Gestación subrogada: explotación reproductiva y tráfico de bebés
Un artículo del equipo de Stop Vientres de Alquiler @stopsubrogación (Ana Trejo Pulido, Berta Garcìa, Vanesa Pujades e Inma Guillén)
No nos dejemos engañar, la subrogación de la gestación es un contrato entre particulares sujeto a derecho mercantil cuyo objeto final es un ser humano recién nacido, no el proceso biológico de la gestación. A las mujeres no se las contrata sólo para gestar y parir, sino para que entreguen el "producto" acabado: el bebé, un ser humano que es, a fin de cuentas, el objeto real del contrato.
Lo primero que hay que asegurar es una legislación que permita borrar a la madre. Este es el quid de la gestación subrogada. ¿Y por qué ese empeño de borrar a la madre? Para que no pueda ejercer el derecho a decidir sobre su propio cuerpo durante el embarazo. Para atarla a la cláusula de renuncia a la maternidad. Borrar a la madre y que no quede ni rastro de ella en la biografía del bebé. Borrar a la madre y convertirla en mero producto residual y desechable del proceso de fabricación de ese bien tan deseado. Esta desaparición jurídica, física y simbólica de la madre reduce la gestación a una tarea alienada y deshumanizada.
Pero las mujeres no parimos "algo", parimos a "alguien". Puedes comprar, vender, regalar o aceptar algo, pero no a alguien. Esto es algo asumido por la inmensa mayoría, que tiene clara la verdadera dimensión de lo que representa la gestación subrogada no sólo para las mujeres y los recién nacidos, sino para el modelo de sociedad futura y la humanidad entera. Una mutación social tan profunda, radical y peligrosa pensada sólo para complacer a unas pocas personas. Y decimos pocas porque, frente a los 3.095.206 nacimientos registrados en España en los últimos siete años, sólo hubo 979 inscripciones de bebés nacidos por maternidad subrogada, lo que representa el 0'031% del total. Es decir, una media de 169 nacimientos por subrogación al año frente a una media de 442.000 nacimientos por el procedimiento de todas y todos conocido. Resulta evidente que la gestación subrogada no es una demanda social.
No es una técnica
La gestación subrogada no es una técnica de reproducción humana; de hecho, ninguna gestación lo es. Es un procedimiento muy agresivo mediante el cual se somete a una mujer a un tratamiento de reproducción asistida con el objeto de que geste un embrión genéticamente ajeno y traiga al mundo un bebé por encargo. Pero que el óvulo fecundado sea genéticamente ajeno no significa que todo el cuerpo y la psique de la mujer embarazada no se vean involucrados y comprometidos en el proceso de gestación y con el feto que se desarrolla en su cuerpo. Los estudios en epigenética revelan además una relación biológica bidireccional entre el feto y la gestante -sea madre genética o no- que deja huella y perdura en ambos organismos mucho más allá del embarazo y el parto.
No es una técnica, es una práctica que supone la compraventa de bebés y el uso del cuerpo de la mujer y su capacidad reproductiva. Una práctica así necesitaba de un eufemismo para ser aceptada socialmente y como llamarla alquiler de úteros y compraventa de bebés no respondía a esas necesidades eufemísticas, pasó a llamarse vientres de alquiler, gestación por sustitución, maternidad subrogada, gestación subrogada, gestación por subrogación... Un neolenguaje adaptado a las neonecesidades neocapitalistas con el único afán de ocultar lo evidente: mercantilización y cosificación de mujeres y bebés.
Globalización, género, raza y clase
En el contexto de la economía global, la feminización secular de la pobreza propicia que la maternidad subrogada prospere como opción para las mujeres económicamente más vulnerables. La mayoría de ellas lo hacen porque necesitan dinero para subsistir, dinero para comida, alquiler o hipoteca, estudios y bienestar para sus hijos e hijas, para pagar un seguro médico o para hacer frente a deudas. O gestan para poder cuidar mientras tanto a sus propias criaturas por falta de medidas de conciliación laboral-familiar.
La gestación subrogada viene a ser un tratado internacional de libre comercio que aboca a las mujeres pobres del mundo a producir bebés a demanda de consumidores ricos. No reduce la brecha de desigualdad, sino que la profundiza. No responde a los anhelos de libertad de las mujeres cuando es una práctica permitida en países donde la igualdad entre ambos sexos brilla por su ausencia. Y, desde luego, no tiene nada de democrática, a no ser que se pretenda "democratizar" el uso de las mujeres fértiles para fabricar descendencia por encargo.
Violación de la salud materna y la salud primal
La gestación subrogada compromete seriamente la salud física, social y psicológica de las mujeres y las criaturas a través de las condiciones de concepción, gestación, parto y postparto impuestas por las agencias intermediarias y la industria de la tecno-reproducción. Obliga a la madre a reprimir el vínculo maternal que siente por el bebé que tendrá que entregar. Ese vínculo tiene una función biológica de protección, supervivencia y replicación.
Además de las complicaciones que se pueden asociar en general a todo embarazo (anemia materna, hemorragias, diabetes gestacional, hipertensión arterial, embolias, preeclampsia, eclampsia e incluso muerte), encontramos toda una serie de riesgos y de complicaciones asociados a la subrogación: hiperestimulación hormonal, transferencia de múltiples embriones, realización sistemática de pruebas de amniocentesis y cesáreas para facilitar la programación de las clínicas y la asistencia al parto de los clientes; prácticas violentas y con graves consecuencias para la salud de las mujeres, tanto a corto como a medio y largo plazo. Se da una total falta de seguimiento y apoyo psicológico a la mujer en el postparto, doloroso, lento y complicado a nivel físico, psicológico y social.
Hay que señalar que los embarazos múltiples pueden terminar en partos prematuros con pesos de nacimiento inferiores al promedio; las cesáreas pueden incluir problemas respiratorios y reducir la bajada de sangre de la placenta al recién nacido; a más largo plazo, riesgo de diabetes infantil, asma, sensibilidad alimenticia y alergias.
Nils Bergman, experto en neurociencia perinatal, afirma que la separación madre-bebé después del parto crea un estrés tóxico que provoca cambios hormonales, metabólicos y cognitivos que afectan a la salud y a la duración de la vida de las criaturas.
El altruismo y la libertad como marketing
La diferencia entre vender un bebé o darlo altruistamente radica en la existencia o no de compensación económica. Obviamente, el altruismo encaja mejor en una sociedad patriarcal que tiene incrustada la idea de sacrificio, entrega y abnegación de las mujeres. La industria de los vientres de alquiler sabe que, abaratando costes, la clientela aumenta. Y con el fin de hacer más asequible el proceso de subrogación, se han sacado de la chistera el altruismo de las gestantes. Por supuesto, al resto de profesionales, empresas e intermediarios comerciales (camuflados en asociaciones a favor de la gestación subrogada) no se les exige altruismo alguno: son profesionales. Abaratan el procedimiento por el eslabón más débil pero imprescindible de la cadena. El truco del altruismo es magistral.
Otro gran concepto de propaganda es el de la libertad. Se echa mano de eslóganes feministas, como "nosotras parimos, nosotras decidimos" o "mi cuerpo, mi decisión", para adecuarlos a sus intereses empresariales. Pero, ojo, sólo podrán ejercer su libertad aquellas que cumplan los criterios y condiciones que ellos impongan; las que no, serán desechadas. Curioso cuando menos que en el ejercicio de su libertad la mujer se vea obligada por contrato a renunciar al derecho a decidir sobre su cuerpo, su embarazo, su parto y la filiación de su bebé.
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