Siete hábitos que están saboteando tu relación
A veces no se detectan y pueden ser muy dañinos a largo plazo.
Algunos hábitos tóxicos en una relación son evidentes: mentir, poner los cuernos, insultar, chillar... Pero también hay otra clase de hábitos tóxicos que a veces no se detectan y que pueden ser igual de dañinos a largo plazo.
La edición británica del HuffPost se ha puesto en contacto con varios psicólogos para conocer los hábitos más reseñables de esta última clase para que sepas identificarlos y proteger tu relación.
Es normal (e incluso saludable) tener intereses distintos de los de tu pareja. Solo porque a tu pareja le guste el reguetón no significa que tú también tengas que bailarlo cuando sales de fiesta. Sin embargo, siempre hay formas de apoyar a tu pareja con sus pasiones, aunque no sea tu mayor ilusión.
“Por ejemplo, si tu pareja te envía una canción, es importante que la escuches y prestes atención aunque no sea de tu género favorito”, comenta Abigail Makepeace, terapeuta familiar y matrimonial. “De lo contrario, la falta de interés en los gustos de tu pareja se acaba acumulando y haciendo creer a la otra persona que no te importa”.
“No te tiene que gustar la canción, pero el simple hecho de escucharla y comentarla ya es un apoyo muy necesario”, añade.
Das las gracias cuando tu pareja te hace un regalo, te lleva por sorpresa de escapada o te reserva un masaje relajante, pero se te olvida darle las gracias por los pequeños detalles que tiene contigo en el día a día y que te aligeran la carga. No reconocer esos esfuerzos puede generar resentimiento con el paso del tiempo.
“Las buenas relaciones no se mantienen con grandes gestos, sino con los pequeños gestos del día a día”, sostiene la psicóloga Nicole Saunders. “Si no te das cuenta de todo el esfuerzo que invierte tu pareja en la relación y no le das las gracias por ello, aunque sea por cosas que ‘le toca’ hacer, estás perdiendo la oportunidad de forjar un vínculo positivo entre ambos”.
No des por sentados esos pequeños detalles. Haga lo que haga tu pareja para facilitarte la vida merece su debido reconocimiento.
“Ya sea acordarse de comprar tu capricho favorito en el supermercado, hacer la cama a tu gusto o saludarte con un abrazo porque sabe que te encanta, dale las gracias. Además, es una forma de fomentar conductas que a ti te interesa seguir viendo”.
Saltarte una ducha de vez en cuando no es un delito, pero cuando se vuelve rutinario, se convierte en un problema para vuestra intimidad y en una fuente de conflictos en la relación.
“No lavarte los dientes o no ducharte o no arreglarte la barba son hábitos poco considerados, sobre todo si sabes que a tu pareja le molestan”, comenta el psicólogo Kurt Smith, especializado en terapia para hombres.
Conviene recordar que una mala higiene a veces es un síntoma de depresión. Si te cuesta encontrar la motivación en diversos ámbitos de tu vida, si sientes que no eres suficiente o te has aislado socialmente, háblalo con tu pareja y plantéate acudir a un profesional de la salud mental.
Criticar es quejarte sobre un problema de tu relación expresándolo como un defecto de la otra persona, señala el psicólogo Zach Brittle.
Un ejemplo sería el siguiente comentario: “Siempre llegas tarde para cenar. ¿Por qué nunca llegas puntual? Eres muy irrespetuoso/a”.
Cuando recurres a críticas, pones a tu pareja a la defensiva y todo desemboca en una discusión poco productiva, expone Makepeace. Con el tiempo, esas críticas dañan la autoestima de tu pareja y crean distancia emocional entre ambos.
“Si quieres que tu pareja haga algo de forma diferente, pídelo de forma específica y sin críticas”, propone Makepeace.
En el ejemplo anterior, una forma más productiva de hablar con tu pareja habría sido: “Me siento ignorado/a cuando llegas tarde sin avisar. Necesito que me avises con tiempo para poder planificar mejor la cena”.
Cuando empiezas a salir con una persona, no es extraño que paséis una especie de luna de miel en la que estáis juntos casi siempre. Sin embargo, si pasa el tiempo y seguís pasando todo vuestro tiempo juntos, dejando de lado a vuestros amigos y familiares, es posible que tengáis un problema importante a la larga.
“Cuando las parejas están siempre juntas, la relación soporta mucha presión”, afirma Saunders. “Mantener la relación a toda costa puede convertirse en vuestro objetivo porque ninguno de vosotros tiene una vida al margen o un sistema de apoyo al que acudir. A veces puedes llegar a pensar que tu vida acabará si acaba la relación”.
Para evitar este hábito peligroso, asegúrate de seguir alimentando tus intereses personales y nutriendo tus amistades.
“Es importante reservar momentos para hacer planes distintos con otras personas o incluso pasar alguna noche en habitaciones distintas viendo programas de televisión diferentes o dedicándoos a vuestras respectivas aficiones”, recomienda Saunders.
Echarles un vistazo rápido a los mensajes privados de tu pareja puede parecer algo inofensivo, pero es una violación de su privacidad y un síntoma de problemas entre vosotros.
“Si tienes la tentación de cotillear el teléfono de tu pareja para confirmar que es fiel, es un síntoma de falta de confianza en la relación”, afirma Makepeace.
Es razonable —no sospechoso ni deshonesto— que las personas quieran mantener su privacidad y su autonomía aunque tengan pareja.
“Las personas con pareja también quieren independencia”, resume el psicólogo Ryan Howes. “Esto no quiere decir que quieran cortar. Probablemente quieran que su relación dure mucho, pero también quieren mantener su vida, y eso no tiene por qué ser un problema”.
Resiste las ganas de mirarle el móvil. Si tienes inseguridades, no tengas miedo en mostrarte vulnerable y hablarlo con tu pareja.
Cumplir con tu palabra, aunque sean pequeñas promesas, es fundamental para generar confianza y hacer que tu pareja se sienta querida y valorada. Y a la inversa, si tienes la mala costumbre de hacer promesas y no cumplirlas, ya sea de forma consciente o inconsciente, estarás creando distancia emocional entre tu pareja y tú.
“Esto puede pasar de muchas formas: no vaciar el lavavajillas como dijiste, olvidarte de ir a comprar, olvidarte de que has quedado a una hora...”, enumera Smith.
Prueba a ponerte alarmas y recordatorios. Comprométete solamente a aquello que vayas a hacer y establece plazos realistas. Es decir, no prometas más de lo que puedes hacer solo para complacer a tu pareja en un primer momento. Y si ves que no vas a poder hacer algo una vez que ya lo has prometido, avisa lo antes posible.
“Explica por qué no puedes cumplir tu promesa”, recomienda la escritora Sheri Stritof en Verywell Mind. “Asegúrate de que esas situaciones sean la excepción, no la norma, sobre todo si lo que quieres es forjar confianza en la relación”.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Reino Unido y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.