El agotamiento laboral está dañando tu relación
Cuando el trabajo te deja continuamente agotado, reunir la energía para conectar con tu pareja se vuelve imposible.
Adrien trabajaba entre 12 y 14 horas diarias como ingeniero en un proyecto que también requería viajar mucho cuando sufrió agotamiento laboral en 2012.
Odiaba ir a trabajar y sentía que no tenía escapatoria. Estaba nervioso y era pesimista. Perdió el apetito. Estaba siempre cansado, incluso habiendo dormido bien. Aunque sus amigos, sus familiares y su novia de entonces le apoyaban, Adrien sentía que el estrés estaba pasando factura a sus relaciones personales.
“Mi novia era guía turística y tenía que madrugar para ir al trabajo. Una vez se despertó a las 3 de la mañana para hablar por teléfono conmigo y mantenerme despierto al volante hasta que llegara a casa”. Adrien, que no quiere utilizar su apellido por motivos de privacidad, explica: “Me sentía distante y ausente de la relación, lo que tensó las cosas entre nosotros. Teníamos muy poco tiempo para estar juntos”.
El testimonio de Adrien no es una excepción. Según una encuesta de 2018 de la firma Deloitte, el 77% de los profesionales estadounidenses afirman que su empleo actual les produce agotamiento laboral. De ese 77%, el 83% reconocieron que ese agotamiento laboral les estaba afectando negativamente en sus relaciones personales.
Se trata de una respuesta del cuerpo a un estrés excesivo y prolongado que se caracteriza por un gran cansancio, emociones negativas y menor productividad. Aunque a menudo se asocia con el exceso de trabajo, también puede ser porque la persona siente que no tiene un empleo a la altura de sus capacidades.
Claro que te gustaría sacudirte ese estrés y cansancio antes de atravesar la puerta de casa, pero no es tan sencillo.
“Nos gusta pensar que tenemos una vida profesional y una vida personal, pero la realidad es que somos una sola persona y no hay distinción entre ambas vidas”, sostiene la asesora personal Katharine Agostino.
Cuando el trabajo te deja continuamente agotado, reunir la energía para conectar con tu pareja, por mucho que antes lo disfrutaras, se vuelve imposible.
“Las relaciones requieren energía, y las personas con agotamiento laboral sufren fatiga física, psicológica y emocional”, asegura la terapeuta familiar y matrimonial Jennifer Chappell Marsh.
Un director ejecutivo al que asesora Agostino le contó que al final del día apenas le da para elegir qué serie ver en Netflix, así que “no quedan fuerzas para planificar nada para el día siguiente y mucho menos para entablar una conversación”.
Cuando pasas largas horas en la oficina o semanas viajando por motivos de trabajo, quieres aprovechar al máximo el tiempo que tengáis juntos en casa, pero las personas que sufren agotamiento laboral no suelen ser buena compañía, ya que se vuelven malhumorados, apáticos, irritables e incómodos.
“No tienen mucho que ofrecer en una relación”, advierte Chappell Marsh. “El estado emocional negativo combinado con la falta de energía crea una atmósfera en la que es más fácil que surjan conflictos difíciles de reparar”.
El sexo y otras formas de conexión física también se ven afectados.
“El agotamiento laboral provoca el aumento de cortisol, la hormona del estrés, que apaga la sexualidad”, señala Chappell Marsh.
Una vez que el agotamiento laboral ha penetrado en otras facetas de tu vida, quizás sientas cierta desesperación. Aunque no seas capaz de cambiar tu situación laboral de forma inmediata, sí que puedes aplicar pequeños pero poderosos ajustes a tu relación desde el primer momento.
1. No des por hecho que tu pareja sabe cómo te sientes.
Di lo que piensas en vez de esperar que la otra persona te lea la mente. Contar tus frustraciones tal vez alivie parte del estrés y ayude a tu pareja a entender por qué estás tan distante últimamente.
“Intenta entender cómo afrontas el estrés crónico y asegúrate de que se lo dices a tu pareja para que te pueda apoyar”, propone Chappell Marsh. “Las reacciones más comunes ante el agotamiento laboral son distanciarse y dejar de hablar o directamente pagarlo con el otro”.
Si necesitas estar a solas para desestresarte, no pasa nada siempre y cuando se lo hagas saber a tu pareja. Si eres más de desahogarte hablando, pídele a tu pareja que te escuche sin interrumpirte, propone Chappell Marsh.
2. Planifica citas que sean compatibles con tu situación actual.
Arreglarte, contratar a alguien para cuidar a tus hijos e ir a una fiesta nocturna tal vez sea demasiado si sufres agotamiento laboral. Si es tu caso y todavía no te apetece un plan así, busca algo más relajante que ambos disfrutéis.
“Cuando mi marido y yo estamos agotados, salimos a pasear por el barrio”, comenta Agostino. “Y cuando no estamos cansados... Bueno, con tres hijos, dos trabajos muy exigentes y un nuevo perrito, no recuerdo qué hicimos la última vez que tuvimos una cita, pero la tuvimos”.
3. Pregúntale a tu pareja qué necesita de ti y correspóndele.
Si sufres agotamiento laboral, es probable que no hayas sido una pareja especialmente atenta en los últimos tiempos. Para poner remedio al problema, Agostino recomienda que le preguntes a tu pareja: ”¿Hay algo que pueda hacer en el día a día que te ayudaría y mejoraría nuestra relación?”. Y hazlo todos los días de la semana.
“Eso fortalecerá vuestra conexión y revitalizará la relación porque tu pareja se sentirá escuchada”, asegura.
Algunos ejemplos extraídos de los clientes de Agostino son ir a pasear todas las noches después de cenar, saludar con un beso al entrar en casa y apartar el móvil durante la cena.
“Muchas veces hacemos lo que creemos que necesita nuestra pareja sin haberle preguntado y nos frustramos porque nuestros esfuerzos no surten el efecto deseado. Es mucho más eficaz preguntarle qué necesita, creer en lo que dice (aunque no sea lo que esperabas) y corresponderle”.
4. Concedeos una tregua de vez en cuando.
¿Sabes esos días en los que llegas hecho polvo y no tienes ganas de nada? Pues cuando sucede ocasionalmente, Agostino y su marido se dan una tregua. Básicamente, si uno de los dos está agotado, el otro le cubre haciendo sus tareas hasta que se recupere y no se lo echan en cara.
“Cuando llegué a casa la otra noche después de estar todo el día trabajando para una empresa emergente de San Francisco, utilicé el comodín de la tregua y dejé que mi hijo de 7 años me arropara a las 7 de la tarde. Me desperté a la mañana siguiente con las pilas cargadas y con la sensación de que a mi marido le importo”.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.