II Guerra Mundial y sus protagonistas: así fue la vida de Churchill, Hitler, Mussolini, Roosevelt y Stalin
Hace 80 años, el 1 de septiembre de 1939, empezó el conflicto bélico más grande de la humanidad con más de 60 millones de muertos.
Por Santiago Vargas
Un hombre maltratado por su padre (Hitler), otro cuyo nombre de pila homenajea a un revolucionario mexicano (Mussolini), otro venido al mundo como un milagro tras la muerte de dos hermanos prematuros (Stalin), otro de origen aristocrático que apenas conversaba con su padre (Churchill) y un quinto procedente del seno de una de las familias más ricas y antiguas del país(Roosevelt) protagonizaron la Segunda Guerra Mundial, del 1 de septiembre de 1939, con la invasión nazi a Polonia, al 8 de mayo de 1945 con la firma de la capitulación alemana tras la toma de Berlín por parte de los Aliados.
Hace ochenta años el mundo cambió para siempre. La Segunda Guerra Mundial dejó más de sesenta millones de muertos, entre militares y civiles: 49 millones por parte de los países Aliados y 12 millones de las Potencias del Eje. Uno de los peores hechos fue la creación por parte de los nazis de las campos de exterminio contra los judíos, especialmente.
Se trata de la catástrofe más grande creada por el ser humano contra sus congéneres nacida de la ambición de Adolf Hitler para fundar el Tercer Reich y ampliar su dominio en el mundo bajo la premisa de una raza superior. El llamado Día de la infamia fue el viernes 1 de septiembre de 1939 cuando Alemania invadió Polonia. Entonces, Reino Unido, buena parte de los países de la Commonwealth, Francia y Polonia declararon la guerra a Hitler. Seis años después la conflagración había involucrado a casi todos los países del planeta, sobre todo en la toma de posiciones y respaldo a los Aliados o a las Potencias del Eje, hasta su cierre definitivo los días 6 y 9 de agosto de 1945 con la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki que obligó a la rendición de Japón.
Una década antes, a mediados de los años treinta, mientras Franklin Delano Roosevelt seguía con sus reformas para salvar a Estados Unidos de la catástrofe económica y social y Winston Churchill lidiaba con la clase política británica y algunos enemigos dentro de su partido, en Alemania Adolf Hitler aumentaba la propaganda del partido Nazi esparciendo veneno, Benito Mussolini hacia lo propio con el fascismo en Italia y sus delirios imperiales y Iósef Stalin hundía más sus raíces del poder y la represalia de sus opositores en la URSS.
WMagazín hace un acercamiento a la Segunda Guerra Mundial a través de las vidas de sus cinco protagonistas con biografías que hablan de sus orígenes, su trayectoria personal y profesional.
Cinco hombres que conectaron con sus pueblos respectivos, unos más desde la reconstrucción económica, como en Estados Unidos, y otros desde la propaganda que insuflaba los nacionalismos y reclamaba la superioridad de sus razas o por ambiciones político-dictatoriales para instaurar un modelo.
Personas que cambiaron el mundo, la geopolítica y la manera de hacer política y seducir al pueblo. Supieron que más allá del discurso, de las verdades, las promesas, las artimañas o las mentiras para lograr sus objetivos estaba la verdadera propaganda, la imagen, su imagen, el acercamiento a la gente y la puesta en escena para buscar la conexión. Establecer los nuevos hilos de la comunicación y las armas para manipular y convencer.
WMagazín recomienda cinco biografías, más una novela y otro ensayo, y publica fragmentos que arrojan luz sobre momentos clave de la infancia y ambiciones de estas personas como políticos, líderes y seres llamados a cambiar la Historia cuyos ecos aún se sienten:
Winston Churchill nació el 30 de noviembre de 1874 en el palacio de Blenheim (Woodstock) en el condado inglés de Oxfordshire y murió el 24 de enero de 1965 en Londres. Procedente de una familia aristocrática es lo que se llama un político de raza y larga tradición británica. Fue el sucesor del primer ministro Neville Chamberlain a partir de 1940. Condujo el destino de Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial, iniciada por Adolf Hitler el 1 de septiembre de 1939. Fraguó con el presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, la alianza que llevaría a la victoria de los Aliados.
