Iván Sánchez: "Hospital Central' me dio la credibilidad que tantos años me había costado seguramente porque venía de la moda"
Entrevista con el modelo, actor y escritor, que publica la novela 'Sueño' y estrena 'Bosé'.
Iván Sánchez (Madrid, 1974) no está nervioso ante el lanzamiento de su primera novela, Sueño (Planeta) porque la ha escrito “desde el disfrute absoluto, sin ningún tipo de objetivo”. Como si se tratara de un buen propósito, se sentó a escribir pasadas unas Navidades un 3 de enero y el 28 de febrero la tenía terminada.
El libro, en el que reflexiona sobre el amor, le “brotó” y “fue una necesidad absoluta de contar algo que traía en las entrañas”. No en vano, su terapeuta el que le enseñó a poner en palabras lo que le pasa y lo que siente.
La vida lo ha ido llevando de las pasarelas internacionales a los escenarios, con series como El comisario, El auténtico Rodrigo Leal, Hospital Central o La Reina del Sur o el musical El Guardaespaldas. Sueño, sin embargo, bien podría ser el título del momento que vive —no solo debuta como escritor, sino que en unos días se estrena Bosé, serie que protagoniza sobre la vida del cantante—.
Iván, viendo tu trayectoria, estudiaste Educación Física...
[Se ríe] ¡Sí, me licencié hace mil años!
...luego comenzaste como modelo, diste el salto a ser actor y ahora teres escritor. ¿Alguna de estas profesiones es tu verdadera vocación o la vida te ha ido llevando?
La vida me ha traído aquí por decisiones que he ido tomando. Nunca tuve una vocación, me acuerdo de cuando estaba en el instituto y tenía compañeros que ‘yo voy a ser abogado’, ‘médico’, ‘carnicero’, y yo no tenía ni idea. Cuando acabé COU me dieron no sé si era Administración pública o de empresa, no me acuerdo, y dije ‘¿pero qué es esto?‘. Dije ‘¿qué me gusta? Deporte. Voy a hacer las pruebas de entrada al INEF’ y acabé entrando.
Si hay algo en mi vida que ha sido como una guía es el deseo enorme de viajar, que al fin y al cabo es un ansia de conocimiento del mundo. La moda me abrió a eso cuando tenía 17-18 años y de una forma inesperada, a través de mi tía, por un amigo que era fotógrafo, de repente me vi inmerso en otro mundo. Me abrió la cabeza. Voy a estar siempre muy agradecido a la moda, me abrió las puertas al mundo.
Luego acabé entrando en una sala de teatro y dije ‘¡guau!‘. Y esto de que ahora haya escrito un libro... yo siempre he escrito mis notas de viaje, pensamientos. Aprendí a poner en palabras las cosas que me sucedían casi por necesidad a través de mi terapeuta. Sueño parte de un escrito que yo hice en su momento, que es el primer capítulo. Y, por primera vez en mi vida, me sucedió que eso que había escrito no me abandonaba. Y no solo eso, sino que además me venían como otras ideas que se me empezaban a ligar con aquello. A los cinco o seis meses dije ‘aquí está pasando algo’ y dije ’me voy a dar la oportunidad de sentarme y voy a escribir todos los días. Me senté el 3 de enero y vomité un libro en menos de dos meses.
¿Cómo resumirías el argumento? Porque entrelazas historias...
Realmente me di cuenta de lo que había escrito unos meses después de haberlo hecho. Cuando lo acabé se lo di a leer a cuatro o cinco personas; dije ‘qué guay lo que me decís porque veo que no es una mamarrachada’ [se ríe]. Lo dejé estar como tres o cuatro meses, sin tocarlo. Luego conocí a una persona que es corrector, con quien le metí mano, y a partir de ahí empecé a reflexionar sobre por qué lo había escrito. Fue una necesidad absoluta de contar algo que traía en las entrañas y que lo tenía que colocar y archivar en la estantería de sentimientos. Fue un vehículo maravilloso para poder sanar y acabar de colocar un montón de cosas.
