A quién se refiere Montero cuando dice "todes" y quiénes son las personas no binarias
Cande, Javi y Cris se identifican como personas no binarias: "Es importante usar la 'e' porque el lenguaje es como la realidad, va cambiando".
“Todos, todas y todes”, “niños, niñas y niñes”, “hijos, hijas e hijes”. El lenguaje inclusivo de Irene Montero en algunos mítines está dando mucho de qué hablar, tanto entre una izquierda tradicional que se quiere acoger a los mandatos de la RAE como entre la derecha y la ultraderecha, que lo utilizan para ridiculizar al partido morado y, de paso, al colectivo LGTBI.
Pero, ¿a quién se refiere la ministra de Igualdad cuando habla así? Principalmente a las personas no binarias, que han sido invisibilizadas durante muchos años. Son parte del colectivo al que va dirigido la Ley Trans de Igualdad. De hecho, una de las principales propuestas del borrador del texto es la de poder omitir el sexo del DNI, aunque desde algunos colectivos consideran que, en vez de eso, debería haber una tercera casilla, la de “género no binario”.
El término ‘no binario’ se refiere a personas que se identifican con las definiciones de lo masculino y femenino a la vez o con ninguno de los dos totalmente y, por tanto, no lo hacen con los términos de “hombre” o “mujer”. Esto significa lidiar continuamente con la frustración de que el resto del mundo te perciba de una manera errónea.
Muchas formas de ser de género no binario
Hay muchas formas de ser una persona no binaria. Cande, Cris y Javi se identifican así, y cada uno de ellos usa un pronombre diferente y ha vivido su propio proceso y experiencia. ”¿Qué significa ser no binario? Depende de a quién preguntes”, explica Cande, que pide ser tratado en masculino. “Hay quien lo entiende como una ausencia de género y quien lo entiende como la mezcla de ambos géneros”, cuenta, pero “esto no significa estar en el medio de los dos, sino fluctuar”.
Este joven de 24 años se empezó a identificar como no binario hace un año y medio y lo vive como “una carga enorme del género con muchísima fluctuación”. “No es algo masculino o femenino, sino algo que no está catalogado. Significa estar fuera de ese sistema binario y ser libre en esa cuestión”, asevera.
Cris, de 26 años, no se identifica plenamente “ni con el género masculino ni con el femenino”. Empezó a tener dudas a partir de los 15 años y éstas coincidieron con sus dudas sobre su identidad sexual. “Para mí fue muy traumático porque no tenía ningún referente ni sabía que existía algo así, por lo que llegué a pensar que era lesbiana o una persona trans que no se atrevía a transitar de forma binaria”. Está conforme con que la gente que no la conoce la lea como mujer de entrada, “pero las personas que me conocen me gusta que sepan mi identidad”.
Javi, en cambio, empezó a identificarse como no binarie hace “15 ó 20” años. Ahora tiene 44 y dice sentirse muy bien con su identidad. Se identifica con el pronombre “elle”. “Me di cuenta de que no era como el resto, pero no me sentía mal. Tampoco era homosexual, a mí me gustan los hombres, las mujeres y las personas, indiferentemente de su identidad o su género. Ser no binarie para mí ha sido un tránsito y un proceso con el que me siento muy a gusto”.
Pero no todo es maravilloso. Cande ha agradecido alguna de las medidas de la pandemia, porque le han permitido dejar de dar explicaciones. “Al estar aislado del mundo no estoy siendo percibido por nadie y el día a día es muy placentero, ya que no tengo que lidiar con gente sobre mi identidad o sobre cómo me ven”, celebra. Al fin y al cabo, cuenta el joven, “siempre me van a leer en un sistema binario y, a pesar de que puedo ser una persona andrógina en el aspecto físico, la voz o el cuerpo hace que las personas me categoricen o me atribuyan determinados roles, facetas y formas de actuar”. El hecho de llevar mascarilla, además, “facilita que me traten en masculino”, señala.
