Un pique en Flandes: Holanda y España, una historia de roces y caricias
La relación entre ambos países ha pasado por todo tipo de altibajos, pero ninguno de los dos sería lo que es sin el otro.
La relación entre España y los Países Bajos pasa por su momento más tenso desde que Andrés Iniesta encarase la portería de la selección holandesa en la final del Mundial de Sudáfrica. Fue en el minuto 116 del encuentro, en la prórroga. Ambos países contuvieron la respiración cuando el jugador español lanzó aquel derechazo que pulverizó la portería de Stekelenburg. No ha habido otra celebración que se haya escuchado más alto y al unísono en toda España. La Roja ganaba su primera Copa del Mundo. La masiva ovación fue atronadora y la alegría se desbordó en todas las ciudades españolas, mientras los holandeses tenían que conformarse con un digno segundo puesto.
El origen de la tensión actual es de índole política. Mientras la pandemia desatada por el coronavirus se ceba con los países del sur de Europa, donde los muertos se cuentan por miles, los sistemas sanitarios están sobrepasados y casi la totalidad de la población se encuentra aislada en sus casas... el ministro de Finanzas holandés, Wopke Hoekstra, sugiere que la UE “debería investigar a países como España” por no tener margen presupuestario para luchar contra el coronavirus a pesar de que la Eurozona creció en los últimos siete años. Unas declaraciones que, en medio del dolor y la tragedia, han levantado ampollas.
Además, el Gobierno holandés encabeza junto a Alemania la oposición y el bloqueo a la puesta en marcha de un mecanismo de ‘coronabonos’ que permitan mutualizar la deuda resultante de la lucha contra el virus entre todos los estados miembros de la UE, una medida defendida especialmente por los países mediterráneos.
La histórica relación entre España y Holanda (oficialmente Países Bajos) ha pasado por todo tipo de altibajos. No está exenta de roces, pero tampoco de caricias. Lo que es indiscutible es que ninguno de estos países sería lo que es hoy sin el otro.
De hecho, el origen de los Países Bajos está en la Guerra de los Ochenta Años (1568-1648) en la que los rebeldes holandeses, encabezados por el protestante Guillermo de Nassau, príncipe de Orange, lograron la independencia del católico Reino de España regido por Felipe II. Las célebres novelas del capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte, están ambientadas en Flandes durante aquella sangrienta contienda en la que los legendarios tercios de infantería española trataban de sofocar la revuelta de las Provincias Unidas de los Países Bajos.
La crueldad y duración del conflicto dejó huella en la memoria histórica de los holandeses, que contribuyó a forjar la llamada ‘Leyenda negra española’. De aquella época data también la expresión “poner una pica en Flandes”, por la dificultad logística que suponía para el reino español hacer llegar tropas, armas y pertrechos hasta los territorios en disputa.
Sin embargo, esos encontronazos del pasado no son óbice para que nuestro país tenga mucho tirón entre la población de los Países Bajos: un estudio del Real Instituto Elcano sostiene que casi el 80% de los cerca de 17 millones de holandeses ha estado alguna vez en España. Tan solo el año pasado 3,7 millones de turistas holandeses visitaron el país, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Los neerlandeses destacan este como un destino que les atrae especialmente por sus agradables condiciones climáticas, muy diferentes a las de su país, y por su gastronomía y su cultura.
Por el contrario, solo en torno a un 30% de españoles ha estado alguna vez en Holanda. Entre estos, muchos han ido interesados por un país que ven como moderno y liberal... y también atraídos por las tolerantes leyes de estupefacientes holandesas, que permiten el consumo de sustancias como el cannabis en los conocidos coffeeshops. Sin embargo, muchos son también los que van allí a trabajar, ya que los salarios son considerablemente más elevados. El lado oscuro de esto es que varios cientos de trabajadores españoles denunciaron el año pasado haber sufrido allí explotación laboral y racismo.
Especial muestra del gusto de los holandeses por España es el hecho de que el rey Guillermo y la reina Máxima de los Países Bajos se conocieron hace 20 años en Sevilla entre flamenco, rebujitos y vestidos de gitana. Fue en una exclusiva caseta de la Feria de Abril, la misma festividad a la que la pareja retornó el año pasado acompañada de sus tres hijas, que pasearon por la capital hispalense en un coche de caballos y ataviadas con la indumentaria típica. Este año, la nueva edición de la feria en la que los monarcas holandeses se conocieron e iniciaron su historia de amor no se podrá celebrar debido a la pandemia del coronavirus.
Pero si hay algo que sintetiza perfectamente la relación de amor odio que ha marcado la historia de estos dos países, es el propio himno de los Países Bajos, considerado el más antiguo del mundo. Está escrito en primera persona, como si lo cantase Guillermo de Nassau, y ensalza su figura y la revuelta contra el reino de España. Las últimas frases de su primera estrofa rezan así: ″...den Koning van Hispanje heb ik altijd geëerd” (que traducido quiere decir “al rey de España le he concedido lealtad de por vida”). Esto puede parecer contradictorio, ya que Guillermo quería la independencia de España. Sin embargo, todo apunta a que su inquina iba dirigida más hacia los militares y gobernantes enviados por Felipe II a los Países Bajos, como el odiado (por los holandeses) Duque de Alba, y no tanto contra el monarca. Una posible explicación es que en aquella época no dejaba de presumirse que los reyes ostentaban su cargo por gracia divina, circunstancia que los hacía dignos de respeto aunque se sentasen en el trono enemigo.
El caso es que, aún hoy, cuando los holandeses cantan su himno repiten las palabras “al rey de España le he concedido lealtad de por vida”.