Instagram sigue siendo un hervidero de propaganda antivacunas
No es que Instagram no esté haciendo nada para apagar las llamas, es que está echando más leña al fuego.
“La vacuna contra el coronavirus hace que tu cuerpo se vuelva magnético”, asegura una publicación de una cuenta antivacunas. Otra publicación se queja ante la Organización Mundial de la Salud de que las vacunas contra el coronavirus no han tenido que pasar ninguna prueba de seguridad y eficacia. Una tercera publicación defiende que Bill Gates intentado matar a todo el mundo con su plandemia. Y así con un montón de afirmaciones sin sentido.
Me he encontrado con varias de estas publicaciones durante los últimos días en Instagram. No las compartían ninguno de mis contactos, sino que me aparecían en la sección de exploración, una colección de contenido público que Instagram te recomienda en función de su algoritmo. Este algoritmo está diseñado para mostrarte la clase de contenido que piensa que llamará más tu atención basándose en tu actividad en internet, “como unos pantalones de sastre hechos a tu medida”.
Aunque es perturbador pensar que me ha llegado propaganda antivacunas pensando que va a ser contenido “a mi medida”, tampoco me sorprende. Como periodista especializada en combatir la desinformación, me paso gran parte de mi tiempo en Instagram buscando bulos y conspiraciones. Facebook e Instagram llevan años diciendo que están trabajando duro para reducir la desinformación de sus plataformas, pero resulta que no les están recomendando esta clase de contenidos solamente a las personas que los buscan.
“No vamos a mostrar ni recomendar contenido que contenga desinformación sobre las vacunas”, se comprometió Instagram en marzo de 2019. Y lo reiteró varias veces durante las semanas y meses siguientes, pese a que los medios de comunicación insistían en que no notaban ningún cambio. Un año después, Instagram volvió a comprometerse con motivo de las nuevas vacunas contra el coronavirus. Y siguió reafirmando su postura otra vez, y otra, y otra.
En España, el 17% de la población no confía en la vacuna contra el coronavirus, pero en otros países, el porcentaje sube al 30%. A medida que los expertos en salud pública advierten del peligro de no alcanzar un porcentaje suficiente de población vacunada, la presión ha aumentado sobre los gigantes de las redes sociales para que redoblen sus esfuerzos y combatan la desinformación en sus plataformas.
Aunque ahora es más difícil encontrar esa clase de contenido en Facebook, YouTube y Twitter, Instagram no solo permite la propaganda antivacunas, sino que además la recomienda a quienes puedan estar interesados, convirtiéndose así en una cámara de eco para los antivacunas y los conspiranoicos más extremistas.
En otras palabras: no es que Instagram no esté haciendo nada para apagar las llamas, es que está echando más leña al fuego.
Encontrar esta clase de desinformación en Instagram es tan sencillo como introducir vaccines o vacunas en el buscador. Yo misma lo he probado desde distintas cuentas, incluidas algunas recién creadas, y siempre los perfiles de los antivacunas aparecen entre los primeros resultados, bien posicionados arriba. Visto lo visto, la advertencia de “Visita el Centro de información sobre el COVID-19 para acceder a recursos sobre vacunas” que incluyen en estas publicaciones e historias no tiene demasiada credibilidad.
En páginas como @vaccinesaredumb se argumenta que los aceites esenciales son “un 100% más efectivos que esas vacunas tóxicas para prevenir enfermedades”. Otra de ellas, @vaccinessuck, estuvo compartiendo teorías de la conspiración hasta 2019. Una tercera cuenta, @badvaxx_, compartía casi exclusivamente memes antivacunas.
Cada una de estas cuentas es anónima, tiene muy pocos seguidores, poca o nula actividad y solo desinforman, algo con lo que se supone que Instagram está acabando. Entonces, ¿cómo es posible que sus contenidos lleguen tan lejos y sean tan recomendados?
“Facebook es un negocio. Hay que entenderlo desde la perpectiva de los ingresos”, explica desde el anonimato un antiguo ingeniero de Facebook que ayudó a elaborar el algoritmo de Instagram.
“Cuando tu negocio se basa en la economía de la atención, vas a hacer todo lo posible por mantener a la gente enganchada durante más tiempo para mostrar más anuncios”, explica, y señala que las publicaciones sensacionalistas y polarizantes, como la desinformación de los antivacunas, logran mucha atención y retención de audiencia.
“No está diseñado para vivir una experiencia óptima, sino para maximizar los beneficios”, resume.
Un portavoz de Facebook ha hablado con la edición estadounidense del HuffPost para explicar que Instagram ha borrado todas las publicaciones sobre desinformación que este medio les hizo llegar y que ha eliminado una de esas cuentas por infringir de forma reiterada las normas. “Seguimos reforzando nuestros sistemas de detección para eliminar la desinformación sobre el coronavirus con mayor rapidez”, añade.
Pero la empresa no ha hecho nada para limitar su promoción de los antivacunas. Instagram sabe perfectamente que las páginas que ayuda a posicionar arriba son una pesadilla para la sanidad pública. Hace unos meses, tras señalar en mi Twitter dos cuentas antivacunas muy bien posicionadas en el buscador, la CNN emitió un segmento tratando el tema. En respuesta, Instagram tuiteó que había eliminado las dos cuentas señaladas “por infringir las reglas” y pidió disculpas por haber permitido que aparecieran en el buscador. Momentos después, cuando busqué vaccines en Instagram, otra cuenta antivacunas ya había ocupado su lugar entre los primeros resultados del buscador.
Buscar las palabras clave en la sección de hashtags de Instagram es igual de problemático. Durante semanas, muchas de las publicaciones que he visto son de grupos antivacunas, incluida una publicación que dice: “Lo único que han erradicado las vacunas es la salud de los niños”.
Al promover estas falsedades, Instagram está legitimando e incluso animando a desconfiar de las vacunas. Oficialmente, Facebook e Instagram están tomando medidas para apoyar la distribución de vacunas, por ejemplo, facilitando mapas de los centros de vacunación de cada área o haciendo una distinción clara entre Recursos de confianza y Otros. Más allá de la versión oficial, la promoción agresiva de la desinformación antivacunas subvierte esos esfuerzos, y es un problema totalmente evitable.
Instagram es perfectamente capaz de moderar su sección de exploración y de hashtags para excluir determinados contenidos. Lleva años purgando en silencio cuentas de trabajadores del sexo y eliminando sus publicaciones, algo que sus usuarios más críticos consideran un simple esfuerzo para complacer a sus anunciantes.
No obstante, tal y como señala el exempleado anterior, Instagram sigue considerando que los pezones femeninos son un problema mucho más urgente que la desinformación que está evitando salvar incontables vidas a través de la vacunación.
“Es todo un cálculo empresarial de ventajas y desventajas. Podrían solucionarlo, pero no lo van a hacer”, concluye.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.