Historias que merecen ser contadas: Dos amigos en la industria de la felicidad
Un viaje no empieza subiéndote al avión, ni termina cuando llegas a casa. Es un círculo virtuoso que empieza con la inspiración, y termina contando su historia para que otros se inspiren y emprendan su propio viaje. Y ésta de hoy es una bonita historia que, pese a que no ha terminado, merece ser contada.
Nacho y Alfonso, Alfonso y Nacho, son dos jóvenes (sí, ¿no?) viajeros madrileños que con sus treinta ya cumplidos hace no pocos años, decidieron emprender el viaje de su vida sin salir de Madrid. Todo empezó con Alfonso, el más joven. Estudió Publicidad y Relaciones Públicas en La Complu, y tuvo la suerte de desarrollar su primera etapa profesional trabajando de lo suyo para marcas de primer nivel; pero alguna pieza no terminaba de encajar en su puzzle vital, y decidió hacer una parada técnica para hacer maletas e irse a Berkeley a estudiar un Máster de administración de empresas. Había comenzado su primera etapa del viaje, la inspiración.
Nacho, por el contrario, dedicó no pocos años a la consultoría en diferentes sectores (financiera o manufactura) y, sobre todo, en la promoción inmobiliaria de estaciones ferroviarias y centros comerciales, lo que le permitió viajar con cierta frecuencia por España y Europa -aunque todos los que viajamos por trabajo sabemos, en el fondo, que eso no es viajar-. También pasó por una escuela de negocios, donde, dice, "perdió mucho miedo a eso del emprendimiento".
Mientras estudiaba su Máster, Alfonso se empezó a introducir en ese mundillo de Silicon Valley y las Startups, y le inocularon ese virus emprendedor que te hace pensar en que si tienes una buena idea puedes crear tu propia marca aunque no tengas dinero". Así las cosas, ya avanzada la segunda etapa del viaje (Búsqueda) se volvió a La Capi y le contó a Nacho la idea de negocio que se había traído en la mochila. La casualidad, o el Karma, quiso que éste último no estuviera atravesando precisamente un buen momento profesional, por lo que cualquier conversación en la línea de un cambio era muy seductora, y la idea de Alfonso parecía tener su base.
Rápido pasaron a la tercera etapa, la planificación. Empezaron a darle forma y echaron números y más números. "¿Es legal?" le preguntó Nacho a Alfonso... y con la respuesta a esta pregunta pasaron directamente a la cuarta fase, la confirmación.
"Me lo he gastado todo en viajar y según visitaba países veía como el concepto de alojamiento iba evolucionando por el mundo. Vimos la oportunidad de crear un producto que en España apenas tenía competencia, combinando las ventajas de los hostels y los servicios de los hoteles. Si a esto le sumas un mercado inmobiliario en horas bajas y el número de visitantes a Madrid subiendo... surge una verdadera oportunidad". El argumentario de Alfonso era lo bastante sólido.
Un año para pasar de un bonito power point, que todo lo soporta, a un business plan con el que poder empezar a visitar inversores en los peores años de la última crisis, para un negocio que sólo conocían desde el otro lado del mostrador: Un Hostel. Un tipo de alojamiento que cualquiera que haya viajado por Asia o Latinoamérica con una mochila al hombro conoce, pero que en Europa tenía una presencia testimonial. Estaban ya en la quinta etapa, la reserva del viaje, el punto de no retorno.
Y sus intuiciones, y un buen business plan tensionado hasta el extremo, convencieron a los inversores para arrancar la sexta etapa, el viaje, construir lo que hoy es The Hat Madrid, un Hostel que en menos de un año consiguió ganarse el aplauso de sus clientes y el respeto de la prensa nacional e internacional. The Guardian (Reino Unido) lo nombró uno de los 10 Hostels más inteligentes de Europa, mientras que The Times (Reino Unido) les metió directamente en su top 20 europeo.
Pero como decíamos al inicio, un viaje no termina cuando vuelves a casa, sino cuando se lo cuentas a tus amigos y familiares; y lo compartes en Twitter, añado.
¿Cómo lo veis ahora después de todo lo vivido?, ¿lo volveríais a hacer? Les pregunto. Alfonso es el primero que se lanza:
"En este viaje hay mucho de pasión, mucho de estudio y... ¡mucho de inconsciencia! Es un viaje duro donde tienes que tener claro, cristalino, cual es el producto para no decaer en el intento. España no es un país sencillo para emprender, le recomiendo a todo el mundo que antes de lanzar su propio proyecto lo tense lo máximo posible para evitar al mínimo el riesgo de fracasar. Nosotros estuvimos 6 meses a full time analizando el mercado y tensando nuestro proyecto. Aquí no vale hacerse trampas al solitario, eso es muy peligroso. Si me preguntas si lo volvería a hacer... por supuesto que sí. La pregunta correcta sería: ¿Por qué no lo hice antes?"
Nacho le sigue: "Por mi lado fue Alfonso el que me propuso comenzar a desarrollar la idea, pero al ser un proyecto muy relacionado con una de las grandes pasiones, viajar, no hubo muchas dudas. Es muy importante al emprender que entiendas al cliente perfectamente, lo que busca, lo que le falta, y en este caso yo había estado de cliente muchísimas veces por todo el mundo. Tras hacer un pequeño estudio de lo que había en Madrid, en aquel momento ya tenía claro que el concepto y el producto era el que teníamos en la cabeza. Creo que ha sido una mezcla de casualidad y de oportunidad, pero también estaba todo muy estudiado, muy medido y muy razonado. Pienso que es importante que un proyecto nuevo pase por estas fases...".
"Sinceramente, si miro para atrás veo todo lo hecho como una heroicidad. Lo digo con toda la humildad del mundo. Es todo muy complicado y no hay ninguna sola ayuda ni apoyo (y no me refiero a lo económico), son muchas trabas. Por eso es fundamental tenerlo todo muy medido y creer en el proyecto al 100%. También es verdad que al ser dos personas es algo más fácil, cuando uno está abajo el otro tira para delante".
"Y claro que lo volvería a hacer, ¡sin dudarlo!. Además creo que el tren pasó en un momento perfecto de madurez profesional y personal, cuando todavía tienes mucha fuerza, sobre todo mental. Por eso yo no tengo claro si lo hubiera hecho 10 o 15 años antes".
Decíamos que el viaje es un círculo virtuoso que cuando acaba y su historia es contada, enciende la chispa que sirve de inspiración para que el viaje de quien lo escucha –o lee- comience. El viaje de Nacho y Alfonso sigue otros itinerarios ahora, pero quizá el de algún lector acabe de empezar.
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