Blanca Suárez es una cazadora de nazis en 'Jaguar': ¿existieron de verdad en España?
Cuánto hay de ficción y cuánto de Historia en la serie de Netflix.
Madrid. Años 60. Isabel Garrido (Blanca Suárez), una superviviente del Holocausto, se une a un grupo que busca llevar ante la justicia a los nazis que se ocultaron en España tras la II Guerra Mundial. En concreto, va tras la pista de Otto Bachmann, conocido como el hombre más peligroso de Europa. El nombre en clave del grupo de agentes es el mismo que da el título a la serie que se ha estrenado en Netflix esta semana, Jaguar.
Ese es el punto de partida de una de las grandes apuestas de la plataforma para esta temporada. “La idea surge porque empezamos a trabajar con Netflix y les pregunté qué era lo que les estaba funcionando bien en la plataforma y me dijeron que ’todo en lo que hubiera nazis, funcionaba”, explica a El HuffPost Ramón Campos, cocreador de la serie junto a Gema R. Neira y cofundador de Bambú Producciones. “Nos pusimos a documentarnos de qué historias podíamos desarrollar y queríamos además que la protagonista fuera Blanca Suárez”, añade.
Es indudable la curiosidad que despierta la trama que, obviamente es ficción, pero, ¿cómo de fiel es a la Historia? ¿Hubo realmente cazadores de nazis en España en esos años?
España, destino ideal
El propio Campos describe la serie como “una historia inspirada en hechos reales sobre los nazis que cruzaban España y la historia de los españoles que fueron apresados durante la Alemania nazi en los campos de concentración”.
Para entender la relación de esos nazis con nuestro país hay que echar la vista atrás. “Durante la II Guerra Mundial hubo una intensa actividad nazi en España”, afirma David A. Messenger, profesor de Historia en la Universidad de South Alabama y autor del libro La caza de nazis en la España de Franco. Por un lado cita la actividad económica, “especialmente por el wolframio, mineral utilizado para la fabricación de armas” y por otro la militar, “por los barcos que repostaban en los puertos españoles en el Atlántico”. Todo esto, en una España plagada de espías “que los Aliados enviaron a los países neutrales para controlar sus movimientos”.
Además, subraya que desde 1943, los nazis “movieron dinero a través de España hasta Sudamérica y otros lugares, porque los bancos españoles tenían muchas conexiones con América”.
Como calcula, en 1939 había “alrededor de 5.000 alemanes en España. En 1944, unos 21.000”. La mayoría se instalaron en las principales ciudades. Como explica, “los de Madrid eran personas más ligadas al régimen. En Bilbao, más relacionadas con los negocios, sobre todo por los minerales del norte de España, y en Barcelona y Valencia, una mezcla de ambas cosas”.
“Tras la guerra, estas personas construyeron sus conexiones y sus lazos en España”, apunta, y muchos de ellos formaron familias aquí y consiguieron “sus contactos” dentro del régimen y de empresas importantes. Algunos eran católicos, por lo que estaban cómodos en España: “Y extendiéndolo a la política, si no eres muy demócrata, España no lo era”.
Inspiración vs. historia
La serie, como aclara Ramón Campos, también está inspirada en la historia del médico nazi Aribert Heim, “muy interesante porque nunca se encontró su cadáver y no hay una claridad sobre dónde murió. Es el conocido como el Mengele de Mauthausen, nunca se supo qué fue de él. Se supo que salió de Alemania pero hay múltiples teorías sobre que acabó en Egipto, en Canadá, en Sudamérica, incluso en Turquía”.
“Aprovechando esa laguna de información nosotros contamos la historia inspirada en un grupo de supervivientes del holocausto que dicen que lo mataron en Canadá. A partir de ahí nosotros recreamos nuestros supervivientes y contamos la historia de cómo intentan darle caza en España”, agrega.
En su libro, el historiador Messenger se centra en los esfuerzos de las autoridades españolas por encontrar a los nazis hasta finales de los 40 pero, como apunta, “había individuos que lo hacían por su cuenta”. Mención obligada es la de Simon Wiesenthal, superviviente del Holocausto y el cazador de nazis más popular en Europa en los 70 y 80. “No diría que había muchos como él pero no es insólito”, afirma sobre él.