Esta es una novela en la que reflejas distintas etapas del amor. ¿Cuál ha sido la más interesante de explorar para ti?
Creo que es un todo. El libro es una reflexión acerca del amor en distintos momentos de la vida, con las cargas que traemos. Creo que es una mirada positiva. Es verdad que la historia de él es compleja, difícil, con muchas sombras, violenta... y de alguna manera creo que instintiva, porque si no hubiera sido muy jodido leer un libro así, aparecieron los otros personajes. El de Sofía, que es una mujer de 40 años que se replantea muchas cosas cuando ya lleva 17 años con su pareja, y el de una niña de 14 años en otro momento de la vida, cuando empieza a disfrutar como ser independiente. Hay mucha luz ahí.
Quizá haya quien piense ‘vaya, un modelo escribiendo’ y levante una ceja. ¿Alguna vez te sientes prejuzgado por tu físico o por tu trayectoria?
[Carcajada] Cuando empecé a trabajar como actor me dieron uno de los mejores consejos laborales. La persona que me dio mi primer trabajo me dijo ‘Mira, Iván, déjate de chorradas. Como eres modelito, te van a dar papeles de guapito. No digas que no a nada y haz no un papel, sino todos los que te den de guapito. Sé el mejor haciendo de guapito, gana todo lo que puedas y reinviértelo en tus proyectos personales que quieras montar. Ahí, la gente que quiera entrar en contacto con eso se dará cuenta de muchas cosas que hay detrás de esa etiqueta’. Yo siempre he luchado mucho contra las etiquetas. Todo ser humano tiene la capacidad de ser muchas cosas.
Si algún consejo tengo que dar, sobre todo a los chavales, es que hay que perseguir lo que uno quiere hacer. Con el mayor respeto a la profesión a la que vayas a meter mano. Si vas por la vida con eso, da igual lo que piensen: eso son prejuicios que los demás pueden llegar a tener y ojalá se den la oportunidad de abrir su mente.
Tienes esta faceta como escritor, ¿eres también lector? ¿Qué te gusta leer?
¡Claro! Creo que no puede haber escritor que no lea. No me considero escritor. Sí, ahora he escrito un libro, cierto, pero si hay algo que me considero es un gran lector. Afortunadamente en casa me inculcaron la lectura, mis hijas con 12 y 16 años son grandes lectoras. Siempre he tenido dos, tres o cuatro libros abiertos a la vez. No creo que haya buen escritor sin que sea buen lector. Este libro, o el estilo que tiene, se debe de parecer al tipo de lectura que me gusta.
Es una expresión algo manida pero en tu caso aplica: estás en un momento dulce en el que estás a punto de estrenar la serie Bosé. ¿Cómo te llegó ese proyecto y qué pensaste cuando te ofrecieron interpretar al cantante?
Sí, sí, verdaderamente es un momento muy dulce en todos los planes. Hay cosas en la vida que dices ‘eso estaba ahí para mí‘. Yo me enteré de este proyecto antes de la pandemia y de casualidad por uno de los productores, que es amigo y estaba en México y se iba a reunir con la otra productora. Para mis adentros dije ‘Esto lo tengo que hacer yo’. Y al final acabó siendo.
Ha sido un proyecto mágico, y un proceso de ensayo, de investigación apasionante, con José Pastor, el otro actor que hace de Miguel Bosé de joven (yo hago de él entre los 36 y los 53). Ha sido maravilloso ver la vida no de Miguel Bosé, sino también de Miguel, que es algo desconocido y lo que queremos contar.
¿Cómo preparaste el papel en cuanto a la gestualidad o la voz?
Hay mucho trabajo de eso. En ningún momento, y eso fue claro desde el principio, quisimos hacer ninguno una imitación. Creo que hubiera sido un error tremendo, Miguel es inimitable. Nosotros hicimos un acercamiento a su vida. Es cierto que hay material de Miguel... imagínate, te metes en la web y es una locura. Lo bonito ha sido el llegar a Miguel, no a Miguel Bosé sino a Miguel, a través de muchas conversaciones. Nacho Faerna, el creador de la serie, estuvo dos años entrevistándose con él —Miguel fue supergeneroso a la hora de contar muchísimas cosas— y a través de gente cercana a él.