A finales de septiembre editorial Crítica publicará la biografía Churchill, del historiador Andrew Roberts, que se alza como una de las más completas e interesantes del que fuera primer ministro británico. Mientras llega esa obra recomendamos la lectura de la biografía de Roy Jenkins. En estas páginas, la vida del estadista se mezcla con la evolución de su carrera política, sus campañas, elecciones con triunfos y derrotas, ideas y virtudes y defectos. Todo ello con descripciones y análisis de momentos clave de la historia británica como la creación de Sudáfrica, la crisis de la abdicación de Eduardo VIII, la huelga general de 1926, la Batalla de Inglaterra… “Jenkins radiografía con especial intensidad los dieciséis años que Churchill pasó en Westminster, y durante los que se convirtió en una herramienta esencial para la supervivencia y la victoria de toda una nación”.
A continuación un Fragmento de Churchill, de Roy Jenkins:
“Churchill era de origen aristocrático, ducal para ser exactos, y algunos han visto en ello la clave más importante de toda sucarrera. Esto es poco convincente. Churchill fue un personaje demasiado idiosincrásico e imprevisible, y con demasiadas facetas, como para dejarse encorsetar por las circunstancias de su nacimiento. Su entrega a su carrera y su convicción de que era un hombre con un destino eran mucho más fuerte que cualquier lealtad de claseo tribal. Han existido políticos con un gran sentido del deber y del honor —acuden de inmediato a mi mente Edward Halifax y Alec Douglas -Home— que vieron la vida a través de unas anteojeras muy limitadas por sus antecedentes como hacendados. Pero Churchill sin duda no se encontraba entre ellos. Aparte de cualquier otra consideración, jamás tuvo tierra alguna fuera de su precaria propiedad (y posteriormente solo ocupación) de ciento veinte hectáreas que rodean Chartwell, la casa de West Kent situada a tan solo treinta y ocho kilómetros de Londres que compró en 1922 y consiguió conservar, gracias a ayudas económicas de algunos amigos, durante las restantes cuatro décadas de su vida”.
Adolf Hitler nació en Braunau am Inn (Austria) el 20 de abril de 1889 y se suicidó en su búnker de Berlín (Alemania) el 30 de abril de 1945. Fue un niño maltratado por el padre y de infancia difícil. Participó como suboficial en la Primera Guerra Mundial. En 1919 se afilió al Partido Obrero Alemán, precursor del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, Partido Nazi, cuyo liderazgo asumió en 1921. Dos años después protagonizó un intento de insurrección y fue condenado a cinco años de prisión de los cuales solo cumplió ocho meses. Tiempo suficiente para consolidar, afinar y encender la mecha de su ideología progermánica basada en la creencia de una raza superior y una política antisemita y anticomunista. Ideas que plasmó en su famoso y nefasto libro Mi lucha. Fue canciller de Alemania en 1933, y en 1934 asumió la presidencia bajo la ideologia Nazi que ya se había encargado de publicitar. Con su ataque a Polonia, el 1 de septiembre de 1939, desató la Segunda Guerra Mundial.