Sobre la existencia de estos cazadores en España, tiene sus reservas: “La mayoría de los alemanes que se quedaron en España trabajaban para el régimen nazi o para empresas alemanas. Hubo un pequeño número de gente que vino a España que en realidad estaban huyendo por haber cometido crímenes de guerra, pero es el grupo más minoritario. Los cazadores de nazis, en cualquier era, iban detrás de personas que habían cometido crímenes de guerra”.
“No sé si realmente fueron a España”, opina. Como en la España de Franco los nazis “no tenían que vivir muy escondidos, no era tan difícil encontrarlos, pero no había tanta oportunidad de sacarlos porque las autoridades realmente no iban a arrestarlos”.
El hombre más peligroso de Europa
Para el proceso de escribir la serie, Campos cuenta que leyeron “una cantidad ingente de información” pero decidieron no acudir a expertos porque querían desarrollarla ellos mismos desde su punto de vista.
También estuvieron “al habla” con la Asociación de Prisioneros de Mauthausen en España y, por ejemplo, ellos les ayudaron a resolver un punto clave: “En Mauthausen no había mujeres y nuestra protagonista lo era. Esa es la explicación de por qué Isabel acaba trabajando en la casa del comandante”.
Otro punto de conexión con la realidad es el personaje de Otto Bachmann, el objetivo de la protagonista. Está inspirado en Otto Skorzeny, ingeniero civil y coronel austriaco de las Waffen-SS, pero decidieron no darle ese apellido.
“Queríamos que Bachmann hubiese tenido una implicación en la vida de Isabel matando a su padre y Skorzeny nunca estuvo en Mauthausen. Sí que se dice que fue el hombre de Odessa en España [red que ayudaba a escapar a nazis a través de países como España], sí que estuvo en la operación de salvamento a Mussolini, por ejemplo, y se le conocía como el hombre más peligroso de Europa, pero no estuvo nunca en Mauthausen”, subraya.
“Como nos queríamos saltar ese pequeño detalle de la realidad, lo que decidimos fue cambiarle el nombre. Nos parecía que era más legal con el espectador cambiarle el nombre que poner a un personaje real en una situación en la que nunca estuvo”, puntualiza.
Respeto por la Historia
Los creadores de Jaguar quisieron que todo el equipo, desde los actores hasta el personal técnico, fuera consciente de que estaban trabajando con un “material muy sensible”.
“Lo primero que le pedía a todo el mundo era que viese un documental que rodaron los Aliados cuando entraron en la Alemania nazi. Cuando Eisenhower vio lo que habían hecho en los campos de concentración, pidió que todos los directores de cine del ejército americano que estaban en ese momento cogiesen cámaras y grabasen para registrar lo que había pasado allí, porque decía que si no el mundo no se lo iba a creer”, rememora Campos.
Más allá de entretener, con Jaguar querían “contarle al mundo esta historia que la mayoría de la gente no sabe: que hubo españoles en los campos de concentración. Y esos españoles, cuando fueron liberados, eran apátridas, no tenían dónde volver. En España estaba Franco. Fueron enviados a Francia, cada uno tuvo que empezar una nueva vida en un lugar distinto... Toda esa historia nos parecía que debía ser contada y creo que toda esa gente implicada en asociaciones o investigaciones de este tipo va a estar contenta de ver cómo se refleja aquí”.
La estética y la acción juegan un papel fundamental para ello. Bambú ya había hecho Velvet, ambientada en los 60, por lo que Campos destaca que “lo primero y principal que queríamos era que no se pareciera en nada, que ningún espectador pueda decir ’esto me suena a un estilo de serie que ya he visto”.
Si en Velvet primaba lo digital para recrear las galerías o la Gran Vía, en Jaguar todo es real, desde las calles, hasta los coches: “No utilizamos lo digital más que para borrar elementos modernos de las calles”. Todo ha sido rodado en exteriores, sin plató, y con el añadido de que tiene acción a raudales, “con disparos, persecuciones, coches, motos, lanchas...”.
Como resume Campos, “no queríamos hacer una serie que fuera pesada, pero tampoco queríamos hacer puro entretenimiento porque nos parecía que teníamos que tener un respeto hacia la historia que contábamos”.