ETA lo peta
El 2020 viene cargado de series que tratan sobre el terrorismo padecido en el País Vasco.
El 2020 viene cargado de series que tratan sobre el terrorismo padecido en el País Vasco. Parece que se avecina otro fenómeno que tomará el relevo o se sumara al boom literario en relación a este tema. A la serie dirigida recientemente por Jon Sistiaga, ETA: el final del silencio, se le sumará El desafío: ETA, de la mano de José Antonio Zarzalejos, que aspira a ser “la definitiva”, aunque estos calificativos son más promocionales que otra cosa. Habrá que estar atentos también al estreno de Patria, la serie televisiva que lleva a la pantalla el fenómenos editorial más importante de los últimos tiempos.
Con independencia de la adaptación a la pequeña pantalla, la aparición y el éxito de Patria, de Fernando Aramburu, ha sido de alguna forma lo mejor que nos podía pasar después de todo lo ocurrido. Nunca hubiéramos imaginado semejante bendición. Recuerdo que un amigo solía comentar, todavía cuando ETA mataba, que “costará creer que lo que nos esta tocando vivir es cierto”. Y en efecto es muy improbable que por mucho rigor histórico que se le ponga, por mucho oficio periodístico que se aporte, o incluso por mucho arte que se le eche, se consiga dar cuenta de la dimensión y profundidad de todo lo acontecido en las últimas décadas en el País Vasco. “Es casi imposible transmitir lo sórdido del asunto”, me recordaba un antiguo amenazado hace pocos días al comentar estos fenómenos televisivos.
Solía decir Luisa Etxenike, escritora comprometida y valiente, antes durante y después del naufragio vasco, que solo el arte -la creación artística- puede ayudarnos en esa trasmisión, en esa memoria, y lo que es más: en hacer de ella algo positivo y fértil para el futuro. No se pierdan su trilogía sobre la violencia terrorista en el País Vasco cuya ultima entrega, Aves del paraíso (Nocturna ediciones), explora los confines de la narrativa. Un in crescendo en tres tomos que viaja hasta el corazón de las tinieblas de forma cada vez más poética o, cuando menos, con las palabras cada vez más ajustadas y exactas.
Algo de esta apuesta por la creación es lo que han querido radiografiar los historiadores Santiago de Pablo, David Mota Zurdo y Virginia López de Maturana en Testigo de cargo, la historia de ETA y sus víctimas en televisión (ed. BETA); de hecho ellos mismos afirman que “en esta construcción de la memoria de ETA y sus víctimas, las artes y los medios de comunicación pueden jugar un papel clave”. Y de hecho lo juegan, ya sea en cine o televisión. Este libro académico y de estudio publicado en noviembre pasado es en realidad una suerte de mapa o de guía que todo espectador debiera tener a mano a la hora de visionar las series de TV sobre terrorismo en el País Vasco, las existentes y las que vendrán.
Testigo de cargo es un libro preciso y conciso en cuya introducción se ofrece un resumen o síntesis de la historia de horror y terror del País Vasco de los últimos 50 años. Un resumen que solo en sí mismo ya justifica todo el libro. Es lo que debería leer toda persona que empiece a interesarse por el tema desde el ángulo que sea. Es exacto, equilibrado, objetivo pero sin equidistancias y con toda la crudeza pese a aportar los distintos trasfondos históricos que ponen en perspectiva el horror vivido. Imprescindible para creadores. Se trata de un texto de esa “factoría” de historia que se ha creado en torno al Instituto Valentín de Foronda de la Universidad del País Vasco y el Centro Memorial de Victimas del Terrorismo. Este grupo de historiadores es, como Patria, otra de las bendiciones inesperadas que disfrutamos en la Euskadi aliviada de la era post ETA.
Es probable que esta efervescencia editorial, televisiva, literaria y cinematográfica sea pasajera o que, por el contrario, constituya el comienzo de un fenómeno que como ocurre con la Guerra Civil, no deje de alimentar el cine y la literatura durante décadas. La historia del terrorismo ofrece en efecto un terreno abonado para la ficción basada en hechos reales, con sus abundantes miserias pero también con las, más escasas pero también más brillantes, historias de heroicidades. Muchas de ellas individuales y todavía anónimas de aquellos que supieron resistir frente a la barbarie etarra. Historias de valentía y humanidad a prueba de bombas. Los que hemos tenido ocasión de ver “cosas que vosotros no creeríais, atacar naves en llamas más allá de Orión”, pero tambien arder autobuses más allá de Oyón… sabemos que son ciertas. Conviene contarlas y no olvidarlas.