¿Sabes qué le ha parecido tu interpretación?
Sabemos que ha visto el tráiler y algunas imágenes. Creemos que está muy, muy contento. En la próxima semana, que le voy a ver ahí en México, algo más nos contará.
Esta semana el actor Brays Efe publicó un tuit en el que comentaba lo impactado que estaba porque “Bosé, la escena de sexo gay más hot del año y la nueva comedia romántica gay de Netflix las protagonicen todas heteros”. ¿Qué opinas de esto?
Volvemos a lo mismo, las etiquetas. Yo como productor, si quisiera hacer de mi libro una película, hay un personaje de unos 40 hombre, un personaje de unos 40 mujer y una adolescente de 14. Si yo hago un casting, busco en esa edad más o menos una persona —fíjate que no te digo niña, digo persona— que a mí me dé en cámara lo que está escrito. Me da igual si es niña, niño, niñe, transgénero, cisgénero...
Yo sé que el fondo de todo esto es liberar, quitar tapujos y gilipolleces y que cada uno sea lo que quiere ser, pero creo que nos estamos yendo al extremo y que cada vez ponemos más etiquetas para poder controlar todo eso, cuando debería ser más simple. Y ya está, yo lo único que quiero es talento para mi película, me da igual sexo, género, orientación sexual... Yo si escribo un asesino no voy a buscar un asesino para el papel. Entiendo que hoy en día el feminismo, este tema LGTBI+... entiendo que a veces nos tenemos que ir al extremo para llegar a lograr tener los mismos derechos. Lo entiendo, lo respeto y lo apoyo, pero creo que nos pasamos y eso repercute negativamente. Lo que queremos todos es ‘fuera etiquetas’, que cada uno ame y sienta como uno quiera.
Iván, decías ‘si mi novela fuera llevada al cine’. ¿Te gustaría que se diera ese paso?
¡Ay, jolín, no sé por qué he dicho eso [risas]! No es algo que haya pensado. Ahora mismo no estoy en eso, tengo un montón de cosas encima, la verdad.
Y antes has mencionado la terapia. Ahora se está empezando a hablar un poco más abiertamente de esto. ¿Sigues yendo? ¿Cómo cuidas de tu salud mental?
Empecé a ir hace 12 años. La primera vez que me separé fue, ¡buf!, fue terrorífico. Fue lo más duro que he pasado en la vida. Se me cayeron mis bases y fue muy, muy jodido. Lo pasé muy mal y por primera vez fui con un terapeuta. Fue básico porque me ayudó a reflexionar y entender muchas cosas, y seguramente a tener respuestas que de alguna manera sabía pero no era capaz de ver. A día de hoy, que estoy en una época muy tranquila, de vez en cuando, a lo mejor una vez cada seis meses, o una cada mes, o una cada semana, dependiendo, acudo. Creo que se ha desmitificado eso y que es fantástico tener un lugar con una persona de confianza donde puedes expresarte.
Muchos te asocian a Hospital Central. ¿Qué recuerdas de aquella época?
Jo, lo recuerdo con un cariño tremendo. Para mí Hospital supuso un momento muy dulce. Acababa de nacer mi hija mayor y me dio una estabilidad brutal, estuve cuatro años y medio, y también profesionalmente me dio la credibilidad que tantos años me había costado seguramente porque venía de la moda. Estoy eternamente agradecido a Hospital.
¿Mantenéis el contacto los actores?
¡Sí! Ayer me encontré por la calle a Bárbara, que hacía de enfermera. Con muchos guardo contacto. De hecho, que en paz descanse, Jordi [Rebellón] estuvo en mi casa en México unos meses antes de que falleciera y sí tenía mucho contacto con él. Se creó una especie de pequeña familia.