¿Impro-sible o impo-vable?
Era mi primer año de universidad en Estados Unidos. Había conseguido que mis padres respetasen mi decisión de pagarme mis propios estudios y estaba feliz con lo que estaba estudiando. El tema era que en Estados Unidos los costes de la matrícula universitaria son enormes en comparación con España y yo no tenía dinero. Tenía que trabajar como fuera y además me moría por hacerlo, pero el verdadero problema era que no contaba con un permiso de trabajo, dado que tenía visado de estudiante. Hablé con un alumno extranjero que ya estaba en su último año de carrera y había intentado conseguir ese permiso varias veces. Me dijo que me olvidase de esa opción. Que era IMPOSIBLE. Que él lo había intentado de mil maneras, pero que un visado de estudiante no da derecho a trabajar. Hablé con otro universitario en mi misma situación y luego otro y otro. Todos me dijeron lo mismo. IMPOSIBLE. Me dirigí, ya desesperado, a la coordinadora de alumnos internacionales de mi universidad. Nada. «Es IMPOSIBLE y va a ser mejor que aceptes la realidad y no pierdas más ni tu tiempo, ni el mío» me dijo. Yo renuncié a aceptar esa realidad. ¿Por qué? Porque...
Con tan sólo dieciocho años empecé a investigar por mi cuenta en libros de leyes y me puse a buscar en el código de derecho inmigratorio estadounidense algún tecnicismo que se convirtiera en mi esperanza. Pero cuanto más buscaba, menos parecía encontrar. Parecía que iba a tener que darles la razón. Lo que yo estaba intentando conseguir efectivamente era IMPOSIBLE...
... pero sólo hasta el día que deja de serlo.
#LaInteligenciadelÉxito
En el momento en que crees que algo es imposible,
ya has dado el primer paso para que lo sea.
@Anxo
Leí la frase. La volví a leer. Me froté los ojos y me dije: todavía no hay sol, pero al menos ya ha dejado de llover. Lo que me había encontrado era una estipulación en el código inmigratorio que decía que si eres un ciudadano extranjero con visado de estudiante y puedes demostrar que tu situación económica ha empeorado en el presente con respecto al día de tu llegada al país, el ministerio de inmigración, en algunos casos podría concederte un visado de trabajo. Todavía no sabía cómo iba a demostrar algo así, pero desde luego ya todo parecía menos imposible que antes. Le di vueltas al tema, investigué, pensé, luego le di más vueltas, y por fin di con una posible solución. Tras consultar la prensa económica, vi que el euro había perdido gran parte de su valor desde mi llegada a Estados Unidos, y si mi moneda se había depreciado, entonces mi economía también. Tomé dos recortes de periódico que reflejaban el tipo de cambio, uno con fecha actual y otro con una fecha cercana al día de mi llegada. La depreciación del euro con respecto al dólar había sido del 22%. Presenté unas pequeñas cuentas matemáticas en las que explicaba cómo eso había afectado mi economía personal y que toda mi vida se había encarecido un 22%, incluidas las tasas universitarias. Mandé la carta, las explicaciones, los recortes y crucé los dedos. Tardaron en contestarme, pero unos meses más tarde tenía mi valiosísimo permiso de trabajo. Gracias a ese permiso desempeñé todo tipo de trabajos, y gracias a ellos, pude costearme todos los gastos de mi formación.
Cierro con esta conversación entre un anciano y un niño que resume la esencia de este Peldaño.
Anciano: Eso que estás intentando hacer es imposible.
Niño: Mire a su alrededor. Hubo un día en que todo lo que ve también lo fue.