¿Está en peligro la democracia por la pandemia del coronavirus?

¿Está en peligro la democracia por la pandemia del coronavirus?

Parlamentos semivacíos, estados de alarma, confinamiento, restricciones a la oposición y los medios, el papel de China, elecciones aplazadas...

CongresoEfe

A principios de diciembre del año pasado una veintena de personas relacionadas con un mercado mayorista en la lejana ciudad china de Wuhan empezaron a sentirse mal. Una neumonía de origen desconocido, eran los primeros casos de coronavirus. Cuatro meses después es una pandemia mundial, la situación más dura del planeta desde la II Guerra Mundial.

Casi el 40% de la población mundial está confinada, unos 2.900 millones de personas encerradas. Y con unas imágenes impactantes de calles vacías… y muchos parlamentos e instituciones. Con medidas nunca vistas hasta ahora, con los gobiernos declarando estados de alarma, con restricciones para periodistas, con un mercado de productos sanitarios enloquecido, con tensiones entre países, con cierres de fronteras, con una potencia China fortaleciéndose más, con elecciones aplazadas como en País Vasco, Galicia, con líderes hospitalizados como Boris Johnson…

¿Está en peligro la democracia por la pandemia del coronavirus?

El politólogo y profesor de la Universidad Carlos III Pablo Simón dice que hay que abordar esta cuestión primero señalando que “los sistemas autoritarios o dictatoriales no están siendo más eficientes en resolver la pandemia que las democracias. Hemos descubierto que la propia China nos ocultaba información, se vendían como el modelo, pero también hemos visto que Japón y Corea del Sur lo han podido gestionar bien”, incide.

“Por lo tanto la gestión de la propia pandemia tiene un doble componente: si tienes un Estado que responde o no y los que han aprendido por haber tenido una pandemia anterior”, añade, para apostillar: “Esa es la división entre este-oeste, entre Asia y Europa”. Mirando más allá: “La razón por la que se van a destruir Estados Unidos, Brasil y África es porque no tienen Estado, les va a pasar factura”.

“Poderes excepcionales en contextos de emergencia”

Un segundo aspecto, ahonda Simón, es que las democracias tienen mecanismos constitucionales previstos para superar emergencias, como es el artículo 116 de la Carta Magna española. “Son poderes excepcionales en contextos de emergencia que están tasados y que, en teoría, no suponen el salto a la arbitrariedad ni se hace que se suspenda el Estado de Derecho. Eso es lo fundamental”, argumenta.

En aquellos sitios en los que las instituciones democráticas son más “resilientes” los estados de alarma suponen una “merma menor en el funcionamiento democrático”, contextualiza el profesor de la Carlos III. Pero pone ejemplo de algunos atropellos que sí se están cometiendo: “En Hungría, Orban utiliza los poderes excepcionales para cerrar parlamentos, modificar leyes e introducir delitos en el Código Penal para encarcelar periodistas”. “Las democracias tienen mecanismos para solucionar estos problemas, pero cuanto más fuertes son las instituciones, menor es la tentación autoritaria de un líder”, analiza Simón.

  Orban en el Parlamento húngaroEfe

Sí es verdad que la democracia no estaba pensanda en su arquitectura para este tipo de situaciones, se enfrenta a la imposibilidad casi física de desarrollar sus trabajos. “Nuestro hardware es del siglo XIX -sostiene Simón-. Estamos viendo paradojas como que la excepcionalidad que había en el reglamento del Congreso de los Diputados del voto telemático para el parlamentario ausente hay que aplicarlo ahora a la inversa. La clave es cómo nuestras instituciones sean capaces de trabajar a distancia y tener un funcionamiento normal, sabiendo que en toda emergencia el poder tiende a concentrarse en el Ejecutivo”.

El poder tiende a concentrarse en el Ejecutivo, esto deja menos espacio a la oposición y a los medios

Añade al hilo que los gobiernos son los que toman las decisiones en cualquier institución, ya sea el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, al frente del ayuntamiento, un presidente autonómico o el Gobierno de España. “Todo se tienen a ejecutivizar. Esto deja en menos espacio a la oposición para controlar al Gobierno y menos a los medios para desarrollar su trabajo porque al final la agenda la controla el Gobierno. Eso es algo que necesita cierto reequilibrio y volver a un cauce normal, en el que las prácticas se puedan restablecer”, asevera el politólogo.

