Falta de confianza
Se puede mandar un informe a la juez, lo que ya no es de mucho “honor” es filtrarlo a la prensa con fines políticos.
Una de las primeras cosas que se hicieron en el Ministerio del Interior desde el primer Gobierno socialista, bajo la dirección del Subsecretario Carlos San Juan, fue editar dos libros para la distribución a todos los profesionales. El primero de ellos, del profesor Manuel Ballbé, de la Universidad de Barcelona, tenía por título: Orden público y militarismo, con un prólogo de Eduardo García de Enterría que sostenía que la investigación del profesor era la historia de una falacia, consistente en creer que sólo las armas y los modos de guerra pueden ser eficaces para mantener integrada a la sociedad. Se indagaba pues, en el funcionamiento real de los mecanismos de poder a lo largo de la historia y la decisiva y permanente presencia de las Fuerzas Armadas en el mantenimiento del orden público.
El segundo libro que se distribuyó fue el de José María Rico y Luis Salas, titulado: Inseguridad ciudadana y policía en donde el fenómeno social de la criminalidad se estudiaba con aportes doctrinales basados en el garantismo más absoluto, predominando principios de base para una policía democrática. A estas dos aportaciones, habría que añadir el estudio de Diego López Garrido: La Guardia Civil y el origen del Estado centralista, con un análisis de la conexión entre centralidad y Guardia Civil a lo largo del XIX, y una pregunta final que todos nos hacíamos: Si el Estado de las Autonomías ha sucedido al Estado Central y se ha creado un edificio europeo de libertad, justicia y seguridad... ¿cuál es el modelo policial que necesita España en el siglo XXI?
Materiales para debatir, y poner en marcha un nuevo modelo que se ajustara a la nueva estructura política, con una nueva Ley de Policía que delimitara funciones a todos los cuerpos existentes, se estableciera una verdadera policía federal y una policía rural de amplias competencias en lo que ya hoy se llama la España vacía, así de sencillo parecía en aquellos ya lejanos años. Se trataba de que de una vez por todas quedaran atrás las viejas estructuras que venían del franquismo. No se si por culpa de Osiris o de otro dios maligno, el caso es que todo quedó en el nivel teórico.
Barrionuevo pronto “descubrió la Guardia Civil” (y a pesar de que en el año 87 la famosa foto de Ángel Colina en el conflicto de Reinosa como consecuencia de la reconversión industrial era una estampa de otro tiempo, una imagen para la vergüenza de una España que ya debía de haber tomado medidas para un nuevo modelo) el resultado, quizás porque ya Roldán estaba a otras cosas, fue que al Cuerpo Superior de Policía se le llamó Fuerza en la nueva Ley Orgánica, desapareció como tal y entramos a tope en la “fase Intxaurrondo”, como muy bien se cuenta en la novela de Fernando Benzo. El minoritario sindicato Plataforma Unitaria de Policías (ya sabéis de que va eso de las plataformas) realizó un congreso en Barcelona con el lema: “En otra diección”. No se nos hizo caso y bien que se pagó, incluso electoralmente.
Para perder la confianza lo primero es tenerla. Pérez de los Cobos viene de un mal recuerdo en la resolución de la seguridad el famoso uno de octubre. Lo lógico en un esquema fuera del concepto de “fuerzas”, es que un profesional experto en movimiento de masas, como por ejemplo haber dirigido un partido de fútbol de alto riesgo (y hablando una miqueta catalán) hubiera dirigido ese día del recuerdo negativo. Yo creo que la cosa es fácil de entender, con un ejemplo. Si la lofoscopia (búsqueda de huellas digitales) es una ciencia empírica que se va transmitiendo de generación policial a generación policial a través de las hipótesis del doctor Oloriz, no es prudente mandar buscar adeltos y dextrodeltos a quien ha tenido otras habilidades.
En los juzgados solía haber unidades de policía judicial del Cuerpo Superior de Policía a disposición de los jueces, ahora parece que los jueces pueden utilizar la unidad que más consideren conveniente, no estoy seguro que esa sea el mejor modelo. Para investigar al delegado del Gobierno no es prudente que se haga con una unidad que dependa directamente de él. El pasado viernes me sorprendió una información periodística dando cuenta de los aspectos parciales del informe de la Guardia Civil que solicitaba su señoría. El informe contenía prácticamente muchos de los criterios que cada jueves el representante de Vox en la comisión de Sanidad del Congreso pone de manifiesto. No, no se parecía en nada a lo que escribió Daniel Bernabé. ¿Casualidad?
El ministro Marlasca sabe perfectamente, porque es juez, que no puede ni debe interferir en un informe. Lo más sagrado para él es la injerencia, pero si puede, lo mismo que la propia juez, pedir responsabilidades por la filtración de un informe que tiene como único objetivo desacreditar a Fernando Simón y al Ministro Illa... ¿Quién le ha facilitado el informe a la prensa? ¿Tiene que tener eso un reproche para los supuestos investigadores? Evidentemente, se puede mandar un informe a la juez, lo que ya no es de mucho “honor” es filtrarlo a la prensa con fines políticos.
Aprovecho estas líneas para solicitar a los que piden la retirada de medallas policiales que lean el informe CRITIC, titulado Els altres “Billy el niño”, y que trabajen para una nueva Ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, para que al menos sean capaces de eliminar eso de “Fuerzas”, que a mi juicio tiene sus connotaciones negativas, como he tratado de explicar.