Gofio, la octava isla canaria está en Madrid
Este restaurante del Barrio de las Letras ha tenido una evolución constante en los últimos años.
Madrid se ha convertido en una de las plazas con mayor competencia en los últimos años; no en vano la capital se está llenando de proyectos realmente ambiciosos que dan al comensal un amplio abanico a la hora de elegir. También es verdad que muchas de estas apuestas son ambiciosas en su plan de negocio, pero no tanto en su oferta gastronómica. Evidentemente, para llenar estos locales con unos altos alquileres se busca algo que atraiga al grueso de la clientela y en muchas ocasiones se pierde cierta originalidad que sí se había dado años atrás.
Gofio es uno de esos restaurantes que viene creciendo poco a poco. Recuerdo mi primera visita hace dos años: un local que buscaba una identidad, algo confusa para el que se acercaba por allí, a medio camino entre un gastronómico y una casa de comidas moderna, un menú degustación misterioso, pero con una frescura admirable, y ganas de que su cocina aportase algo nuevo a la oferta madrileña.
Dos años después, su fachada permanece inalterable, al igual que las ganas y ambición de un equipo joven, pero todo lo demás ha mutado: un comedor que ya se ve como el de un gastronómico con una capacidad de únicamente veinte comensales, una propuesta que aunque sigue siendo quizás demasiado misteriosa a la hora de su presentación también corresponde en el nivel de ambición con la cocina de Safe Cruz (para mí una de las más interesantes que se está practicando hoy en Madrid), un concepto de alta cocina canaria que es muy difícil de encontrar incluso en las islas, con ese toque de informalidad y canalla que hoy en día es tan demandado.
En su propuesta tienen dos menús degustación: su menú de 50 euros, que es un poco la representación de su cocina; y otro más extenso llamado ‘canariedad máxima’, de unos 80 euros. Yo probé el menú largo y no puedo hablar de las bondades del corto, pero la realidad es que si comparte los snacks, tiene mucho terreno ganado. Comer bien en Madrid no es difícil, pero comer bien y diferente es algo que cada vez lo es más, y en esta casa nadie se podrá ir diciendo que no lo hizo. Es verdad que puede que no sea un restaurante para los paladares más restrictivos, pero es una oferta que merece la pena conocer.
En el menú se ve una apuesta por un producto de calidad combinado con sabores y técnicas tradicionales de Canarias, bocados especialmente finos con su gamba blanca con diferentes mojos y su carabinero con mojo hervido de vino palmero tradicional, o la intensidad de su croqueta de pollo ‘con todo’ o el bocata de pata asada. Un menú que no me extrañaría que contase con una estrella Michelin y que es un reconocimiento que no creo que tarde mucho en llegar si siguen esta línea ascendente. ¡Qué bueno es encontrarse sitios así!