“Es algo que en el shock inicial lleva tiempo pero si se alarga, no hay excusa para no hacerlo. Esos contrafuertes democráticos tienen que estar activos. Me parece bien que el presidente, Pedro Sánchez, prorrogue cada quince días, podría no hacerlo y que fuera de un mes, pero es bueno que sea cada quince días y que haya plenos para debatir en el Congreso”, reflexiona.

  SanchezEfe

Pero hay prácticas que hay que tener en cuenta para cuando acabe el confinamiento más duro. “Esto va a llevar a que estén encima de la mesa algunas de las estrategias que se han tenido en cuenta en Asia como el big data y la geolocalización. Tenemos que tener cautela porque es un camino difícilmente reversible. Es muy complicado que la administración renuncie a los datos que va a conseguir, por ejemplo los pasaportes médicos”, vaticina Simón. Aunque lanza esta pregunta: “¿Por qué a la gente le indigna que lo tenga más el Gobierno que Google?”

“Más allá de eso, es un camino que probablemente nos vayan a empujar a recorrer y es muy difícil de remediar. Puede ser algo problemático potencialmente porque tener a todo el mundo geolocalizado con sus patrones sanitarios puede reducir el confinamiento y permitir controlar brotes, pero tiene otras derivadas”, dice este profesor. Es es escenario de Gran Hermano total.

  Wuhan (China)Efe

En España y Francia se han visto efectos muy materiales en la democracia como la paralización de las elecciones vascas y gallegas y la segunda ronda de las municipales galas. ¿Se acompasarán los tiempos de las urnas a los sanitarios?

Simón dice que cree que eso no es posible, que se ha forzado una ley para aplazar esas elecciones autonómicas en España con acuerdo de los partidos. Pero, entiende, que si eso se lleva al Constitucional, “te lo tumban”. Y cree que se ha producido esta situación por la pandemia pero que se volverá a la normalidad.

Una democracia entre ’fake news”

Unos días en los que la democracia también se enfrenta a otra amenaza en forma de desestabilización vía fake news y bulos. ¿Servirá esto para que haya algún tipo de regulación específica? “Es posible, peor me chirría, porque la regulación de las fake news es indistinguible de la censura, sobre qué es una fake new o una información que no conviene, es un camino peligroso. Los tiros en Hungría van por ahí”, responde Simón.

En estos días habrá que ver cómo cristalizan también esos sentimientos de comunidad que emergen desde los balcones. Una de las tendencias, añade Simon, que ya se apuntan en medios internacionales como el Financial Times es que habrá mayor presencia del Estado en la economía. Pero se está ante una tesitura: un nuevo sentimiento de proximidad como tras la II Guerra Mundial en el que los ricos acepten más impuestos y más igualdad o el rebotar del chovinismo nacionalista y el repliegue identitario.

Vamos a vivir una cierta desglobalización y un reequilibrio con el Estado Nación

“Lo que sí vamos a vivir en meses y años es una cierta desglobalización en este proceso de integración del mundo, de personas y de empresas, todo ese tinglado se ha caído con el coronavirus”, augura este politólogo, para añadir: “Un repliegue al consumo local, a la producción nacional. El turismo internacional va a caer y va a ser reemplazado en parte de manera muy pequeña por el turismo nacional. Volveremos a detectar que hace falta producción nacional de material sanitario, va a haber un cierto reequilibrio, esa comunidad Estado Nación”.

¿Una nueva democracia en España?

¿Y en España en concreto? ¿Estamos entrando en un nuevo concepto de democracia? “No temo por nuestra democracia, ni creo que vayamos a consolidar algunos cambios que se están dando, como las ruedas de prensa telemáticas. Pero sí es cierto que nuestra democracia ha puesto en marcha mecanismos constitucionales, que con esta amplitud y dimensión, no se habían dado, como es el estado de alarma con restricciones de movilidad, actividad laboral…”, contesta Verónica Fumanal, presidenta de la Asociación de Comunicación Política.

  Periodistas preguntando en la rueda de prensa de Illa y ÁbalosMoncloa

El actual estado de alarma supone un precedente que hasta ahora no se había visto. Siempre surge la duda de si las instituciones tendrán a partir de ahora la tendencia de aplicarlo. Según Fumanal: “La clave del asunto podríamos decir que es maquiavélico…. Es decir, la justificación, el fin. Todos los españoles somos conscientes que las medidas de confinamiento tienen un objetivo, salvar vidas. Sin embargo, es muy complicado que estas medidas se llevaran a cabo con el seguidismo que las estamos viviendo por un objetivo o un fin que no estuviera absolutamente justificado”.

