Jean Schopfer, el tenista que firmaba con pseudónimo
Yannick Noah fue, en 1983, el último tenista francés en ganar sobre las pistas de Roland Garros. Lo hizo ante el sueco Mats Wilander (6-2 7-5 7-6) después de haber doblegado, en tres mangas, al número uno mundial por entonces, Jimmy Connors, previamente, en el choque de Cuartos de Final del torneo. El triunfo del vigente capitán de Copa Davis y Copa Federación de la selección gala es la marca a igualar por alguno de los tenistas del país anfitrión del segundo Grand Slam del año que compiten, temporada tras temporada, por salir airosos con una corona destinada, hasta en nueve ocasiones, para el mallorquín Rafael Nadal.
Lejos quedan los ocho triunfos del local Max Decugis, el francés que más veces ha alzado el trofeo en París a la par que nombres históricos sonados, como los 'mosqueteros' Cochet o Lacoste, entre otros, que advienen al recuerdo lejano de una época donde Francia era escaparate del mejor tenis.
Pero son pocos los que recuerdan a una figura como Jean Schopfer en el Grande de la arcilla por excelencia; cuando este ni siquiera había adoptado la nomenclatura de Internacionales de Francia- a partir de 1925- comúnmente denominado Roland Garros en honor al aviador del país que falleció un mes antes de que finalizase la Primera Guerra Mundial.
No solo el tenis ocupó su vida
La importancia de la figura de Jean Schopfer es ambivalente. Por un lado, quedará en los libros de Historia del tenis por haber sido el primer ganador francés de los, inicialmente, Campeonatos Franceses Amateurs –ahora Roland Garros- allá por el año 1892, solo doce meses después de que se inaugurara el torneo con la victoria del británico H. Briggs. Por otro, su pluma será una de las más destacadas en la literatura gala del siglo XX.
Schopfer levantaría, en aquel 1892, su único gran torneo sin saberlo, ya que la denominación de 'Grand Slam' a los cuatro eventos más prestigiosos del tenis –Open de Australia, Roland Garros, Wimbledon y US Open- data de 1933 en adelante cuando fuera utilizada, por primera vez, por el periodista del diario The New York Times, John Kieran.
Fue hijo de una familia francesa, protestante y exiliada en Suiza, y se licenció, en letras, en la Escuela del Louvre después de haber estudiado en La Soborna para ser periodista. Políglota donde los hubiera, hablaba, además del francés, ruso, inglés, alemán y algo de persa y llegó a colaborar con diarios como Le temps o Le Petit Parisien. Fue a la edad de 31 años cuando, definitivamente, arrancó su carrera como escritor bajo el pseudónimo de Claude Anet.
Obras como El viaje ideal en Italia, La Revolución Rusa o Mayerling, la última de sus creaciones basada en el hecho histórico de la muerte del Emperador Francisco José I y su amante la baronesa de Vetsera en el año 1889, destacan entre una producción bibliográfica donde se distingue la novela Ariane, muchacha rusa.
Este libro, publicado por Anet, en 1920, es un romance que tiene como protagonista a una joven que trata de encandilar, gracias a su astucia y a su ingenio, a un hombre maduro y seductor llamado Constantin Michel y que fue adaptado al cine por el director Billy Wilder, en el año 1957, como Amor en la tarde con Audrey Hepburn y Gary Cooper en el reparto.
En Schopfer confluyeron dos mundos que se unieron hasta el 9 de enero de 1931, cuando una septicemia generalizada por todo su organismo acabó con la vida del primer francés de 15 diferentes que conquistó el trofeo en Roland Garros.