Gran Canaria: destino 'healthy'
Más de 300 días de sol al año, 24ºC de temperatura promedio e icónicas playas condensadas en una isla de no más de 50 kilómetros de norte a sur.
Más de 300 días de sol al año, 24ºC de temperatura promedio y algunas de las más icónicas playas del mundo condensadas en una isla de no más de 50 kilómetros de norte a sur. Gran Canaria es uno de los destinos más completos del archipiélago de las Canarias, una isla bendecida por la naturaleza que la sensata mano del hombre ha sabido aprovechar. Un destino honesto a donde viajar para cuidarse, mimarse y descansar.
O no.
Es jueves y llego justo a tiempo para divisar la primera puesta de sol de mi viaje a Gran Canaria. Una sinfonía de colores que va desde los tonos ocres hasta los naranjas, rojizos y azules anuncia la retirada del sol, aunque solo de forma momentánea, no me cabe ninguna duda de que mañana volverá a brillar de esa forma única, repartiendo esa luz extraordinaria que lo abarca todo. Me esperan tres días de profunda inmersión en una isla donde casi la mitad del territorio está protegido por la Unesco como Reserva de la Biosfera, todo un continente en miniatura con una gran complejidad de paisajes y climas que en lugar de asustar, seduce.
Aunque muchos de sus mayores atractivos están repartidos a lo largo y ancho de la isla, es en la zona sur de la isla donde se pueden comprobar de primera mano los favorables resultados entorno al mundo del wellness que Gran Canaria lleva tiempo cosechando. Son fruto, sin duda, de años de trabajo e inversión. Instalada ya en Maspalomas, una de las zonas más mágicas de Gran Canaria, tengo la sensación de que esta isla lo tiene todo, playas, dunas, oníricos bosques, una cuidada gastronomía de la que disfrutaré durante todo el viaje y, sobre todo, la oportunidad de descansar.
Con la premisa de que despeja la mente, relaja los músculos y depura y vitamina nuestra piel, estoy más que deseosa de experimentar todas esas propiedades del agua rica en yodo, y no hay mejor lugar donde hacerlo que en uno de los centros de talasoterapia más avanzados del mundo con cerca de 7.000 m² dedicados a la salud con agua de mar. Estoy en el Thalasso Gloria San Agustín, muy conocido –y también reconocido- a nivel internacional, donde lo ideal es disfrutar de un circuito relajante de agua de mar a diferentes temperaturas con 34 estaciones de hidromasaje (natación a contracorriente, asientos de microburbujas, cuello de cisne y cascadas, etc.). Tras poco más de 2 horas de recorrido siento que soy capaz de caminar a casi medio palmo sobre el suelo, con una sensación de flotación que invade hasta al más desgastado de mis cansados músculos. Se da la particularidad de que gracias al elevado contenido en yodo, estas aguas son realmente beneficiosas para la piel y entre sus propiedades está la de luchar contra el envejecimiento prematuro liberándola de cualquier atisbo de estrés acumulado. Y de eso en la mía –confieso- hay mucho. Lo ideal es completar la experiencia con cualquiera de los tratamientos relajantes o terapéuticos que el centro tiene a disposición de los clientes entre los que destaca la fangoterapia o la algoterapia. También hay algunos con influencias asiáticas como ayurveda, aunque en un entorno tan marino, apetece beneficiarse de todo lo que proceda del mar.
Lujo canario en un entorno único, como en mitad de un paisaje lunar con impresionantes vistas 360º. Esto es lo que ofrece el hotel Sheraton Salobre, uno de los más espectaculares del sur de la isla. Y no, no se encuentra a pie de playa, pero ni falta que le hace. Perfectamente integrado en el entorno, su cuidada arquitectura en diferentes niveles hace que nunca se pierda el foco del paisaje, aún menos cuando desde la terraza de uno de sus edificios estás practicando una clase de yoga, una de las muchas terapias que el hotel pone a disposición de sus clientes. Así que tras cuidar el cuerpo con los beneficios del agua, toca mimar la mente. Son las 7 de la mañana y es el momento de ‘saludar al sol’, y nunca mejor dicho, que comienza a dejarse ver entre los 18 hoyos del campo de golf situado delante del hotel. A medida que el verde del ‘green’ se va a haciendo más intenso iluminado por los primeros rayos de la mañana, yo caigo en una relajación cada vez más profunda acompasada por mi propia respiración.
Tras casi 60 intensos minutos de clase, es el momento de disfrutar de un desayuno saludable antes de pasar el resto de la mañana abandonada al bienestar en las instalaciones del spa del hotel. Y es que Aloe Spa es verdaderamente un refugio único formado por una gran variedad de terapias faciales y corporales y por un circuito wellness que incluye hasta una cabina de oxigenoterapia donde respirar aire puro al 99.9% libre de bacterias, ácaros o virus. Los asientos se calientan y yo, libro en mano, creo que esto debe ser lo más parecido al nirvana que existe en Gran Canaria. Merece la pena salir de este letargo emocional para instalarse en el exterior y disfrutar de una de las piscinas más fotogénicas de la isla, que incluye además chorros terapéuticos, camas de burbujas, cascadas de agua y, cómo no, preciosas vistas como las que también se observan desde la terraza del restaurante La Palmera que, situado varios niveles más arriba del spa, es perfecto para degustar un rico arroz o una fideuá acompañado por algunos de los platos de la gastronomía regional más característicos de la isla, como las ‘papas arrugás’ o los quesos artesanos.
Por muy necesario que sea, a veces cuesta volver al mundo real. Así que decido tomarme con calma (qué otra cosa si no) mi vuelta a la realidad, y nada mejor para lograrlo que poniendo una nota cosmopolita y de asfalto a este viaje visitando Las Palmas, la capital de Gran Canaria. Lejos ahora de las doradas dunas y cuidados integrales, aparece esta ciudad atlántica de aires elegantones y señoriales que posee, entre otros muchos atractivos, una de las principales playas urbanas del mundo, Las Canteras, con casi 4 kilómetros de longitud y mucha arena rubia por doquier.
Si nos trasladamos al asfalto, es de recibo recorrer barrios como Ciudad Jardín, patria del último pintor simbolista europeo, Néstor Martín-Fernández de la Torre. Aquí se encuentra el templo del pintor canario, que no es otro que el Museo Néstor, ubicado junto al parque Doramas y el Pueblo Canario. Está compuesto por un alabado fondo de colección del artista y también realizan visitas guiadas, talleres y proyecciones entorno a la figura del pintor canario. Merece la pena pasear por barrios como San Cristóbal y La Isleta o encuadrar bien a la hora de fotografiar las coloridas casas de San Juan y San Roque. Una imagen para el recuerdo como la que me llevo de la vida ordinaria paseando por las empedradas y peatonales calles del barrio de Triana, centro histórico de la ciudad. Aquí se encuentran los mejores cafés, con sus pertinentes terrazas al sol, los teatros y las tiendas más punteras donde se combina el comercio artesanal con la vanguardia. Y aquí se encuentra también uno de los restaurantes más reconocidos de la ciudad –y de la isla-, Deliciosa Marta. Marta en la sala y Pol Durán en la cocina, han convertido este local íntimo y agradable en todo un referente gastronómico donde cada día, es imprescindible reservar, sirven platos como su delicioso ‘steak tartar trufado’ o su exquisito ‘guiso de alcachofas y gambas’. Triana es casi como una ciudad dentro de otra ciudad, un barrio con vida propia cuyo compás lo marca el ritmo buen vital de la ciudad. Y en Gran Canaria, de buena vida, saben mucho.
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