“Es cierto que nuestros parlamentos tienen la actividad mermada, así como en muchos ayuntamientos. Podríamos decir que tenemos a los poderes ejecutivos a pleno rendimiento, mientras que los legislativos se dedican únicamente ratificar las medias de extrema urgencia adaptada por los Ejecutivos. Esto no es una merma democrática si es por un tiempo muy restrictivo, acorde con el primer impacto de la crisis sanitaria. De lo contrario, si se extendiera en el tiempo, si puede suponer una merma democrática. El Ejecutivo de este país, en democracia, nunca tuvo tantos poderes, y es más necesario que nunca que exista un mecanismo de check and balance que lo controle, y en una democracia, esos mecanismos son fundamentalmente la oposición y los medios de comunicación”, reflexiona Fumanal

El Gobierno de España en democracia nunca tuvo tantos problemas como hoy

A pesar de los días duros, ¿se están comprobando que la democracia funciona en España a pesar de las restricciones? Fumanal lo tiene claro: “Nuestras instituciones son fuertes y están demostrando que funcionan a pesar de las restricciones. La democracia como mecanismo de elección política, de momento está congelada, de hecho deberían haberse celebrado dos elecciones (vascas y gallegas) y no se celebraron por motivo de la crisis”.

Las instituciones son fuertes, pero también se están viviendo momentos de escepticismo, por ejemplo, respeto a la UE en un país tan europeísta como España. Para Fumanal, “el cisma norte-sur que se produjo en la crisis económica del 2008, se está reproduciendo”. “La UE necesita volver a legitimarse contra los discursos antieuropeistas que la atacan. Legitimarse hoy es convertirnos en un espacio de solidaridad entre países, donde nadie se pregunte si merece la pena ayudar o no a los países que lo necesitan… ¿o lo haríamos dentro de nuestras frontera? Antonio Costa, el primer ministro portugués habló de repugnante… Bueno, si un europeísta como Costa habla así del discurso de algunos países como Holanda, o hay un viraje o la UE podría perder su razón de ser”, analiza.

El umbral entre dictadura y democracia

En este contexto europeo también mira Víctor Lapuente, politólogo y catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Gotemburgo. “En el caso de Hungría y de semidictadores se está aprovechando la situación. Es distinto en las democracias liberales. En el primer caso, el coronavirus puede servir de catalizador y cruzar el umbral de la democracia a la dictadura. Pero en las democracias liberales es un deterioro más bien temporal, se recuperará después y puede haber otras ventajas”.

En ese sentido, recuerda que tras momentos más duros que el actual en algunos países se generaron sentimientos solidarios “interclases” y se favoreció luego la democracia. “Estarían esas dos puertas compitiendo, a priori soy incapaz de decir qué puerta es la dominante”, sostiene.

Esta crisis también supone “una ventana de oportunidad”, continúa Lapuente, para el debate sobre la sanidad pública y el Estado de Bienestar de las actuales democracias. Pero advierte al mismo tiempo que también es un “catalizador exacerbado de sentimientos”, es decir, la sensación de que estamos en el mismo barco o que se aceleran las “tendencias polarizantes de la sociedad española”.

  Rufián y Abascal, en una imagen de archivo en el CongresoEuropa Press News via Getty Images

En este punto, añade que esta crisis intente ser utilizada por los independentistas o por el frente “nacional populista”. Y cita que ya se ve crecer el disenso entre políticos y opinadores. Una reflexión en la que coincide Lapuente con Fumanal y Simón es que, además de en esta crisis, hay una tendencia en los últimos años de que los Ejecutivos han ido “copando más poder y los parlamentos perdiéndolo en las democracias”.

Es pronto, añade Lapuente, pero sí podrían salir dañadas también las relaciones internacionales. Además, sostiene que las administraciones que reaccionan más rápido son los gobiernos, por lo que podría salir de estos tiempos una “revalorización” del papel del Estado Nación tras años en los que este tipo de soberanía había ido perdiendo poder.

La democracia ante la pandemia del coronavirus. La gran prueba, como dice Lapuente, también llegará pronto: qué pasará con las elecciones de Estados Unidos fijadas para el 3 de noviembre