La importancia del entorno
De ahí la importancia que dan los tres a la reacción de sus entornos. “Influye mucho cómo te perciben las otras personas”, asegura Cande. “No es lo mismo estar rodeado de gente en espacios que no considero seguros, donde me encuentro con más frustración e impotencia, que cuando estoy con mis amigos o mi familia, que soy yo y punto”.
De hecho, muchas personas no binarias deciden no salir del armario en determinados entornos, como el trabajo. “Yo trabajo con niños y he decidido no decirlo por una cuestión logística de no tener que estar explicándoles a ellos y a sus padres determinados temas”, detalla Cande.
Cris ha sentido esta sensación también en espacios LGTBI o de izquierdas, cosa que le duele “aún más”: “A veces no me siento segura en determinados espacios para salir del armario y sólo lo hago en mi círculo cercano por miedo a que se me critique o que lo menosprecien”.
“A veces la reacción del entorno tiene que ver con el puro desconocimiento”, añade por su parte Javi, “no saben si eres homosexual o un hetero que aún no sabe lo que quiere”. Esto, según elle, lleva a que “personas no binaries entren en depresión por no sentirse reconocides ni comprendides por el resto”. Javi lo llevó bien, pero no siempre es así: “Cuando se sienten incomprendides, hay quien es fuerte y se da cuenta de que lleva un camino correcto y hay quien se queda en el camino por lo que se dice a su alrededor”.
La falta de referentes
De momento, no hay muchos personajes famosos que hayan hecho público que se identifiquen como no binarios, ya que eso conlleva una serie de dificultades en la vida cotidiana en un sistema donde todo está construido alrededor del binarismo (masculino-femenino). Esto hace que haya quien no se siente representado. “No hay prácticamente referentes y si los hay son en series o películas”, lamenta Javi. “El no tener referentes es de lo más duro”, añade Cris.
El referente de Cande, por ejemplo, fue su pareja. A los 23 años empezó a salir con una persona no binaria y, aunque ya se había dado cuenta de que no acababa de encajar con la etiqueta de “mujer”, “fue importantísimo para mí tener esa referencia y ver a esa persona tan feliz, con su vida normal. Me ayudó a decir ‘vale, no pasa nada, puedo ser no binario y no voy a ser infeliz, esto es con lo que encajo’”.
Lo mismo le pasó a Cris al encontrar a personas que sabían de lo que hablaba: “Conocer gente que respeta mi identidad y tiene experiencias parecidas a la mía es super valioso. Estoy en un grupo de Telegram de personas no binarias y, aunque no intervengo mucho, me ayuda saber que hay muchas personas que sienten lo mismo que yo”.
El lenguaje y el acabado en “e”
Todos coinciden en la importancia del lenguaje. “Lo que no se nombra, no existe”. “Aunque yo no use la ‘e’, creo que es importante usarla con quien lo requiere porque el lenguaje es como la realidad, va cambiando”, dice Cande.
Los tres creen que al usar la “e” y referirse a “todas, todos y todes”, Irene Montero está “incluyendo a todas las personas que no se sientan identificadas con las categorías de ‘hombre’ o ‘mujer’”. “Cualquier intento de inclusión y visibilizacion por parte de políticos o personajes públicos lo voy a agradecer, más allá de intereses electoralistas, porque es una realidad que sufrimos en silencio”, dice Cris.
Javi, que sí usa la “e”, explica que “hay gente que no ha aprendido que el lenguaje es importante para transmitir lo que queremos decir o ser” y lamenta que mucha gente, incluso dentro del propio colectivo LGTBI, no entienda “que se hable con el neutro”. Elle defiende que se trata de “un lenguaje más asertivo y más amplio”. Cree que quien ridiculiza este tipo de lenguaje lo hace por desconocimiento. “Es desconocimiento y miedo, miedo de saber cómo nos sentimos les no binaries. Y eso se junta con sus roles machistas y patriarcales que llevan años incentivando”, asegura.
Cris, en cambio, lo ve con algo más de optimismo. “En parte, la ridiculización también significa que estamos ahí, porque hace años ni siquiera se nos nombraba. Obviamente, hay que acabar con ella, pero es significativo porque denota que también existimos”, zanja.