosionado”, según Libres e Iguales. Todo ello con Juan Carlos I en Emiratos Árabes Unidos, cercado por las investigaciones judiciales y sin visos de volver a España.
Las noticias salpican cada día al emérito. Y la pregunta sería: ¿En qué momento se jodió Juan Carlos I? Aquel monarca alabado por los españoles durante décadas, uno de los símbolos del camino a la democracia, el campechano y el mejor embajador del país allende los Pirineos. En la casa real no ganan para disgustos, con la Fiscalía abriendo ya una tercera investigación sobre el emérito por blanqueo de capitales.
Esta se une a las líneas abiertas por las cuentas en Suiza del emérito y el presunto cobro de comisiones por los contratos del AVE a La Meca. Y, además, en el punto de mira de las investigaciones de la Fiscalía está el uso de tarjetas opacas, que podrían afectar a otros miembros de la casa real como la reina Sofía (que hasta ahora había permanecido al margen de los oscuros movimientos de su marido). Hasta la yegua Dibelunga de Victoria Federica está siendo analizada.
Lejos queda aquel Juan Carlos I que hacía vibrar a un país. Ese ‘patrón’ de la casa real que hacía las delicias de una España en pleno apogeo, aquel sabor del 92. Ya no es hoy aquel hombre con el que lloró media España mientras inauguraba los Juegos Olímpicos de Barcelona y el país bailaba al son de Los Manolos mientras su hijo portaba la bandera de España por el estadio de Montjuic.
¿Por qué se torció? ¿Por qué ha llegado a esta situación? ¿Qué se le pasó por la cabeza? ¿Nadie le dijo nada? ¿Le hacía falta hacer estos negocios cuando tenía la vida resuelta? ¿Le ganó la persona al monarca?
“Es un proceso larguísimo”
Carlos Mínguez, responsable de información de casa real en la Agencia Efe entre 2004 y 2008, cubría a diario la actividad de Zarzuela y viajó con los reyes a lo largo y ancho del mundo. Relata aquellos días: “En ese momento era el don Juan Carlos sobre el que había pocas dudas, cumplía su papel. Y si había dudas, no se hablaba de ello. Ejercía su labor, como imagen de España, a rajatabla. Recuerdo ese viaje al rancho de George Bush por Acción de Gracias, tras el enfrentamiento con Zapatero. Era el rey Juan Carlos que gozaba de prestigio”.
“Conocer lo que hemos conocido y vivir lo que hemos vivido… me ha defraudado radicalmente. Lo que me pregunto es cómo ha podido ocurrir esto, cómo hemos podido llegar a estos extremos. ¿No ha habido nadie que le haya parado los pies? Me pregunto qué hacían los jefes de la casa, qué hacían los gobiernos del PSOE y del PP, estoy convencido de que esto se sabía”, reflexiona.
Continúa Mínguez: “A esto se llegó porque él se creyó que era invulnerable, que como se le había consentido todo pues que no iba a tener ningún problema”. “Creo que pensó que tenía bula, que no iba a conocerse nada. Hizo lo que le dio la gana y no tenía límites”, apostilla el periodista.
“¿Cuándo empezó? Creo que es un proceso largo no, larguísimo. No es a raíz del famoso safari. Creo que viene de mucho antes. Había sospechas, indicios, rumores, pero nadie pudo pensar que iba a ocurrir lo que ha ocurrido”, sostiene, para subrayar que también tienen responsabilidades “los sucesivos gobiernos, la propia casa y la prensa”.
La imagen que tiene hoy el emérito entre los españoles dista mucho de la de aquellos años. Mínguez lo recuerda: “Era el rey del que todo el mundo habla, simpático, abierto, divertido, muy cercano, aunque siempre había un foso entre la familia y los periodistas”. “Ese rey dicharachero hacía sentir bien a los que le rodeaban”, añade. Pero comenta: “Nadie ha sabido pararle los pies, creo que lo intentó José Joaquín Puig de la Bellacasa cuando lo nombraron jefe de la casa y duró poquísimo. Creo que la caída de Sabino estuvo también motivada por eso”.
