Guaidó, a la conquista del Ejército de Venezuela
El autoproclamado presidente aprueba una amnistía para los militares que dejen de apoyar a Maduro, en un intento de apuntalar su vuelco.
Juan Guaidó tiene un reto: conquistar al Ejército de Venezuela, sin el que es imposible que se haga carne un verdadero Gobierno de transición. No es tarea sencilla, porque aún hoy la Fuerza Armada es el pilar esencial sobre el que descansa el presidente Nicolás Maduro. Son ellos los que tienen las armas. Ellos son los que reprimen o permiten las manifestaciones de la disidencia. Ellos son los que legitiman con su lealtad un Ejecutivo.
El presidente de la Asamblea Nacional venezolana y autoproclamado "presidente encargado" del país está echando mano de leyes y promesas, pero también de llamamientos a las tripas, al corazón, para movilizar a los uniformados en su favor. Garantías de que nada les pasará si se cambian de bando y ánimos para ser "verdaderamente leales a su juramento con la patria".
El paso más concreto que ha dado ha sido la aprobación en el Parlamento de mayoría opositora de una ley que plantea amnistiar a aquellos que se decidan por "acatar la Constitución" y desconozcan a Maduro como mandatario. Si te vienes conmigo, habrá perdón de tus actos. Para reforzar ese mensaje, Guaidó se fue a misa y lanzó desde el templo un mensaje paralelo a los militares. "Hoy te doy una orden: no dispares al pueblo de Venezuela, a los que de manera clara, constitucional han salido a defender a tu familia, a tu pueblo, a tu trabajo, a tu sustento. Hoy, soldado de Venezuela te doy una orden: no reprimas manifestaciones pacífica", dijo Guaidó, en su traje de presidente "legítimo".
El texto de esa ley de amnistía está siendo entregado en mano por cientos de opositores, patrulla a patrulla, cuartel a cuartel, con una acogida dispar, explica la Agencia EFE. Por ejemplo, los profesionales que están apostados en la residencia presidencial de Maduro, La Casona, devolvieron los papeles rotos, en señal de disconformidad, mientras que en un retén de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) en el este de Caracas otro recibía la circular y la guardaba, dispuesto a "escuchar". Las dos escenas se han repetido en las últimas horas por todo el país: los que rasgan los papeles o los queman ante los medios y los que calladamente los aceptan.
La cúpula, con Maduro
La cúpula de la Fuerza Armada está con Maduro. Lo dejó claro, al calor de la proclamación de Guaidó, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, quien calificó en una comparecencia la proclamación del líder opositor como "golpe de estado". La Fuerza Armada "no aceptará jamás a un presidente impuesto a la sombra de oscuros intereses ni autoproclamado al margen de la ley", dijo, leyendo un comunicado muy medido.
El estamento militar mantiene un fuerte vínculo con el gobierno chavista. Muchos ministros son militares o antiguos militares; lo es incluso el presidente de la petrolera estatal PDVSA, prácticamente la única fuente de entrada de dinero del país. Y es que el dinero está también detrás de esta lealtad, como siempre pasa: desde las protestas del 2016, cuando los problemas de inflación y desabastecimiento se empezaron a hacer crónicos, Maduro transfirió al Ejército el control de la importación, producción y distribución de alimentos y medicinas, por lo que los militares dominan las vías de entrada de todo lo esencial. "Esa cercanía al dinero es para muchos la base de la inquebrantable lealtad de la cúpula militar hacia el Ejecutivo en medio de una fuerte crisis económica en el país", describe la BBC.
En sus manos, denuncia la oposición, están no sólo las rutas legales, sino también las ilegales. Sonado es el caso del actual ministro del Interior, Néstor Reverol, a quien Estados Unidos busca por supuesto tráfico de drogas. Maduro lo ascendió, tras ser jefe policial.
Ante el anuncio de amnistía de Guaidó, Maduro cambió su agenda el domingo y visitó una base militar en Fuerte Paramacay, donde se preparan para febrero (del 10 al 15) las mayores maniobras militares de la historia del país, una "puesta a punto", en palabras del presidente. Fue un intento de mostrar músculo y unidad, frente a la presión de la oposición. Maduro trató de inocular a los soldados el ardor del mensaje chavista en un estamento que, por definición, no debe tener ideología. Fue Hugo Chávez quien refundó el Ejército, les recordó, y a esa memoria deben obediencia. "¿Quieren que la Fuerza Armada se convierta en golpista? ¿Ustedes son unos golpistas?", les preguntaba a voz en grito. "No, presidente", respondían los presentes. Luego se puso a correr, a conducir tanques, a dar abrazos.