Uno de los historiadores que más y mejor ha investigado toda la vida de Hitler y cuya biografía es de referencia indiscutible es la de Ian Kershaw: Hitler. La biografía definitiva (Península). A continuación puedes leer un fragmento sobre su infancia y la relación con su padre:
“El primero de los muchos golpes de suerte que favorecerían a Adolf Hitler se produjo trece años antes de su nacimiento. En 1876, el hombre que habría de convertirse en su padre se cambió el nombre de Alois Schicklgruber por el de Alois Hitler. Resulta perfectamente creíble la afirmación de Adolf de que nada de lo que había hecho su padre le había complacido tanto como su renuncia al ordinario y rústico apellido Schicklgruber. No cabe duda de que el saludo ‘Heil Schicklgruber’ habría resultado impropio para un héroe nacional. (…)
Así pues, Adolf vivió sus primeros años bajo la agobiante tutela de una madre demasiado protectora en un hogar dominado por la amenazadora presencia de un padre partidario de la disciplina y de cuya ira la sumisa Klara no podía proteger a sus hijos. La hermana menor de Adolf, Paula, describiría después de la guerra a su madre como ‘una persona muy dulce y tierna, el elemento compensatorio entre un padre casi demasiado duro y unos hijos muy vivaces que quizá fueran algo difíciles de educar. Si alguna vez había riñas o diferencias de opinión entre mis padres —continuaba—, siempre se debía a los hijos. Era sobre todo mi hermano Adolf quien desafiaba a mi padre hasta forzarle a ser extremadamente severo y quien recibía cada día una buena tunda. […] ¡Cuántas veces, por otro lado, no le acariciaría mi madre e intentaría obtener con amabilidad lo que mi padre no era capaz de conseguir con dureza!’. El propio Hitler, durante sus monólogos nocturnos al calor de la lumbre en los años cuarenta, contaba a menudo que su padre perdía súbitamente los estribos y repartía golpes de inmediato. No quería a su padre, decía, pero cada vez le temía más. Solía comentar que su pobre y querida madre, a la que estaba tan unido, vivía constantemente preocupada por las palizas que él tenía que soportar y algunas veces esperaba junto a la puerta mientras recibía una tunda”.
Un acercamiento singular a la infancia y adolescencia de Hitler es la fascinante e inquietante novela de Norman Mailer El castillo en el bosque (Anagrama). En ella indaga sobre cómo se pudo crear un monstruo. Se pregunta cuándo el mal entró en ese niño al que su madre llamaba Adi y que era maltratado por su padre. Biografía, novela, filosofía, dudas, preguntas. El castillo en el bosquetermina cuando Hitler tiene 16 años porque de ahí en adelante todo es más conocido.
El gran historiador británico Andrew Roberts, que en otoño publicará en español la aclamada biografía de Winston Churchill, escribió en 2003 un biografía paralela sobre la vida de Hitler y Churchill centrada en sus estrategias políticas y militares y la manera de comunicarse con el pueblo.
El siguiente es un pasaje del libro donde siempre se ah intentado comparar a estas dos personas:
“Hasta un extremo rara vez visto fuera de un contexto religioso, el fenómeno Adolf Hitler dio pie a que gente inteligente suspendiera la actividad de esa parte de nuestros cerebros donde se aloja el pensamiento racional. (…) Uno de los oficiales de su Estado Mayor, el general Walter Warlimont, recordaba que ‘Casi ninguno de los grandes comandantes con mando operativo que acudían al cuartel general para presentar un informe o recibir órdenes era inmune a la abrumadora presencia de Hitler’.
Por el contrario, Churchill nunca ejerció, al parecr, esta clase de poder personal, casi místico, sobre los demás. Hitler tenía carisma, Churchill, no. ¿Cómo es posible que Hitler inspirase mayor asombro y admiración que el premier birtánico? Y, ¿por qué a pesar de ello, Churchill resultó ser el líder de más éxito? En cualquier caso, ¿qué les convirtió en líderes y de qué habilidades y técnicas se sirvieron para inducir a millones de ciudadanos a seguir su voluntad?”.
