"Fabricar un kilo de aceite cuesta más que venderlo": los motivos por los que Jaén se ha echado a las calles
Este jueves, miles de agricultores han pedido "un precio más justo" para asegurar el futuro del olivar.
A las calles para defender su identidad. Jaén, sus agricultores, han colapsado entre tractores y pancartas las principales carreteras locales para protestar por la situación que vive el olivar. Este jueves miles de productores han hecho valer su voz para pedir unos “precios justos” con los que evitar que el gran negocio de la tierra pueda desaparecer.
Las protestas han sido “tranquilas, nada comparado con lo ocurrido el miércoles en Badajoz”, explican desde dentro de la manifestación. “Apenas”, citan, “cortes de carreteras”, como en la A-4 en La Carolina o en otras vías interprovinciales y “unos pocos neumáticos quemados” que han servido de altavoz para sus proclamas.
¿Cuál es el problema de raíz? “Producir un kilo de aceite vale unos 2′30€ y el intermediario ahora mismo se lo está comprando a las almazaras a 1′80. Fabricarlo vale más que venderlo y las pérdidas son seguras”, explica Francisco Martínez, empresario y agricultor local. La solución, en un primer vistazo, parece sencilla, “que el precio de venta del productor al intermediario subiera a alrededor de los 2′60€; eso permitiría que hubiese un mínimo beneficio para el agricultor”, añade Juan Ruiz, ingeniero agrónomo y secretario de una cooperativa de la provincia.
La descompensación proviene “de la presencia de varios grandes grupos –cadenas de supermercados, empresas oleícolas que no producen aceite y que solo tienen marcas comerciales– que se ponen de acuerdo para fijar precios”, analiza Moreno. Y recurren a lo que él mismo denomina “trampas legales”:
“Existe esa ‘trampa legal’ con el aceite de oliva virgen extra (AOVE), el tipo de mayor calidad. El Gobierno autoriza a que se denomine así al producto con que tenga un 70% de dicha clase, aunque el resto sea otro tipo de aceite –por ejemplo, del llamado lampante, de menor calidad–. Esa mezcla a las grandes cadenas les sale muy rentable. Una pequeña cooperativa no se lo puede permitir, porque su mercado no es ese”.
Hay más. “Esas mismas corporaciones se permiten importar kilos y kilos de países como Marruecos, Túnez o Grecia que abaratan su mercancía final y les permiten ofrecer precios más bajos. Esto hunde el mercado de los pequeños y medianos productores”.
“Aquí Jaén peca de honrado, digamos, porque en las cooperativas pequeñas y medianas no se hacen esas prácticas ni nos las podemos permitir en nuestro mercado”, matiza Juan Ruiz.
Este es ingeniero agrónomo y secretario de la Cooperativa San Ginés y San Isidro de Sabiote (Jaén). Formado en el sector, plantea una posible solución. “Que se apruebe una ley que obligue a almacenar de forma privada una parte del aceite producido cada año. De esta manera se evitaría que el precio de venta se hunda al limitar algo la producción comercial. Europa ya ha comenzado a autorizarlo, pero lo ha hecho de forma voluntaria y no se ha acogido a la medida prácticamente nadie. Necesitamos que se obligue por ley”.
De momento, la medida no parece prosperar, lamenta. “Sí, porque los Gobiernos nacional y autonómico no se mojan y en cierto modo miran para otro lado”. Tampoco han ayudado en exceso las reuniones de las mesas sectoriales. “Y encima Europa nos mira con recelo. Todo esto hace que, al final, el agricultor se sienta solo”.
Poca protección al productor, al origen de la cadena, denuncian ambos. Ni siquiera la ayuda que llega desde Europa es la solución. “No, no lo es. Ayuda, pero no más”, aclara Ruiz. “Ese ‘extra’ supone unos 450 euros por hectárea y el gasto medio calculado por esa misma hectárea es de 1.800-2.000 euros. Si no hay un precio justo que rentabilice los gastos de producción, solo con una subvención no es suficiente”.
“Con este mercado un pequeño agricultor ‘empata’ con las ayudas que pueda recibir, pero a gran escala se producen pérdidas”, analiza Moreno, en calidad de empresario de Agro-Fertilizantes Martínez, en la misma localidad jaenera. “Si persiste la explotación agrícola es, en muchos casos, porque la aceituna no es tanto una actividad comercial sino una tradición familiar en la que no se plantea una visión mercantil. Si se viese como un negocio, sería deficitario”, amplía su ‘compañero’ de sector.
¿Y el futuro? ¿De verdad peligra el olivo en la tierra del olivo? “Mira, –insiste Ruiz–, es imposible saber qué pasará en 10 años. A día de hoy incluso los pagos van con retrasos; la campaña del año pasado aún no se ha liquidado porque no se ha vendido el aceite. Las cooperativas locales acordamos unos mínimos por debajo de los cuales no podíamos vender”.
“Veo otros modelos de negocio en el campo jiennense, cada vez noto más cultivo de pistacho y de almendra en la zona, pero en el fondo, Jaén es el olivar. Aquí la gente sabe de olivos y se tiende a invertir en lo que se conoce. Otro problema es que la poca industria que hay en la provincia se liga al olivar y si no hay rentabilidad el futuro pinta mal. Hasta la gente joven se está desentendiendo, cierra con preocupación Juan Ruiz.
Con su futuro, también su presente, en juego, Jaén ha dicho que no puede más. La tierra del olivo quiere seguir siendo lo que siempre ha sido.