Estos poemas hablaban de sexo y seguro que no te habías dado cuenta
Hasta Góngora y Bécquer jugaban con metáforas para hablar sobre el acto sexual.
No solo el reguetón o la poesía moderna hablan de sexo. El acto sexual ha sido un referente desde el principio de los tiempos y su reflejo en la lírica no iba a ser menos. Todos sabemos que los poetas tenían sus musas. De lo que no nos habíamos dado cuenta es de que el amor no era tan virginal y tan puro como parecía en sus sonetos. Hay que leer entre líneas (o entre versos).
Desde Lorca a Neruda, pasando por Bécquer o Alexaindre, todos introdujeron con sutileza distintas referencias eróticas en sus poemas. Al pene, a la masturbación, al coito o a la vagina, los aparentes poemas románticos hablaban de eso.
Aquí te dejamos una pequeña selección de estos poemas sexuales en cubierto.
La espera, de Caballero Bonald
Este poema del escritor jerezano, publicado en 1951, dejaba entrever un pensamiento que no estaba bien visto en la época. En los cincuenta, cuando la minifalda no estaba ni inventada y el recato estaba a la orden del día, ¿a quién se le habría ocurrido en ese año que una mujer estuviese hecha al "deshabitado ocio de la carne"? A Nadie.
Lucía Martínez, de García Lorca
Con nombres y apellidos, el poeta granadino se dirige a la que se supone como su amada y a sus lugares "más recónditos". Eso sí, los azabaches y las magnolias queda mejor que enumerar uno por uno los atributos que la ropa no deja ver.
Mía, de Rubén Darío
Aunque no fue tan discreto, el autor de Azul también incluía algunas referencias sexuales en sus poemas, como pueden ser el "aroma que derramas" o "fundir dos bronces". Claros símiles del acto sexual y los flujos que ello conlleva.
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Rima X, de Gustavo Adolfo Bécquer
El sevillano escribía sutilmente en este poema una oda a la eyaculación y al éxtasis sexual. Si no, ¿qué átomos del aire van a "palpitar" e "inflamarse"? "El amor que pasa". Ya, claro.
Soñaba una doncella que dormía, de Fray Melchor de la Serna
Este poema del siglo XVI de gran carga erótica se refiere al acto sexual como un sueño aunque, en realidad, esa "doncella que dormía" no estaba satisfecha con el acto sexual y no se desvelaba por casualidad, si no que buscaba "durar un poco más".
Tormento del amor, de Vicente Alexaindre
Alexaindre no era tan explícito hablando de sexo o, más bien, del cuerpo de la mujer. El poeta hablaba en este poema de fronteras, de márgenes que claramente aludían al pubis y a las zonas circundantes del cuerpo de la mujer.
Poema 1: cuerpo de mujer, de Pablo Neruda
El poeta chileno acostumbraba a incluir versos subiditos de tono. Uno de los que puede que no te hayas dado cuenta son estos incluidos en su primer poema del libro 20 poemas y una canción desdesperada. Aunque se titula Cuerpo de mujer, decide ocultar todo lo explícito que conlleva la anatomía. Para ello, utiliza metáforas bélicas referentes al acto sexual como "una flecha en mi arco" o "una piedra en mi honda".
Decidme, dama graciosa, de Góngora
En este poema, Góngora utiliza numerosas metáforas (más o menos sutiles) en las que repasa todas los rincones eróticos de la anatomía masculina y femenina. Desde el "ojal estrecho" a algo tieso "con dos limones atados". No hace falta mucha imaginación para saber a qué se refiere.
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Rapándoselo, de Quevedo
Quién podría pensar que en pleno Siglo de Oro, Quevedo iba a hacer una auténtica oda a la masturbación femenina. La protagonista de este poema se mete el dedo "dentro de la cosa" después de una sesión de depilación. Más explícito imposible.
Señora del arco y las saetas, de Diego Hurtado de Mendoza
Los poemas eróticos de Hurtado de Mendoza son muy reconocidos. Buen ejemplo de ello es esta señora del arco y las saetas que es muy casta y nunca ha mantenido relaciones sexuales, por mucho que al poeta le pese. Según Hurtado de Mendoza, esta mujer hará "milagrones y asquecillos".