Heridas de guerra: el coste electoral para el PP y la “susanización” de Ayuso
Así están los ánimos en el partido entre las llamadas de los barones y una crisis sin solución.
Génova 13 intenta rebajar el ruido, calmar en público unas aguas que están demasiado revueltas. Órdenes de silencio y mensajes vanos de “unidad”. El pulso de Isabel Díaz Ayuso ha ido demasiado lejos, insiste en adelantar el congreso. Lo ha pedido hasta delante de la Virgen de la Almudena, aunque hubiera una foto friendly con José Luis Martínez-Almeida. Y en el congreso del PP de C-La Mancha se ha reafirmado.
Pero esto no es una guerra contra el alcalde de Madrid, sino entre la Puerta del Sol y la calle de Génova. La cruenta batalla interna ya está pasando factura real a los populares. Este sábado en Puertollano se ha enrocado en su dardo: “La democracia interna de los partidos también hace falta que llegue al partido de Madrid, es lo normal, como está ocurriendo en el resto de las comunidades”.
En las últimas encuestas se vislumbra ese bajón de los conservadores por culpa de la batalla incendiada en el PP de Madrid. Y curiosamente no está afectando en los sondeos autonómicos, sino en los nacionales. Es decir, en términos de popularidad, el victimismo de Ayuso le funciona a ella pero perjudica a Pablo Casado.
La pugna ha hecho que cunda el desconcierto entre los simpatizantes del Partido Popular, a tenor del sondeo de IMOP-Insights para El Confidencial. Sólo en dos semanas el PP ha perdido casi dos puntos en intención de voto y se dejaría 219.000 votos, lo que supondría caer a 117 escaños y no poder sumar mayoría absoluta con Vox. Esa bajada también se recogía en la última encuesta de NC Report para La Razón que reflejaba que en un mes se ha pasado de la horquilla de 127-129 a las de 125-127.
También da un bajón en la encuesta de Sociométrica para El Español. Respecto al mes pasado, el Partido Popular pasa de 118 escaños (27,2%) a 101 (24,9%). También han tenido un jarro de agua fría con el último estudio de Metroscopia que vuelve a situar al PSOE como el partido que ganaría las elecciones hoy, mientras que el PP sería el segundo partido (con un 25,2%).
En cambio, en las encuestas sobre las autonómicas a Isabel Díaz Ayuso le va mucho mejor y podría ampliar incluso su resultado del pasado 4 de mayo. Así consta en el último sondeo de El Mundo, que hace la siguiente foto: la presidenta subiría en intención de voto hasta el 46,2% y obtendría 66 escaños en la Asamblea. Traduciendo los datos: la guerra no pasa factura a Sol y sí a Génova.
Esto es algo de lo que llevan tiempo advirtiendo barones del Partido Popular, que han hecho llegar a Génova que esto les perjudica en sus territorios y que están buscando facilitar una salida pactada entre todas las partes. En la mayoría de direcciones territoriales consideran que se ha ido de las manos y que es una irresponsabilidad. Ayuso intenta durante estos días hacer una apelación a la “unidad” del partido, pero sigue en las suyas: adelantar lo antes posible el congreso regional y hacerse con la Presidencia, trata de dinamitar los tiempos internos.
A pesar de esas palabras en público, muchos ven que sigue con sus intenciones. Y como dicen en muchos círculos populares: “se cree por encima del partido”. Además, esas ganas de protagonismo y de presionar se palparon durante la entrevista en prime time que dio en El Hormiguero, donde se presentó como una mujer libre y que sigue buscando el máximo perfil nacional. Sus actos tienen poco que ver con sus palabras de que sólo quiere trabajar en la Comunidad de Madrid.
Dentro de su propio partido hay dirigentes que empiezan a compararla con Susana Díaz. ¿Por qué? Se trazan paralelismos con aquella fratricida lucha dentro del PSOE. Casado es como el Sánchez de entonces: un líder en la oposición del que tiene muchas dudas hasta los suyos y que genera incertidumbres entre dirigentes sobre sus posibilidades de ganar.
Y la presidenta de Madrid recuerda a la andaluza de entonces: una líder autonómica con la administración regional más potente en manos de su partido y que se ha convertido en el mirlo blanco para una gran victoria bajo el aplauso de los que dicen tener las esencias del PP ganador. Además ven más cosas en común: a las dos les da igual enfrentarse a su líder a pesar de que saben que eso hace daño a sus direcciones. Y como apunta una fuente popular: “las dos se creyeron que estaban por encima de sus partidos”.
En Génova 13 no están dispuestos a ceder, esto se trata de un pulso interno brutal. Si acceden a su petición, quedarán como que les ha doblado el pulso. Sería la líder in pectore. Además, sería poner en la picota a Teodoro García Egea, el secretario general y el hombre al que ha bloqueado en Whatsapp Díaz Ayuso. Casado volvía a evitar apoyarla este viernes durante una visita en La Palma: “Se presentará quien quiera, ganará quien decidan los militantes y tendrá todo el apoyo de la dirección nacional, como siempre”. Los dos han sido amigos, y sólo podrían solucionarlo si se sienta juntos a negociar.
Y en mitad de esta polémica, Ayuso sigue acumulando más episodios ruidosos en Madrid. La oposición la ha criticado duramente por su respuesta en la Asamblea sobre el número de fallecidos en residencias: “Hasta luego, da igual, paso”.
Todo esto se ha unido a que en esa sesión la presidenta de la Asamblea de Madrid, Eugenia Carballedo, expulsó a una diputada socialista por hacer una acusación sobre el hermano de la presidenta y pedirle explicaciones sobre los contratos dados a la empresa en la que trabaja Tomás Díaz Ayuso.
Esto provocó una monumental bronca en el Parlamento autonómico, que se saldó con la salida del Hemiciclo de todos los grupos, incluido Vox, dejando a los populares sólos en sus escaños, entendiendo que era una extralimitación de funciones de Carballedo y que atentaba contra la libertad de expresión de los diputados electos. El PSOE ha pedido la dimisión de la presidenta de la Asamblea. Desde Más Madrid, Mónica García ha pedido que comparezca el hermano de Ayuso en la Asamblea para explicar el contrato que se dio a la empresa en la que trabaja.
La guerra del PP sigue. Las heridas ya escuecen. Y no tiene el final escrito.