Cuando dejó de hacer la información de la casa real “ya se empezaba a hablar de Corinna, se rumoreaba”. No obstante, Mínguez indica que hay que ser “justos y diferenciar” entre lo que se está sabiendo y su legado como monarca. “La lástima es que se hable más de este final que del principio, nadie puede negar lo que hizo en los años de la Transición y mucho tiempo después, nadie puede negarle el mérito”, reflexiona.
Al hilo, manifiesta: “Veremos a ver cómo se cuenta la historia, personalmente diferencio una cosa de la otra. Vamos a ver luego en qué queda y lo que dice la Justicia. Pero seguiré valorando siempre su papel y lo que hizo para que España pasara de una dictadura a una democracia. No puede ser juzgado exclusivamente por este final, hay que valorar su gestión como rey. Y esto que estamos viendo es el ser humano”.
“Se sentía intocable, protegido por todos los poderes”
Según explica Alberto Lardiés, autor de La democracia borbónica, “lo que ha pasado es que buena parte de los ciudadanos españoles han confiado en él durante tres o cuatro décadas y lo han visto como alguien ejemplar en su comportamiento y lo que se ha descubierto es que no era así”.
“Juan Carlos ha tenido un modus operandi de sentirse completamente intocable, no sólo por la inviolabilidad que dice la Constitución, sino porque se veía completamente protegido por todos los poderes políticos, económicos y mediáticos de este país durante años y creyó que tenía patente de corso para hacer lo que diera la absoluta y real gana”, agrega.
Para Lardiés, “los escándalos de ahora son muy impactantes para la gente y más en una época como esta, pero la realidad es que cualquiera que siguiera información en lo 80 y 90 ahí estaban Manuel Prado de Colón de Carvajal, su mano derecha, su amigo De la Rosa, o Mario Conde, amigos peligrosos”.
¿Pero por qué lo hace cuando no tenía ninguna necesidad? Lardiés responde: “Es una mezcla de gusto por el lujo, de pegarse la vida padre, de vivir muy holgadamente y moverse con la aristocracia y millonarios. Hay un poco también de dejadez, por esa manga ancha que ha tenido el sistema con él”.
El rey emérito está en los Emiratos pero “está haciendo mucho daño a la institución, empezando por su hijo”, añade el también autor de La corte de Felipe VI. Para Lardiés es pronto todavía para saber si es efectivo el cortafuegos que puso Zarzuela con ese duro comunicado en marzo, pero ve que el actual rey tiene “algo a su favor: la clase política que tenemos”. “Ahora mismo estarían todos los mimbres para que hubiera una crisis constitucional, pero a favor del rey actual juega la mediocridad y la forma de comportarse de la clase política. El nivel del debate, la falta de acuerdos en mitad de la pandemia, la crispación y el choque… mucha gente dice ’pues parece que Felipe VI no es mangante y mira lo otro”.
La teoría de los dos cuerpos del rey
Sergio Vila-Sanjuán, reciente Premio Nacional de Periodismo Cultural y autor del libro Por qué soy monárquico, sostiene que esta evolución de la figura de Juan Carlos I es “un gran enigma para los psicólogos”. “Si nos centramos en su papel histórico, ha sido muy importante. De alguna forma es el rey que lidera la reconstrucción de la democracia española y para el golpe de Estado. En los primeros 25 años de su reinado encarna esta imagen de una España que vuelve a ser enérgica y que tiene proyección internacional, además de culturalmente rica. Esa España del 92. Todo esto es indisoluble de la figura del rey”, indica.
Pero luego está esa última fase con una imagen “que no es buena para la corona”. “Es un rey que tiene dos caras. Me refiero en mi libro a una teoría medieval que es la de los dos cuerpos del rey, que formuló el historiador de Kantorowicz, que ya decía que a un rey hay que juzgarlo en dos niveles diferentes: uno por su papel institucional y otro como ciudadano normal susceptible de debilidades y errores”, disecciona el periodista.
“A Juan Carlos I vamos a tener que verlo en estas dos facetas intentando separar las dos. No nos olvidemos de que es un rey que ha abdicado y que ya no está en el primer plano”, ahonda defendiendo que la institución es “positiva” para el país.
¿En qué momento se jodió el Perú… o Juan Carlos I?