Benito Mussolini nació en Predappio (Italia) el 29 de julio de 1883 y murió fusilado en Giuilino el 28 de abril de 1945. Hijo de un herrero socialista y una maestra, su nombre de pila fue en homenaje a Benito Juárez, el revolucionario mexicano. Con 17 años se afilió al Partido Socialista Italiano. Luego participó en la Primera Guerra Mundial. En 1921 fundó el Partido Nacional Fascista que luego sería el Partido Fascista Republicano. Un año después organizó la Marcha sobre Roma y se alzó con la presidencia del Consejo de Ministros Reales que ya no dejaría hasta 1943 cuando se convirtió en Duce (guía) de la República Social Italiana hasta su ejecución en 1945. Su ambición y régimen totalitario llevó a Italia a la Segunda Guerra Mundial como una de las Potencias del Eje junto a Alemania y Japón.
Al igual que Hitler supo hacer una gran propaganda de su ideología fascista. La biografía Mussolinide R.J.B. Bosworth reconstruye su vida desde sus orígenes humildes hasta sus ínfulas y aspiraciones de intelectual imbricadas en la descripción de la sociedad que le toco vivir y que intentó cambiar con el llamado panitalianismo, el expansionismo y el anticomunismo. Tras ganarse al pueblo con su populismo llegó el descenso al unirse al nazismo. En 1945, al intentar huir por la frontera, haciéndose pasar por un grupo de españoles en la carretera, fue reconocido. Al día siguiente fue ejecutado por un partisano.
A diferencia de los orígenes sencillos y humildes de Hitler y Stalin, Mussolini hizo lo posible por crear una familia tradicional. La biografía de Bosworth recrea las inquietudes juveniles de Mussolini y las ambiciones personales y profesioanles de quien sería Duce y cómo se fueron enturbiando con la demagogia y los tics dictatoriales que pronto pasaron a ser verdaderos actos tiránicos mientras se dirigía a su pueblo y trataba de dar una imagen de hombre noble y ocultar su doble vida con amantes y desmanes.
Franklin Delano Roosevelt nació en Nueva York el 30 de enero de 1882 y murió en Warm Springs, Georgia, el 12 de abril de 1945. Nació en una de las familias más ricas de Estados Unidos y estudió en los mejors colegios y centros universitarios. Fue presidente entre 1932 hasta su muerte en 1945 y fue uno de los artífices de la victoria de los Aliados. Empezó en la política como senador del estado de Nueva York en 1910. En 1912 el presidente Woodrow Wilson lo nombró secretario adjunto de la Marina. Tuvo la visión de crear entre 1913 y 1917 la Reserva de la Marina de Estados Unidos que garantizaba el entrenamiento y preparación de militares para ser movilizados durante los conflictos bélicos. En 1933 fue elegido presidente de Estados Unidos y luegodos dos veces en sendos periodos consecutivos. Sacó a su país de la crisis económica de los años treinta y bajo su liderazgo Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial tras el ataque sufrido en Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941.
Su biógrafo Patrick Renshaw lo considera el presidente más importante del siglo XX: “Su New Deal y su decisivo liderazgo durante la guerra le hicieron el presidente más votado en la historia del país, colocándole junto a Hitler, Stalin y Churchill, como figura clave en la historia del siglo XX”.
Esta biografía es un fresco y vivo relato acerca de su vida, desde sus primeros años en el seno de una de las familias más ricas y antiguas del país, así como el efecto de la polio que contrajo, en 1921, en la plenitud de su vida y carrera política que muchos vieron acabada. El libro destaca su perseverancia y fuerza para sobreponerse a su enfermedad, la presencia y relación con su esposa Eleanor y su gran capacidad militar y de organización.
Iósif Stalin nació en Gori, entre el 6 y 18 de diciembre de 1878 y murió asesinado en Moscú el 5 de marzo de 1953. Su llegada al mundo fue como un milagro para sus padres. Tras la muerte de sus dos hermanos prematuros nació Iósif. Revolucionario y político, participó en el triunfo de los bolcheviques en octubre de 1917. Tuvo los más altos cargos del Partido Comunista de la Unión Soviética: secretario general del Comité Central entre 1922 y 1952 y presidente del Consejo de Ministros entre 1941 y 1953. Contribuyó a la colectivización del país y al asesianto de cualquier que osara oponerse a él o que considerara su enemigo. Fue clave en la derrota del nazismo. Si bien es cierto que al comienzo de la Segunda Guerra Mundial firmó un acuerdo de no agresión a los alemanes a cambio de la recuperación de territorios soviéticos, en junio de 1941 todo cambió y en 1944 el Ejército Rojo entró en Europa hasta que en 1945 tomó Berlín. Con todo ello, Stalin convirtió a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en una de las potencias globales.
