Harry Potter llega a Madrid: todo lo que hay que saber de una exposición única
'Harry Potter: The Exhibition', por la que pasarán miles de personas, esconde cientos de objetos y detalles de la saga mágica.
Si Lord Voldemort —o Voldemort a secas, ya despojado de todo título— levantara la cabeza en este Madrid de noviembre de 2017, la volvería a meter en cualquier agujero que sea su tumba. La capital está forrada, invadida, por su archienemigo, el que le mandó al otro mundo en un par de ocasiones, la última ya definitiva: Harry Potter.
El joven mago salido de la infinita mente creadora de la escritora británica J. K. Rowling llega estos días a Madrid en su enésima reinterpretación. Después de siete libros, ocho películas, un guión y una obra de teatro, un puñado de atracciones y parques temáticos y hasta una precuela reconvertida en toda una saga, esto es lo que faltaba: una enorme exposición de 1.400 metros cuadrados en pleno IFEMA, el espacio más grande de la capital.
Por su pabellón 1 pasarán, literalmente, cientos de miles de fans: Harry Potter: The Exhibition se anunció el 26 de septiembre; ese día se comenzaron a vender las entradas y, hasta el día de su apertura, ya eran nada menos que 150.000 los tickets despachados. Normal, pues, que las expectativas estén altas. Normal que la exposición se haya prorrogado dos meses. Normal que, 10 años después de publicarse el último libro, se siga haciendo caja. Y qué caja: si las entradas valen entre 14 y 20 euros (una media de 17 euros) y se han vendido 150.000, sin abrir sus puertas este particular Hogwarts ya acumula en sus arcas 2,5 millones de euros.
Pero, ¿qué hay en la exposición? ¿Merece la pena pagar 20 euros por ella? Si se es un auténtico fan, si el mundo de Potter y su pandilla de varitas le resulta familiar, la respuesta es sí. La muestra cuenta con nueve escenarios en los que se recrean distintos espacios relativos al mundo mágico gracias a centenares de objetos: trajes, animales, cartas, mesas y objetos de lo más variado. También es cierto que la visita no durará más de una hora, hora y cuarto para los más frikis del lugar, y que, aunque no falta de nada, se queda corta... o quizá es que deje con ganas de más.
Eso sí: hay cosas que, siendo más o menos fans, no pueden faltar. Detalles grandes y pequeños que van a gustar a más de uno. No es cuestión de desvelarlo todo, prometido, pero por algún detallito (o 20), no pasa nada. Juro solemnemente que esto es una travesura...
- Para empezar: si quieres agarrar bien la varita, suelta tus cosas. Hay un ropero, a la derecha, antes de entrar. Cuesta un euro, pero en serio: querrás tener las manos libres para hacer fotos y trastear todo. No necesitas abrigo, hace buena temperatura en las salas.
- Entra en la primera sala. Entra en Hogwarts. ¿Qué hay que hacer? Saber de qué casa se es, claro. Te lo gritará el Sombrero Seleccionador... pero es imposible que se lo diga a cada uno de los 300 visitantes que pasarán cada media hora. Sólo habrá tres o cuatro elegidos: intenta situarte de los primeros del grupo para que te escojan justo a ti.
- Adelante. Coge (rápido, porque de esa sala te despachan en un momento...) el expreso de Hogwarts, el 5972, y adéntrate en la sala común de Gryffindor.
- En la sala fíjate en la ropa de Hermione: así te harás una idea de las escuetas medidas de Emma Watson. Oirás más de un "¡Pero qué pequeñita es!".
- En cambio, la túnica de Snape delata a un hombre de imponente porte. Por cierto: su varita se ve rallada, usada, con vida. Ay, Alan Rickman, te echamos de menos...
- Compara los uniformes y ropas de Harry y de Ron: no, no son iguales. Uno está nuevecito... y el otro tiene agujeros y el tejido más gastado. ¿Te habías dado cuenta en la gran pantalla?
- Las camas de los chicos tampoco son iguales: aunque sus cortinas de terciopelo rojo (con estrellas doradas) pretendan ocultarlo, la sencilla manta de patchwork de Ron contrasta con la cuidada colcha de Harry.
- Entre los objetos más emocionantes están la carta de admisión de Harry en Hogwarts (una de tantas que le mandaron sin que fueran contestadas) y sus gafas redondas. Están junto a su varita y al Mapa del Merodeador. Son de las más fotografiadas... y de las más vendidas. Las encontrarás en la tienda, al final del recorrido.
- El puño y letra siempre impacta: de lo más chulo, el pliego en el que se lee 20 veces I must not tell lies ("No debo decir mentiras"). Tinta roja, como la sangre...
- Dolores Umbridge y su despacho también dan mucho juego. No te pierdas ese papel de gatitos rosa. Tiene pinta de estar hasta perfumado.
- El cuadro de otro mítico profesor de Hogwarts, Gilderoy Lockhart, también es auténtico: medirá fácilmente dos metros y es un trabajado óleo.
- No pases de largo por las mandrágoras. No diremos más... aunque sólo con acercarte, vas a saber por qué.
- Impresionables por los bichos: tened cuidado. Una gran araña y una no menos grande serpiente os esperan en el recorrido. Son falsas, obviamente, y fácilmente evitables. Pero el que avisa no es traidor.
- La cabaña de Hagrid, recogida y cálida, es uno de los rincones más conseguidos del recorrido. Vigila el huevo de dragón mientras te sientas en su sillón y contemplas sus inmensas ropas.
- Cuando estés preparado para ver a los malos, te sorprenderá el nivel de detalle de esa sala en la que se acumulan villanos y sus fechorías. Sólo los muy fans se acordarán del pequeño y congelado Colin Creevey, pero allí lo encontrarán.
- ¿Una partida de ajedrez mágico? El inmenso peón de la sala parece a punto de desplegar sus espadas. Son muchos los que se quedan parados, contemplándolo, boquiabiertos.
- Acércate al Gran Comedor. Última parada de la ruta. Algunos de los trajes más icónicos de la película (el vestido rosa de Hermione, las túnicas del baile) se exponen allí.
- El Gran Comedor da idea del nivel de detalle de los elementos creados para la película. Docenas de ranas de chocolate, de grageas Bertie Bott de todos los sabores, de cajas de diversas chucherías... No es un objeto: son decenas los que se crearon y se exponen en las vitrinas.
- Fíjate bien en la Copa del Torneo de los Tres Magos: verás un delicado grabado en su cristal con la palabra Triwizard. Un detalle no menor...
- Antes de irte, despídete de Dobby. Verás su figura a tamaño real (¿real?) y con el más absoluto detalle en un discreto lugar, como no podía ser de otra manera.
- BONUS TRACK: la tienda, al final del recorrido, merece un ratito de la visita. En ella se pueden encontrar chucherías, tazas (las de Dobby, de las más solicitadas, cuestan 15 euros), bufandas, sudaderas, varitas, túnicas... Eso sí: prepara el monedero. Lo más barato son los bolígrafos con forma de varita, por 5 euros, mientras que lo más caro es una colección de varitas del Ejército de Dumbledore que cuesta 190 euros.