Cuando Maduro gana por muy poco las elecciones (no reconocidas como válidas por buena parte de la comunidad internacional por sus lagunas democráticas) y se suceden las protestas más o menos numerosas en las calles (2014, 2017, las nuevas convocadas por Guaidó...), tener al Ejército de su lado es más determinante que nunca para mantenerse en el Palacio de Miraflores.
¿Efecto cascada?
¿Pero qué ocurre con los puestos intermedios y de base en la Fuerza Armada? ¿Están también con el oficialismo? Y, si no lo están, ¿tienen fuerza para imponerse a sus superiores y dar un giro a favor del opositor? El Ejército no es una roca sólida y tiene grietas. No son nuevas, no proceden del efecto Guaidó, aunque éste puede amplificarlas. Si lo suficiente para acabar con el chavismo... esa es la incógnita. En 25 años ya ha vivido tres intentos de golpe de estado en Venezuela, no es por tanto un escenario nuevo, y la situación de crisis generalizada es un factor que puede cambiar las inercias actuales. El debate interno es intenso.
También está por ver si en todo esto influye de alguna manera la amenaza del presidente de EEUU, Donald Trump, de recurrir a una "opción militar en Venezuela" si Guaidó no se consolida en el poder. ¿Que desde fuera te amedrenten sirve para que las filas sean más prietas o para añadir miedo y separarlas?
Lo cierto es que en los últimos meses varias decenas de militares han sido detenidos por cargos como traición a la patria e instigación a la rebelión, acusados de alinearse con la disidencia, por intentos de rebelión, asaltos a cuarteles y robos de armas. El más conocido de ellos fue el piloto Óscar Pérez, inspector del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), que murió el año pasado tras un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad venezolanas. Fue el único uniformado que dio la cara en un vídeo en el que reivindicaba que él y su comando habían tomado un helicóptero, volado hasta el Ministerio del Interior y disparado 15 veces sobre una fiesta oficial.
Maduro también denunció recientemente un supuesto intento de golpe por parte de una treintena de militares. Los disidentes han pagado con sanciones o incluso con la cárcel, en una desmovilización que no ha sido masiva, claramente, pero tampoco imperceptible. Algo de mella ha hecho, algunos mensajes de exmilitares ya se han publicado denunciando los nuevos vientos chavistas. Como ejemplo, los tuits de los exministros Hebert García Plaza y Miguel Rodríguez Torres.
Por ahora, el mayor gesto de un uniformado por Guaidó ha sido el del agregado militar en la embajada de Venezuela en EEUU, el coronel José Luis Silva, en el cargo desde 2014. El sábado dijo públicamente que ya no reconoce a Maduro al mando e instó a sus "hermanos militares" a respaldar a Guaidó y "propiciar" un cambio en la nación. "Esta Agregaduría de Defensa no reconoce al presidente Nicolás Maduro por considerarlo un usurpador y reconoce a Juan Guaidó como presidente interino legítimo", dijo a la agencia AFP.
"Nosotros también somos el pueblo", enfatizó. Su mensaje va en la línea del que los opositores quieren inocular en la tropa: que los militares también son el pueblo y que, si hay cansancio en las calles, también es hora de que lo haya en los cuarteles y bases. La Fuerza Armada, como los cuerpos policiales, también han visto en estos años que sus salarios bajaban por la crisis, no han estado blindados por el Gobierno, y llegar a fin de mes es tan complicado como en otros hogares para un militar medio, no para la cúpula.
Guaidó está usando como munición en esta batalla por el Ejército hasta a su mujer, Fabiana Rosales, que ha publicado un vídeo dedicado a las "madres, esposas e hijas" de militares, pidiéndoles que les convenzan de que el camino correcto es el de su marido.
Un requisito esencial
Guaidó, formalmente, no puede avanzar más sin la Fuerza Armada. El opositor se apoya en el artículo 233 de la Constitución venezolana para declararse presidente, pero se ve forzado a seguir los pasos fijados en otro artículo, el 236, para ir afianzando la pretendida democracia que proclama. Ahí se indican 24 puntos que son los pasos que debe seguir para hacerse con las atribuciones del ejecutivo, para hacer un Gobierno de transición viable.
Hay que sacar a los cargos previos, hay que remodelar el equipo, pero también hay que tomar las riendas de la diplomacia y la acción exterior, respetando los acuerdos acordados, hay que convocar elecciones libres e inmediatas, y hay que controlar al Ejército, como muleta de estabilidad y seguridad nacional. El presidente es el comandante en jefe de esas tropas, pero aún no ha sido reconocido como tal por el estamento militar. El proceso no está completo si eso falta. No basta con que te apoyen una veintena de grandes naciones, EEUU entre ellas. O el Ejército está de tu lado o no hay cambio.