Como gran comunicador con el pueblo manipuló los datos sobre su propia vida y la revolución. La biografía de Simon Sebag Montefiore aporta nuevos documentos que dan luz sobre un joven Stalin desconocido que se oculta tras sus propias palabras. El historiador relata en Llamadme Stalin los primeros años del político para ofrecer una visión sobre cómo se preparó y triunfó la Revolución.
A continuación un fragmento de Llamadme Stalin donde se relatan los acontecimeitnos de su venida al mundo:
“Nuestra felicidad quedó hecha añicos’. Beso (padre de Stalin) había enloquecido por la pena y echaba la culpa de todo al ‘icono de Geri’, su pueblo natal. La pareja había rezado al icono para que salvara la vida de su hijo. La madrede Keke, Melania, empezó a visitar a diversos adivinos. Beso seguía bebiendo. Llevaron a la casa el icono de S. Jorge. Subieron al monte Gorij-vari, a cuyos pies estaba situada la ciudad, para rezar en la iglesia levantada junto a la fortaleza medieval. Keke quedó embarazada por tercera vez y juró que, si el niño sobrevivía, iría en peregrinación a Geri para dar gracias a Dios por el milagro de S. Jorge. El 6 de diciembre de 1878 dio a luz a su tercer hijo.
‘Precipitamos el bautizo del niño para que no muriera sin bautizar’. Keke cuidó de la criatura en la casucha de un solo piso y dos habitaciones que contenía poco más que un samovar, una cama, un diván, una mesa y una lámpara de queroseno. En una pequeña arca se guardaban casi todas las pertenencias de la familia. Una escalera de caracol conducía al sótano cubierto de musgo en el que había tres nichos, uno para las herramientas de Beso, otro para la caja de costura de Keke, y otro para el fuego. Allí cuidaba Keke de la cuna del niño. La familia se alimentaba de la dieta básica georgiana: lobio (judías), badridjani (berenjenas), y el grueso pan llamado lavashi. Sólo de vez en cuando comían mtsvadi, el típico pincho georgiano de carne. El 17 de diciembre la criatura fue bautizada con el nombre de Iosiv, aunque todos lo llamaban Soso. Aquel niño se convertiría más tarde en Stalin. Soso era ‘débil, frágil, delgado’, diría su madre. ‘Si había una enfermedad, era el primero en cogerla’. Tenía el segundo y el tercer dedo del pie izquierdo unidos por una membrana. (…)
La madre de Keke recordó a Beso que habían jurado ir en peregrinación a la iglesia de Geri si el niño sobrevivía. ‘Que el niño siga vivo’, respondió Beso, ‘y yo mismo iré de rodillas a Geri con mi hijo a cuestas’. Pero pospuso el cumplimiento de la promesa hasta que el niño cogió un enfriamiento que lo indujo de nuevo a recurrir lleno de terror a la intercesión divina: viajaron a Geri, ‘arrostrando grandes dificultades en el camino, dimos una oveja en ofrenda, y encargamos un rito de acción de gracias en el santuario’. Pero cuando llegaron, los curas de Geri estaban realizando un exorcismo, poniendo a una niña al borde de un precipicio para expulsar de ella a los malos espíritus. El hijo de Keke ‘quedó horrorizado y se puso a gritar’; cuando regresaron a Gori el pequeño Stalin ‘tenía temblores y hablaba incluso en sueños’; pero sobrevivió y se convirtió en el preciado tesoro de su madre”.
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