La que se avecina
Las reverberaciones del terremoto político sacuden toda España sin saber cuales serán las consecuencias a corto y largo plazo... nada será igual.
Esto ya no es ni minuto y resultado, es segundo y embrollo. España lleva unos días sacudida políticamente de norte a sur y sin saber qué pasará en las siguientes horas, días o semanas. Una cascada trepidante de noticias inunda los medios y deja viejos los titulares al instante. Ni los propios protagonistas conocen su destino inmediato. Pero se están moviendo todas las placas y hay reverberaciones inesperadas. No es algo de un día, esto puede tener consecuencias a largo plazo (aunque ahora sea casi imposible apreciarlas).
Juego de tronos es light al lado de lo que se está viendo en la derecha en estos momentos. La intención de Inés Arrimadas era dar un golpe de efecto, cambiar el Gobierno en Murcia para así deshacerse allí del Partido Popular, marcar perfil propio, volver al centro, recuperar el sentido de partido útil y bisagra y alejarse de los pasos de Vox. Además de enterrar esa herencia envenenada de pactos que le dejó Albert Rivera.
La operación llevaba tiempo moldeándose en secreto, con los negociadores socialistas Félix Bolaños, José Luis Ábalos y Santos Cerdán perfilando los flecos con Carlos Cuadrado (un hombre de confianza de Arrimadas y que ahora está en el punto de mira internos de los críticos). Todo preparado para el miércoles por la mañana. Jugada casi maestra, se abría una nueva etapa. Casi, casi…
Pero el PP no se iba a quedar quieto, no podía permitírselo. Casado lleva tiempo atrapado por Vox, viendo cómo le daba el sorpasso en Cataluña… y ahora Cs se la jugaba. Traición, repetían en Génova 13. Había que mover fichas. Una rápida y grandilocuente: Ayuso apretaba el botón de las elecciones. Tenía ganas desde hace tiempo, las encuestas la miman y podía quitarse de en medio a Ignacio Aguado. No lo aguanta, lo acusa de darle puñaladas por detrás en connivencia con La Moncloa.
A las urnas en Madrid… o no. Todo ha desembocado en un lío jurídico mayúsculo, con los otros grupos corriendo por la Asamblea para registrar mociones de censura. La propia Cámara autonómica ha llevado a los tribunales el decreto de Ayuso y ha pedido que se paralice el proceso. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid decidirá a principios de semana sobre las cautelares. ¿Moción o elecciones? Puede pasar todo.
Pero lo que está claro es que se acabó el Gobierno PP-Cs en la Puerta del Sol. Ir a comicios supone una jugada que puede llevar a la gloria a Ayuso, pero compromete totalmente al líder nacional del partido. Supone abrazar a una candidata dura, cercana a Vox, olvidar ese centro por el que había estado luchando en los últimos meses. Y con un horizonte en el que podría caber un Gobierno PP-Vox, se lanza a los brazos de la ultraderecha.
Esta situación ha llevado también al PP a mostar públicamente una OPA a Cs. Ha pedido a todos los dirigentes, militantes y simpatizantes ‘naranjas’ que se vayan a la casa común de Pablo Casado. Con tres opciones es imposible ganar a la izquierda, piensan en Génova. Es el momento de reunificar el centro-derecha. De lograr su objetivo, el PP se ve fuerte para combatir de tú a tú con el PSOE, aunque también dejaría sólo como aliado en su espectro a nivel nacional a Vox.
Duramente era criticado internamente a mitad de la semana Teodoro García Egea por ver cómo se perdía durante días el Gobierno de Murcia, bastión del PP y origen del secretario general del partido. Así que manos a la obra, nadie se lo esperaba. Se iba a Murcia y conseguía en secreto que tres diputados de Cs se hicieran de la noche a la mañana tránsfugas y se aliaran con el PP para entrar en el Gobierno regional y frenar la futura moción. ¿El precio? Los tres díscolos han entrado en el Ejecutivo de Fernando López Miras. El brillo (y los euros) del sillón.
En Ciudadanos la situación ha estallado internamente también. Muchos de los dirigentes no comprenden el giro de Arrimadas que ha supuesto la pérdida del Gobierno de Madrid (en el núcleo de Arrimadas no esperaban que Ayuso convocara) y el por ahora fiasco en Murcia ha llevado a los barones a pedir explicaciones a la lideresa. El próximo lunes habrá una reunión de la Ejecutiva Nacional. Muchos temen que eso sea el principio del fin… y ya sopesan marcharse al PP. Ella sólo quería tocar Murcia, pero se le ha ido de las manos.
Mientras, la izquierda observa todo lo que está pasando, aunque también se ha desconcertado. El PSOE ve cómo se le escapa la jugada maestra de Murcia, y ese golpe en el tablero político (que esperaba continuar en otras plazas como Castilla y León). Sánchez guarda silencio para ver qué jugadas hay que hacer, por el momento ha tenido que elegir candidato para Madrid: repetirá Ángel Gabilondo pese a las voces que pedían que fuera Margarita Robles.
Unidas Podemos también observa lo que está pasando. Las encuestas no son buenas para los ‘morados’ en Madrid. ¿Esto afectará a la coalición? La sensación que tienen en UP es que no es nuevo que el PSOE mire a Cs de vez en cuando y piensan que si hay Gobierno a dos es porque no le queda otra a Sánchez, no por gusto de los socialistas.
No creen que pueda afectar a la coalición a nivel nacional, porque Ciudadanos sólo tiene diez diputados en el Congreso y no le sirven a Ferraz para las cuentas. Pero sí preocupa que los socialistas estén descuidando a los socios de investidura, a aquellos que dan estabilidad al Gobierno. Eso se está notando, por ejemplo, en asuntos como la ley de vivienda o en la cuestión catalana (ERC ya hacía una advertencia al PSOE a principios de semana). O con otros temas como la ley trans: Esquerra, Más País y Compromís registrarán en el Congreso su propia norma si Moncloa no aprueba pronto la suya.
El terremoto de esta semana tendrá muchas réplicas y consecuencias en el futuro. La que se avecina.