Javier Gutiérrez: "Las series han pasado a peor vida"
"No me gustaría tener la sensación de que causo hartazgo con mi trabajo", explica el actor, que estrena la tercera temporada de 'Vergüenza' en Movistar+.
No hay actor vergonzoso delante de las cámaras, pero son muchos los tímidos cuando se apaga el piloto. El que no tiene ningún pudor pero sí provoca mucha vergüenza ajena es Javier Gutiérrez. O mejor dicho, su personaje en, valga la redundancia, Vergüenza, que estrena tercera temporada en Movistar+ el viernes 14 de febrero.
Javier Gutiérrez lleva más de 20 años dedicado a la interpretación, ya sea en pantalla grande, pequeña o en los escenarios. Aunque lo cierto es que su omnipresencia va cada vez a más. Sin embargo, no le gustaría “estar en todas partes”, asegura.
En 2005, Josico se metió en el bolsillo a la audiencia de Telecinco con Los Serrano; en 2009, Sátur hizo lo mismo con Águila Roja en TVE y en 2017 lo consiguió con Manuel Márquez en Estoy vivo, también en TVE.
Pese a ello, fue con La isla mínima, que le dio su primer Goya a Mejor actor, con la que se mostró como un intérprete mayúsculo del cine. Desde entonces, es raro que no esté nominado en una edición. De hecho, encadenó tres nominaciones consecutivas de 2016 a 2018 y, en una de ellas, también se llevó el galardón, por El autor.
Parece que a Javier Gutiérrez le da un poco de reparo escuchar que siempre está en activo o con algún proyecto en el horizonte. Nada que ver con la imagen que proyecta su personaje en Vergüenza, como demuestra en esta entrevista con El HuffPost.
¿Eres ‘un Antonio de la Torre’? Estáis en todas partes.
No sé si estoy en todas partes, pero no me gustaría estar en todas partes. No sé, es cierto que determinados actores tienen un volumen de trabajo muy grande. Todas las de Antonio (de la Torre), estoy de acuerdo, Luis Tosar... estamos en un lugar privilegiado teniendo en cuenta la cantidad de actores que está en el paro, que no gozan de la misma situación y no pueden encadenar un trabajo con otro. Pero sí, es cierto que no me gustaría tener el don de la ubicuidad, o tener la sensación de que causo hartazgo con mi trabajo.
Da igual que sea teatro, cine o televisión, siempre nos encontramos contigo.
Por eso trato de combinarlos. Esta serie se terminó hace casi un año. Uno no maneja los tiempos a la hora de estrenar ni maneja que coincidan en el tiempo diferentes proyectos. Es cierto que estamos muy presentes, pero bueno. Siempre que sea con buenos trabajos, de calidad, y proyectos que interesen al público, bienvenidos sean.
¿Qué se podría hacer para ayudar a esos compañeros que cobran menos de 3.000 euros al año o a los que ni siquiera encuentran trabajo?
En esta profesión la suerte es importante. Obviamente, tiene que venir acompañada de talento o de manejo del oficio y estar preparado para cuando te toca. Creo firmemente que todos vamos a tener nuestra oportunidad, y hay que aprovecharla. Es un oficio muy hermoso, pero también muy cruel, porque puedes estar en el dique seco y parado una larga temporada, pero también ofrece regalos a la vuelta de la esquina. Me ha pasado con compañeros que estaban en paro y después de una prueba, o cinco, se convierten en protagonistas de una serie de televisión que se perpetúa en el tiempo con muchas temporadas, y pueden vivir de su profesión y gozarla como el que está trabajando de manera continua.
Vergüenza es una de esas series longevas, al menos la más longeva de Movistar+. ¿Qué tiene esta serie para convencer tanto?
Para empezar, estuvo 10 años en un cajón esperando su momento, a que alguien apostara por ella. Con la irrupción de las nuevas plataformas, decidieron que una comedia como ésta encontrara un hueco y funcionara en el formato que funciona, en capítulos de 30 minutos. Es una comedia irreverente, políticamente poco correcta, transgresora. Ese ha sido el acierto, esperar la oportunidad y haber conseguido ahora, con la tercera temporada, ser la serie más longeva de la plataforma. Sale de la buena ficción que hay ahora y abre una nueva brecha: es una forma de hacer comedia inusual, desde la irreverencia. Es una comedia poco complaciente para los espectadores.
Hablas de esa buena ficción. Como profesional que vive la realidad de las dos partes, de la televisión y de la gran pantalla, ¿crees que las series están acabando con el cine?
No. Con el cine está acabando la forma de consumir cine y de consumir televisión. El cine —con esa idea romántica de disfrutar de una película con la sala a oscuras, en una pantalla grande, en soledad o acompañado— no es equiparable a ver una película en el móvil, en una tablet o en el salón de tu casa. La experiencia es completamente diferente. Con las series pasa lo mismo: la forma de consumir televisión y la televisión que nos depara el futuro... En las cadenas generalistas la ficción va a ocupar un lugar mínimo, ya no se ven series de televisión con unos porcentajes de audiencia del 30%, eso sí lo pueden vivir los realities, los eventos deportivos o las noticias cuando ocurre algo gordo.
Entonces, ¿la ficción ha pasado a mejor o a peor vida?
Las series han pasado a peor vida en este caso, y se van a disfrutar en las plataformas, de forma compulsiva, maratonianamente en un fin de semana. Los espectadores ya no tienen que esperar al día elegido por la cadena para verla.
Se consumen series a modo maratón y cada vez se extiende más la idea de que un espectador no ve una película porque ya no aguanta más de 50 minutos delante de la pantalla. No deja de ser contradictorio...
Sí, son prejuicios también. Sí, es cierto, se consumen de manera compulsiva las series, y una película que pasa de la hora y media nos cuesta.
¿Cuál es el peor mal de un actor?
La peor enfermedad de un actor es que no suene el teléfono. Todos queremos trabajar, interpretar, lidiar con las emociones y que lleguen al espectador, queremos ser contadores de historias, una pieza del engranaje. Esto es como el delantero centro, necesita minutos para meter goles, nosotros necesitamos hilar el trabajo, es decir, que el trabajo retroalimente al trabajo, que no haya parones de larga duración, que no te coma la ansiedad por esas ganas de que suene el teléfono. Un actor, con trabajo o sin trabajo, siempre se va a sentir actor. A la vuelta de la esquina va a estar esa oportunidad que le permita demostrar su talento.
Tu visión es optimista.
Creo que tiene que ser optimista. Cada vez cuesta más, pero las plataformas han conseguido dar mucho trabajo a actores, guionistas, técnicos... El abanico laboral se ha abierto de una forma que antes era impensable.