Iker Jiménez: "Soy cinturón blanco amarillo en redes sociales"
El presentador de 'Cuarto Milenio' cumple 600 emisiones en antena.
Hace una semana, Iker Jiménez habló en Cuarto Milenio de unas misteriosas apariciones fantasmagóricas en el Parador de Mérida. Una familia que vivió allí contó que escuchaban voces, llantos, sollozos... El equipo del programa se desplazó al lugar y dio fe de lo ocurrido. Por lo visto, un grupo de personas estuvo encerrada hace años en el sótano del parador, que antes era un manicomio.
Esta historia ha provocado que, de aquí a un largo tiempo, el Parador de Mérida tenga agotadas las reservas de la habitación en la que ocurrieron los hechos. Eso es lo que consigue Jiménez con sus programas. La devoción de sus seguidores, que le acompañan desde Milenio 3, su mítico espacio radiofónico de la SER, es inquebrantable. Acumula ya 15 temporadas en antena.
No todos comulgan con su forma de hacer. Algunos critican sus opiniones en redes sociales. “La vida de un niño asesinado me vale lo que mil asesinos de niños...”, afirmó después del asesinato del niño Gabriel. También lo acusan de promover el miedo en sus programas y de alejarse de la ciencia.
Después de tanto tiempo se ha labrado tantos amigos como enemigos, pero su máxima es seguir trabajando por la audiencia. “Vengo extramotivado”, afirma en una charla con El HuffPost.
Ha descansado mentalmente este verano y empieza la temporada abordando “a porta gayola” el Caso de las niñas de Alcásser, uno de los más trágicos y mediáticos de la historia de España, con el padre de una de las niñas asesinadas en plató.
¿Te va la marcha?
He venido descansado y con ganas. Alcásser es el gran tabú. Hay que analizarlo. Y lo hemos hecho en directo. A porta gayola. A pecho descubierto y sin red. El eco ha sido extraordinario. Y me alegro. Sobre todo por el padre de Miriam.
¿Crees que no se sabe lo que ocurrió realmente en Alcásser?
Solo lo saben los culpables. Yo creo que el resto no sabemos. Es quizá el tema más oscuro al que me he enfrentado. Me produce pesadillas, de verdad. No duermo bien cuando vuelvo a entrar en Alcásser. Yo ya trabajaba en la radio cuando ocurrió. He ido y he vuelto mil veces. Creo que lo que hicimos en Cuarto Milenio al inicio de temporada fue algo digno y revelador en muchos aspectos. El tabú y el silencio se ha mantenido a veces por la propia influencia de los propios periodistas. Esto sí que me sorprende. A mí me hubiera gustado escuchar a Ricart [único acusado del triple crimen]. Porque oiga, todos los asesinos en España han hablado. Desde El Arropiero a El Escalero. A todos sin excepción se les han hecho entrevistas. Parece que se puede hablar de todo pero de Alcásser parece que no. ¡Anda ya!
Eres crítico con algunas partes del documental de Netflix.
Dije en Cuarto Milenio que me pareció un gran documental. De extraordinaria factura. Y lo mantengo. Lo vi de una sentada y no seré yo quien critique el esfuerzo enorme de unos colegas que, estoy seguro, intentaron llegar al fondo de la cuestión y se sumergieron en este abismo. Además, logramos ver en su documental imágenes alucinantes del juicio y de la época. El trabajo de documentación es bárbaro. Por tanto ¿cómo voy a criticarlo sin más? Puedo estar más de acuerdo en su planteamiento al final o no. Pero mi enhorabuena para quienes han hecho ese trabajo. Mi enfoque era un poco distinto. Era en directo. Ahí no hay edición posible. Yo siempre respeto el trabajo de mis compañeros.
Pero esos compañeros no siempre han respetado el suyo. Iker Jiménez ha sufrido muchas campañas de desprestigio pero, a pesar de eso, mantiene la ilusión intacta porque es consciente de la “suerte” que tiene de hacer lo que siempre ha querido.
“Algunos reniegan de la suerte, como si no fuese importante. Yo no. Eso es una pila muy grande. Una energía enorme. Si hay debilidad en cierto momento, porque este es un oficio duro y en la tele aún más en cuanto a su presión constante, “conecto” con el niño que fui y que siempre soñó hacer lo que hoy hago. Es un subidón”, ha afirmado.
¿Cómo se aguanta 15 años en televisión?
Te tiene que gustar mucho lo que haces. Parece sencillo pero no lo es. Yo creo en lo que hago, en cada tema que abordo. Estoy las 24 horas con mis cosas. Soy así y siempre he sido así. Quizá la fórmula es que para mí esto no ha sido jamás un trabajo. Nunca. Ha sido mi vida. Mi forma de estar en la vida. Yo sé muy bien que esa es una baza a mi favor.
