'Frozen 2' y la reacción de los señoros (como Sostres)
Lo primero que pensé al salir de ver Frozen 2 fue qué pensarían de esta peli los señoros. Ya sabemos que los niños no tienen ningún tipo de prejuicio a la hora de ver a dos mujeres siendo las protagonistas de una historia, superando obstáculos y dejando atrás a sus novios. ¿Pero los señoros? Esos que acuden al cine un domingo cualquiera con la intención de entretener a sus hijos y de repente se encuentran con hora y media de un relato que les presenta como actores secundarios, los rescatados, los frágiles, los serviciales y los románticos. Si giran la cabeza a los lados mientras avanza la trama descubrirán que, entre las expresiones entretenidas de los niños y de las niñas, se alternan otras de verdadero terror. Ceños fruncidos. Puños tapando bocas. Calambres corporales. Sudores fríos. Esas y no otras, son las caras que merece la pena mirar mientras ven Frozen 2.
Dicho y hecho. Al día siguiente tecleé en Google “críticas a Frozen 2” y lo primero que apareció fue este artículo de Sostres. En él, el periodisto se queja de que “Ana es una desequilibrada que todo lo congela”. Primera cagada. Se quedó tan descolocado en su butaca que no recuerda ni del nombre correcto de la protagonista (Elsa) y lo confunde con el de su hermana. Tampoco es que se haya molestado en buscarlo en internet para escribirlo bien: es con dos enes Salva, “Anna”. Después arremete contra la verdadera hermana diciendo que “es una demente y una semipú y sólo le falta hacérselo con el reno”. Imaginen la clase de porno que debe ver este señoro. Es tal su indignación ante el cambio de roles, ellas fuertes/ellos débiles, que no lo puede soportar y empieza a desvariar asegurando que “Frozen es una madrastra (¿de quién? ¿del muñeco de nieve?) incapaz de cocinarte unos buenos macarrones” para cerrar con una conclusión estelar “¡La única valentía es ser el padre de María!”. Por favor que alguien nos diga qué sustancia extra llevaban sus palomitas.
Frozen 2 no es ningún peliculón, en eso es lo único en lo que estoy de acuerdo con este articulisto, pero es un chute de nuevos roles para los peques y eso ya tiene muchísimo valor. Las dos figuras femeninas, Elsa y Anna, son las verdaderas protagonistas. Ellas son modelos de mujeres valientes que no se vienen abajo ante ningún peligro, sino que los miran de frente. Las niñas aprenderán que pueden ser las primeras en algo sin sentirse culpables por ello y que no son frágiles ni pasivas, sino fuertes y decididas. En la película se normaliza la idea de mujer asociada con el poder: no sólo porque las dos son capaces de superar todos los retos sino porque toman decisiones importantes y dirigen a pueblos enteros. Otro de los temas que plantea es el de ser capaz de aceptar tus diferencias y mostrar tu verdadera esencia, lo que ayuda a gustarnos tal y como somos y hacerlo también con las demás personas. Tener estos referentes en la ficción es tan importante porque a través de ellos también socializamos (aprendemos qué comportamientos se esperan de nosotras en la sociedad) y los imitamos. La niña que estaba sentada a mi lado desplegaba su cuerpo y sus brazos cada vez que lo hacía Elsa en la pantalla y estoy segura de que la mayoría de las niñas salen con más autoconfianza de las salas.
Pero si la propuesta femenina en Frozen 2 es novedosa, la de los varones es la revolución. Es un cambio radical, una nueva masculinidad que está magistralmente sintetizada en el personaje de Kristoff, el prometido de Anna. En una de las primeras escenas en el palacio, él aparece en batín y pijama. Un atuendo íntimo que contrasta con los vestidos más formales de las princesas y que ya nos adelanta lo que vendrá después. Kristoff es una figura masculina cercana, familiar y cariñosa, que ama a Anna y sólo piensa en declararle su amor y en ayudarla. Es un hombre sensible que con su actitud no dejará indiferente a ningún hombre de la sala. Sobre todo, con la canción “Lost in the Woods” (Perdido en el bosque) en la que ¡locurón! vemos a un hombre capaz de expresar sus emociones y reconocer abiertamente su vulnerabilidad. Nos encontramos ante un personaje sin igual. En estos momentos el público siente un gran desconcierto y no sabe si reír o llorar, si es parodia o es de verdad. Es la misma escena que hemos visto cientos de veces asociada a las princesas (sufrir por amor) pero resulta un verdadero shock ver a un hombre en la misma situación. Otra de las maravillosas características de este personaje es que, en lugar de hacerse el héroe y tomar decisiones sin contar con nadie, está dispuesto a escuchar y preguntar. Esto ya es lo más. “Estoy aquí para ti ¿qué necesitas?” es su mejor frase. Un bonito resumen de lo que necesitamos en este momento las mujeres de los hombres: que estén a nuestro lado y nos escuchen. Si las niñas salen del cine fortalecidas, los niños saldrán más relajados y con menos presión. Sabiendo que se puede dudar, tener miedo o ser frágil y hablar de ello sin temor.
La película también plantea otros temas importantes, como el colonialismo, la necesidad de revisar el pasado, la sororidad, el amor… Hay que admitir que tiene muchas cosas mejorables, como por ejemplo que las dos figuras femeninas sigan siendo extremadamente delgadas, maquilladas y con varias rinoplastias. Que se siga asociando la idea del éxito a vivir en un palacio y ser de la realeza. O la escena del casamiento final que te da bajón después del subidón desenmascarando al Disney más conservador. Pero teniendo en cuenta que Frozen 2 es una película mainstream, hay que reconocer que aporta variedad al imaginario infantil con nuevos roles femeninos y masculinos y es una buena oportunidad para abrir un debate posterior con las niñas y los niños. Procuren no llamar a Sostres a participar en esa conversación, aún sigue recuperándose del susto en la Unidad de Cuidados Intensivos.