Garriga, el "monaguillo" al que Abascal confía el control interno de Vox tras desplazar a Ortega Smith
Muchos le ven como su sucesor el día que el líder se haga a un lado. Su ascenso a secretario general es un claro guiño
Abascal pone orden en Vox. El presidente del partido, advertido por sus próximos sobre las perspectivas electorales a la baja, intenta poner fin a la crisis interna abierta con la mediática salida de Macarena Olona. Tras hacer oídos sordos durante años a las quejas sobre la mano de hierro con la que Ortega Smith movía los hilos del partido como secretario general, Abascal se ha visto obligado esta semana a intentar depurar el funcionamiento orgánico de la formación sin dejar el carácter ‘centralizador’ del que siempre ha hecho gala. El control seguirá concentrado en su cúpula, integrada por esas pocas personas en las que el líder confía y se mantienen absolutamente leales a él.
Su gran decisión da cuenta de ello: desplazar a Ortega Smith para incluir a Ignacio Garriga, miembro de la vieja guardia y una de las personas de su máxima confianza. “Vox está más fuerte que nunca, más unido que nunca”, señaló este viernes el dirigente en su primera rueda de prensa como secretario general. También criticó a la prensa por inventarse “intrigas palaciegas” que buscan “minar” al partido.
Rezó en el Cerro de los Ángeles antes de la moción de censura
Nacido en Sant Cugat hace 35 años, Garriga encarna la facción más moderada y dialogante del partido. No ha protagonizado discursos encendidos ni peleas dialécticas a cara de perro, aunque es un claro convencido de los ideales del partido. La religión ha forjado el carácter de este odontólogo de profesión que quebró la línea ideológica de su familia - exmilitantes de Alianza Popular - para recalar en las filas de Vox. Fue monaguillo hasta los doce años, intenta ir a misa todos los días y lleva en la muñeca un detente con la frase: “El corazón de Jesús está conmigo”.
Cuentan que dejó las nuevas generaciones del PP y se pasó a Vox por la tibieza con la que trataban el matrimonio homosexual o el aborto, aunque lo cierto es que se fue porque la candidata que él respaldaba, Montserrat Nebrera, perdió las primarias ante Alicia Sánchez-Camacho. En 2015 ya era candidato del partido a la alcaldía en su ciudad natal.
Cuando Vox se hizo fuerte, Abascal premió la fidelidad de su hombre poniéndole al frente de la formación en Cataluña y fue el encargado de defender en el Congreso la moción de censura presentada por su líder contra Sánchez en 2020. El día antes, según contó El Español, se pasó el día rezando en el Cerro de los Ángeles.
Muchos le ven como sucesor ideal de Abascal el día que el líder se haga a un lado, y su ascenso a secretario general es un claro guiño. Antes, tendrá la misión de vertebrar al partido, crear una estructura territorial sólida y cerrar la herida abierta por la salida de Olona, que se suma a la creciente ola de desencantados con el partido a las puertas de un año electoral clave.
Aunque ha crecido políticamente bajo el abrigo de Buxadé y Ortega Smith, su carácter templado puede ayudar a enterrar las tensiones internas que lastra la formación tras años de mano de hierro y fuertes golpes en la mesa. Sí hereda la figura de Fernández Ríos, vicesecretario de Organización, señalado también como uno de los responsables del caos territorial que sume al partido en el recelo y la desconfianza.
Quién es quién en la cúpula de Vox
¿Cómo queda entonces este ‘nuevo’ Vox? La nueva organización sigue encabezada, obviamente, por Santiago Abascal mientras Jorge Buxadé se mantiene como vicepresidente y mano derecha del líder. La otra vicepresidencia, además de la de Ortega Smith, recae en Reyes Romero. Pese a su puesto privilegiado en la cúpula de Vox, la andaluza es uno de los rostros más desconocidos para sus votantes.
Romero viene de una familia humilde de trabajadores del campo. Aunque es bióloga ha tenido una gran relación con el mundo de la moda, llegando a trabajar para firmas como Adolfo Domínguez, ByB y Bimba y Lola o en selecciones de Miss Sevilla. Católica y madre de cuatro hijos, nunca antes se había dedicado a la política hasta su entrada a Vox y muy sonados fueron sus careos con Pablo Iglesias en el Congreso.
Después de los vicepresidentes y el secretario general, la organización cuenta con seis vocales. Rocío De Meer tiene sólo 33 años pero es una de las voces más duras del partido, Hija y nieta de militares, ha protagonizado algunos discursos encendidos y ha llegado a publicar en sus redes sociales vídeos vinculados a grupos neonazis. Antes de ser cabeza de lista por Almería se dedicaba a cuidar de sus hijos.
Enrique Cabanas es uno de los ideólogos principales de Vox y una persona muy influyente en la toma de decisiones. Un “hombre orquesta” al servicio de Abascal pero, sobre todo, del partido. En 2014 no dudó en formar parte del equipo encabezado por Ortega Smith y el propio Abascal para extraer uno de los bloques arrojados al mar por Gibraltar para evitar que fanearan los pesqueros españoles.
Del partido comunista a Vox
Juan Luis Steegmann es el prestigioso científico de Vox que dice saber “algo de medicina y poco de política”. De joven fue marxista, aunque un viaje a la URSS le hizo cambiar de parecer. Después, militó en el PSOE hasta que los atentados del 11-M le hicieron dejar el partido. En este viaje ideológico acabó recalando en Vox, donde es uno de los pilares fundamentales. En 2021 fue acusado de recibir importantes cobros procedentes de Pfizer, aunque los documentos no mostraban transferencias directas al diputado de Vox sino a proyectos de investigación de los que forma parte.
María Ruiz tiene el honor de haber sido el primer cargo público que tuvo el partido liderado por Santiago Abascal, cuando obtuvo su escaño de concejal en el ayuntamiento de Villaviciosa de Odón. Periodista de profesión, entró a formar parte de Vox al poco de constituirse. Lo hizo después de trabajar como periodista en la empresa familiar que había creado con su marido, una pequeña editorial dedicada al mundo de la automoción.
Cierran la lista de vocales Pedro Fernández - diputado nacional por Zaragoza y concejal en el ayuntamiento de Madrid - y Víctor González, el otro gran perjudicado en los últimos movimientos de la cúpula al perder su papel de vicepresidente. Integrado en el llamado “ala liberal”, algunos ven en este movimiento un refuerzo en las tesis más duras de Vox dentro de un organigrama bastante estático y que suele apostar por la línea continuista. Al menos, hasta las elecciones autonómicas y municipales del próximo mes de mayo, donde Vox tendrá que someterse a su examen definitivo tras madurar como partido en la vida política y foguearse en su primera gran crisis interna.