Las siete mejores actividades turísticas para hacer este verano
"Puede que sea algo típico, pero tengo claro que no lo olvidaré”.
La llegada del verano suele ser sinónimo de tomarse unas merecidas vacaciones y visitar nuevas ciudades.
El tráfico en la carretera y las multitudes son la peor parte de los viajes, así que es comprensible si prefieres evitar los lugares más concurridos y hacer algo diferente. Pero si te va lo clásico, siempre puedes reconsiderar alguna de las siguientes opciones turísticas la próxima vez que visites una ciudad. Te sorprenderá lo divertidas que pueden llegar a ser.
Vale que si recorres la ciudad en un bus de dos pisos estás diciendo a gritos: ”¡No soy de aquí!”, pero no lo descartes hasta que lo hayas probado. En mi primer viaje a Boston (EE UU), decidí darle una oportunidad por recomendación de una persona que vivía ahí y a día de hoy sigue siendo una de mis actividades favoritas.
“Son una forma rápida, placentera y cómoda de hacerte una idea general de una ciudad”, asegura Miguel A. Suro, que gestiona con su esposa el blog para ahorrar The Rich Miser. “También te ayuda a decidir qué zonas quieres visitar en profundidad después”.
Si el bus turístico te resulta muy aburrido o crees que perderías demasiado tiempo, considera la posibilidad de hacer un tour en barco.
Puedes optar por un tour elegante, como un viaje en góndola por Venecia, o por uno más informal en barco o coche anfibio por el río. “Esos coches anfibios grandes son antiguos vehículos de combate convertidos en atracciones turísticas, pero son una maravilla para descubrir una ciudad”, comenta Vanessa Valiente, creadora del blog de moda y viajes V-Style. “Boston, Londres y San Diego son solo unos pocos ejemplos de ciudades que tienen tours fantásticos”.
Otras experiencias únicas en Estados Unidos son los paseos en barco por los pantanos de Louisiana, los paseos fluviales por el río Mississippi o el recorrido frente a las casas de los famosos de Miami.
Una de las actividades turísticas más obvias en cualquier ciudad es visitar los museos locales. Aunque tengas un listado de lugares más emocionantes o inusuales, replantéate visitar un museo al menos. El arte, la historia o la tradición industrial de una ciudad son un tesoro en el que empaparte mientras visitas un museo a tu ritmo.
Entre los museos favoritos de Valiente están La Casa Azul (México), el museo Groeninge (Brujas), el Louvre (París) y el Museo Metropolitano de Arte (Nueva York).
Hacer senderismo es una actividad muy básica, sí, pero también una forma excelente de quemar parte de esos exóticos menús de vacaciones mientras disfrutas de la naturaleza durante unas cuantas horas.
Un modo genial de apreciar toda la historia y la oferta de una ciudad es caminar a través de sus parques nacionales. “Aprovechar los parques nacionales y los lugares de interés que hay abiertos al público o se están restaurando te permite disfrutar de sitios que de otro modo se perderían en el tiempo”, asegura Lauren Grech, profesora adjunta en la Universidad de Nueva York y directora general de la empresa de planificación de eventos LLG.
Si buscas algo más aventurero, Grech sugiere hacer senderismo a través de ruinas. “Hace poco organizamos una excursión así a través de las ruinas mayas de México, pero hay opciones por todo el mundo. Cuando te has hecho una idea de la historia y la cultura de un lugar, el resto de tu viaje mejora porque te familiarizas con costumbres, sabores o vistas que de otro modo te habrías perdido”.
Muchas ciudades tienen rascacielos icónicos que permiten estar a cientos de metros de altura. Hacer fila y pagar mucho dinero para pasar 20 minutos viendo la ciudad desde arriba no parece un plan ideal para pasar el día, pero las vistas merecen la pena.
“En Londres, mi esposa me convenció para montar en el ascensor de alta velocidad que lleva a la parte alta del Shard”, recuerda Trevor Kucheran. Esta pareja, que dirige el blog Travel Off Path, se enorgullece de evitar las multitudes y viajar por los lugares turísticos menos habituales. “Me quedé sin aliento al ver las vistas a 95 pisos de altura. Puede que sea algo típico, pero tengo claro que no lo olvidaré”.
Otros edificios que merece la pena visitar son el One World Trade Center de Nueva York (541 metros), la Aguja Espacial de Seattle (184 metros) y el U.S. Bank Tower de Los Ángeles (310 metros), que cuenta con un tobogán de cristal en sus pisos superiores.
Independientemente de tu religión (o de tu ateísmo), merece la pena visitar una catedral, mezquita o cualquier otro templo importante cuando viajes.
“Hay un motivo por el que Notre Dame, la Mezquita Azul de Estambul o la catedral de Colonia reciben a millones de turistas cada año. Es una forma de escapar del ajetreo de la ciudad y sumergirte en la historia”, sostiene Erika van’t Veld, mochilera a tiempo completo y bloguera de viajes en Erika’s Travelventures. “Aunque sigas rodeado de una multitud de turistas en estos lugares de culto, es inevitable sentir una paz y una seguridad dentro de esos muros retumbantes”.
En un viaje de trabajo a Nueva Orleans hace años, el director de mi empresa organizó una salida para ver un partido de baloncesto en el pabellón Smoothie King Center. No me van mucho los deportes y no me entusiasmaba mucho la idea, pero fui y me lo acabé pasando genial.
Lo que descubrí es que no hace falta que animes al equipo local ni que te gusten los deportes para disfrutar de un partido en casa. Los eventos deportivos son una forma estupenda de mezclarte con los habitantes de la ciudad, probar la comida rápida regional y tener un tema de conversación para hablar con los desconocidos del bar del hotel.
Además, algunos estadios son monumentos en sí mismos. Visitar el Wrigley Field (Chicago), el Notre Dame Stadium (Indiana) o el Rose Bowl (California) te permite sumergirte en la historia al tiempo que ves un partido.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.