Qué es la inmunidad de grupo y por qué puede parar la epidemia
Conocer el número real de casos es crucial para entender mejor el coronavirus, pero sobre todo para saber el porcentaje de población inmunizada que puede salvar al resto.
“Hay gente con una cierta inmunidad de base, y esto tendrá implicaciones en la evolución de la epidemia en el futuro, pero lo explicaremos en los próximos días”. Fernando Simón, principal portavoz del Gobierno en la crisis sanitaria del coronavirus, contestaba así a un periodista que le preguntaba este miércoles, 25 de marzo, sobre la inmunidad colectiva como estrategia contra la pandemia.
“Es uno de los aspectos que hay que empezar a comunicar a partir de ya”, reconocía Simón. “A medida que nos acercamos al pico, tenemos que pensar en dos asuntos: el desescalado progresivo de las medidas de confinamiento y, en un futuro más lejano, la inmunidad de base con la que cuentan algunas personas y el impacto que esta pueda tener en siguientes olas epidémicas”.
De nuevo este viernes, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad volvía sobre el tema: “Queremos tener un cuadro claro de cuánta transmisión real ha habido, para valorar el posible nivel de inmunidad que se ha generado entre la población”. Simón se ha referido a todos los casos de coronavirus que no se han detectado en España —los de personas asintomáticas, pero también los de aquellas que no han ido al médico por tener una sintomatología leve o que sí han ido pero no les han hecho la prueba por falta de tests—, reconociendo así una falla en el sistema. Esa falla es la que en un futuro próximo se puede utilizar como defensa.
“La inmunidad de rebaño, también conocida como inmunidad colectiva, de grupo, o de manada se da cuando un número suficiente de individuos están protegidos frente a una determinada infección y actúan como ‘cortafuegos’ impidiendo que el agente infeccioso alcance a los que no están protegidos, es decir, que son susceptibles a esa infección”, explica Teresa Pérez Gracia, catedrática de Microbiología de la Universidad CEU Cardenal Herrera.
“Normalmente, este tipo de protección es la que se busca a través de la vacunación. Pero en el caso de la infección por SARS-CoV-2, al no disponer de vacunas, esta inmunidad se podría llegar a conseguir con el tiempo, cuando hayan superado la infección tantos individuos (de forma clínica o subclínica) que el virus no encuentre fácilmente personas susceptibles a las que infectar”, apunta. De este modo, se cortaría la transmisión.
Habrá gente a la que le suene el concepto gracias al movimiento antivacunas surgido recientemente. Uno de los principales argumentos contra este movimiento es precisamente que si algunos padres dejan de vacunar a sus hijos, se rompe la inmunidad colectiva frente a ciertas enfermedades. El sarampión es un claro ejemplo, ya que para alcanzar esa resistencia de grupo y proteger a las personas no inmunes tiene que estar vacunada aproximadamente el 90% de la población. De lo contrario, surgen nuevos brotes, como ha ocurrido últimamente en algunas zonas de Europa y del mundo.
“Si una persona no está vacunada porque no puede, el efecto rebaño impide que el microorganismo patógeno llegue a los más susceptibles”, señala José Prieto, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid. “Cuanto mayor sea el grupo inmunizado, mayor será la barrera contra el contagio”, ilustra.
Con datos del 27 de marzo, en España hay 9.357 personas curadas, que en teoría habrían desarrollado anticuerpos contra el coronavirus. Es una cifra importante que seguirá creciendo con los días, pero que plantea varias cuestiones si lo que se quiere es alcanzar esa inmunidad colectiva.
En primer lugar, que esos miles de personas suponen una cantidad insuficiente. “Por lo que sabemos, más de un 70% de la población tendría que estar inmunizada contra este nuevo coronavirus para lograr la inmunidad de grupo. Es decir, el 70% de la población tendría que haberse contagiado para que esa barrera fuera útil y beneficiosa”, explica Manuel Menduiña, especialista en Medicina Interna del Hospital Virgen de las Nieves de Granada.
En segundo lugar, que al ser un virus desconocido, no se sabe con certeza si la población contagiada queda inmunizada, hasta qué punto o durante cuánto tiempo. “Sospechamos que el paciente curado está inmunizado, pero no es un dato fehaciente”, reconoce Menduiña. “En la mayoría de infecciones víricas es así, pero este es un terreno nuevo y tampoco se sabe a ciencia cierta”.
Teresa Pérez Gracia explica que uno de los factores que afectan a este valor es el R0, que calcula a cuántas personas puede contagiar un individuo infectado. Para el Covid-19 se estima entre 2 y 3 (un 2,68); el sarampión, en comparación, tiene un R0 superior a 12, por eso requiere que el 90% de las personas estén inmunizadas. No obstante, “en el caso de SARS-CoV-2 no tenemos suficientes datos como para entender aún la epidemiología de la infección y, además, el grado de inmunidad adquirido tras la infección está por determinar”, aclara la experta.
En tercer lugar, no se conoce el número real de personas que han pasado el virus en España. Esto puede ser una baza, por un lado, ya que hay muchas más personas inmunizadas de las que se cree; por otro, esas personas están ejerciendo (o han ejercido) como vectores de contagio, recuerda José Prieto.
“Hoy por hoy, hablar de la inmunidad de grupo como forma de frenar esta epidemia me parece confuso”, señala. “De momento, los jóvenes, más que hacer de barrera, están siendo transmisores. No seamos tan optimistas”, sostiene.
Teresa Pérez Gracia, por su parte, hace hincapié en la importancia de contar con unas cifras fiables de contagiados. “Con los datos que tenemos ahora mismo, el porcentaje de población española afectada por el coronavirus es del 0,12%, pero es una tasa ficticia”, afirma. Aunque se sabe que este tanto por ciento “es bastante mayor”, todavía no se puede dar una cifra concreta.
Dar con ese dato es una de las misiones del Ministerio de Sanidad para su estrategia a medio plazo. Fernando Simón ya ha revelado este viernes que comenzarán a realizar tests serológicos “en breve”. Estas pruebas, que detectan si el individuo ha generado anticuerpos contra el virus, “empiezan a estar disponibles”, ha asegurado. De lo que se trata ahora es de averiguar qué porcentaje de población tiene un cierto grado de inmunidad y cuánto tiempo dura.
“Cuando se hagan tests de anticuerpos no sólo se podrá saber el número real de contagiados, sino también ver la inmunidad por grupos de población, por barrios e incluso por familias”, añade Prieto.
Esto podría servir también para el “desescalado progresivo de las medidas de confinamiento” que menciona Simón y que, tarde o temprano, se tiene que plantear. “En Madrid, empieza a haber un número importante de curaciones, y en Cataluña dentro de unos días también las habrá. A lo mejor la estrategia es ir levantando por zonas las medidas de confinamiento y proteger a la gente más vulnerable mientras se gana tiempo hasta que se consiga la vacuna”, teoriza Menduiña.
De momento, si se logra la inmunidad de grupo será de cara a próximas oleadas de coronavirus, y los epidemiólogos cuentan con ello. De hecho, aun sabiendo que la situación sanitaria es dramática, entre los científicos se percibe un punto de fascinación hacia este nuevo virus y lo que la humanidad puede aprender de él. “Es lo que en la guerra se llama aprovechamiento del éxito”, apunta José Prieto. “Con la experiencia y los datos recabados, se trata de invertir la situación cuando vuelva a darse”, explica. “Y para la próxima epidemia, tendremos una cantidad enorme de información que será fantástica”.