¿Te sorprende todavía la influencia del programa en la gente?
Sí, me sorprende. Creo que Cuarto Milenio genera cosas increíbles. Algunas no las cuento porque, sencillamente, nadie me creería. Cosas maravillosas. La audiencia milenaria es la mejor del mundo. Hemos recorrido España, miles y miles de personas, decenas de recintos, en la noche, y ni un problema. Ni uno. Jamás. En lugares con 7.000 y 8.000 personas. Educados, solidarios, entusiastas. Es algo increíble. Ese es el gran fenómeno: El público milenario.
¿Cuánta vida le queda a Cuarto Milenio?
La que determine la audiencia. Así de fascinante y cruel es la televisión. Esa es su magia. Eso le da valor a estar 15 años ininterrumpidamente. Si se piensa fríamente, da vértigo.
También le acusan de crear alarmismo con sus programas: picaduras de arañas, presencia de tiburones en playas españolas...
Pues que se documenten un poco mejor. Así de claro. A ver si ahora no existe la Loxosceles en España o los tiburones. A mí me picó una y hablo con conocimiento de causa. Y en el cuello mientras dormía, ojo. Mi obligación es informar. Ojo con esa araña marrón que es venenosa. A lo mejor he evitado más de un disgusto. Me encantan los que hablan de alarmismo y prefieren la ocultación. Y cuando son periodistas ya es que me parto.
¿Qué significa ser políticamente incorrecto?
Pensar por ti mismo. No adscribirte siempre a las mismas posturas pre establecidas. No querer estar con los demás si no es necesario y va en contra de tu forma de ser. Félix Rodríguez de la Fuente, en 1975, hablaba de La Estirpe de los Libres. Qué maravilloso término.
¿Qué tal te llevas con las redes sociales?
Bien, aprendo a diario. Soy cinturón blanco amarillo en este mundo nuevo para mí. Son fascinantes. Son un automedio. Me encanta. ¿Qué hubiera hecho yo con redes con once años cuando empecé con estos temas en Vitoria? Siempre me lo pregunto. ¿Me hubiera ido mejor o peor?
¿Te autocensuras?
No, yo digo todo lo que pienso. Es extraordinario esto. Podría decir aún más, quizá. Pero soy consciente de mi exceso de entusiasmo y de mi ignorancia. Creo, por tanto, que soy prudente. A pesar de eso me expreso con libertad en los monólogos finales. No hay guión, no se lee lo que nadie ha escrito. Digo lo que me sale. Una rareza.
Ya que estamos, ¿cómo ves el panorama político actual?
Fatal. Pero siempre hay esperanza.
¿Y Cataluña?
Yo creo que la violencia es una Hidra. Deshumaniza y actúa en las áreas más primitivas, en el cerebro reptiliano. Lo que está pasando espero que no sea la antesala de algo más grande. Ojalá que no por el bien de todos. Siempre recuerdo a Goya con estas cosas. Él fue cronista excepcional de esa Hidra. La retrató como nadie. Y no estoy hablando de ideologías ni política. Eso es quedarse en la superficie. Hablo de cuando la violencia se expande. De ese fenómeno imparable si no se hacen bien las cosas. Yo espero que se hagan bien las cosas porque quiero mucho a mi país.
¿Qué gran tema te queda por investigar?
Ahora mismo tengo a mi lado todo el dossier de otro tabú español. Es hora de avanzar. Ese sería otro de los temas que me quedaban por comunicar, no por investigar. Pasó hace algún tiempo…y se ocultó una parte de la verdad. Hablo de los años ochenta.
¿Alguna espinita clavada con algún colaborador?
No. Creo que todos han sido importantes en la trayectoria de La Nave del Misterio. Todos han puesto su grano de arena en este largo viaje. A todos les estoy agradecido. Y a los que vendrán. Este mismo año ha habido incorporaciones. Es ley de vida. Creo que a todos les he animado en sus proyectos personales. Yo soy animador por naturaleza.
Ese invitado que se te resiste...
JJ Benítez, porque ha sido mi héroe de siempre. Y eso no me lo puede quitar nadie. Estoy en esto porque leí sus libros de niño y conecté con su espíritu de búsqueda solitaria. Fui amigo suyo muchos años pero un día cesó la comunicación por su parte. Para mi es un enigma. Pero soy de los que piensa que a veces las cosas tienen que ser como son. Y de nada vale quejarse.
¿Cuál es la gran conspiración de nuestro tiempo?
La idiocia programada. La cosificación del individuo y la realidad. Dar la espalda a todo lo elevado.