Por qué es importante que España se haga con la presidencia del Eurogrupo
La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, aspira a convertirse este jueves en la primera española en ocupar este cargo.
Apenas quedan unas horas. Este jueves, a las 15 horas, los ministros de Economía y Finanzas de la eurozona se reúnen por videoconferencia con un punto muy destacado en el orden del día: elegir el nuevo presidente del Eurogrupo tras la marcha del portugués Mário Centeno.
La española Nadia Calviño, vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, aspira a convertirse en la primera mujer en ocupar el cargo. El Gobierno ha redoblado los esfuerzos para lograr que así sea, pero ¿por qué es tan importante que España ocupe este puesto?
A pesar de tener un nombre muy conocido, el Eurogrupo no es una de las siete instituciones de la Unión Europea —como el Parlamento, el Consejo o la Comisión—, sino que es una reunión informal de los ministros de Finanzas de la eurozona. Ni siquiera están representados los 27 países del club comunitario, sino solo aquellos cuya moneda es el euro. Pero ha tomado muchas decisiones que han afectado a tu vida, aunque no lo sepas.
Ese carácter informal no le ha quitado valor en los últimos años. El Eurogrupo tuvo mucha importancia tras la crisis financiera iniciada en 2008 y la posterior crisis de la deuda. Su papel fue decisivo en las negociaciones sobre los rescates a algunos países de la UE como Grecia y España.
“El Eurogrupo fue siempre un grupo muy técnico para coordinar las políticas económicas. Se vuelve importantísimo durante la crisis del euro, especialmente entre los años 2010 y 2014. Todas las reglas de gobernanza económica y las negociaciones de los rescates se generaron en el nivel del Eurogrupo”, asegura Mercedes Guinea, profesora de relaciones internacionales de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Este órgano se reúne una vez al mes para debatir sobre cuestiones relacionadas con el euro. Su misión principal es asegurar una estrecha coordinación entre las políticas económicas de los diferentes países.
“Allí se deciden gran parte de las reglas del déficit público, del pacto de estabilidad y crecimiento. Ahora se va a negociar parte del fondo de reconstrucción y se van a tomar una serie de decisiones muy importantes para la zona euro y también para España”, señala Federico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano.
El presidente del Eurogrupo se encarga formalmente de trámites como preparar el orden del día de las reuniones mensuales, así como de presentar las conclusiones a las que se haya llegado. Sobre el papel, parece un puesto sin mucho brillo, pero no es así.
“Es un cargo muy relevante porque, a partir de él, se coordinan las políticas económicas. El Eurogrupo tiene mucho que decir si pasa algo económicamente fuerte, ya que es el foro natural para coordinarse entre todos los países que tienen el euro”, señala Salvador Llaudes, analista en asuntos europeos y profesor asociado en integración comunitaria en la IE University.
La influencia real va mucho más allá porque puede adoptar un papel de mediador y de buscador de consensos. Y es que a veces no resulta nada fácil poner de acuerdo a 19 ministros de Economía con visiones y culturas políticas totalmente diferentes.
“Tiene un papel de presidir las reuniones y coordinar los ejercicios. Pero cuando coordinas, siempre tienes la posibilidad de marcar tu impronta. Tienes la posibilidad de manejar los consensos. Siempre tienes una mayor influencia”, apunta Llaudes.
“Es importante colocar a primeras figuras en puestos así. Si es alguien del sur y de España tendrá una manera de ver las cosas que nos puede resultar interesante. Si no la tenemos, falta una visión española”, señala Steinberg.
Bien es cierto que durante los últimos años este órgano ha perdido gran parte del poder de influencia que tuvo tras la crisis financiera. Vuelve a estar más supeditado al Consejo Europeo —la reunión de los presidentes y primeros ministros—, que es quien toma realmente las decisiones. Pero el Eurogrupo sigue teniendo mucho que decir en materia económica.
“El peso del Eurogrupo ha caído muy significativamente desde que Reino Unido ha salido de la UE. Hoy en día no hay grandes discusiones porque se han trasladado al Ecofin. El Eurogrupo surge de manera espontánea para intentar huir del control británico, porque Reino Unido dificultaba la toma de decisiones”, afirma Guinea.
Existe un debate entre los expertos sobre si, tras la elección del nuevo presidente, el Eurogrupo va a tener una mayor influencia en la discusión sobre las medidas económicas que se adopten para hacer frente a las consecuencias de la pandemia o no.
“El Eurogrupo va a tener que debatir temas bastante importantes como el fondo de reconstrucción, la fiscalidad con la tasa a los servicios digitales o los paraísos fiscales que hay dentro de la UE”, señala Steinberg.
“Al principio la gran discusión del Plan Marshall y de la mutualización de deuda se hizo en el Eurogrupo. Ahí surgió el gran choque entre España y Portugal con Países Bajos y Alemania. La covid no es una crisis del euro como fue la de 2008, sino que es una crisis del mercado interior. El plan tiene que ser a nivel de la UE. El Eurogrupo no va a tener nada que decir en la recuperación, va a ser el Ecofin”, asegura Guinea.
España ya lo intentó
La elección de Calviño como presidenta del Eurogrupo supondría incrementar la presencia de españoles en cargos internacionales de relevancia. Algo que los Gobiernos españoles no siempre han sabido hacer bien.
Tras las salidas de Rodrigo Rato del FMI, de Ana Palacio del Banco Mundial, de Josep Borrell del Parlamento Europeo y de Javier Solana como alto representante de la UE entre los años 2007 y 2009, la cuota de españoles en organismos internacionales quedó muy reducida.
“Zapatero optó por una agenda internacional fuera de la UE, con el discurso de la Alianza de Civilizaciones. Pusimos mucho dinero en el PNUD, en Naciones Unidas, pero perdimos peso en las instituciones europeas. A partir del 2008 empieza la crisis y España estaba en una posición de debilidad. Rajoy no tenía un especial interés por los temas internacionales”, afirma Steinberg.
Esta situación de infrarrepresentación se ha intentado reparar en los últimos años. De hecho, no es la primera vez que España aspira a hacerse con la presidencia del Eurogrupo. El Gobierno de Mariano Rajoy ya presentó en 2015 la candidatura del entonces ministro de Economía, Luis de Guindos. Pero la aventura no salió bien, ya que el socialdemócrata holandés Jeroen Dijsselbloem revalidó el cargo, a pesar de que contaba con numerosos enemigos.
Dos años más tarde, el nombre de Guindos volvió a sonar como favorito en las quinielas comunitarias y contó con el apoyo de países como Alemania, pero finalmente no presentó la candidatura. En su lugar, Centeno se quedó con este cargo, mientras que el ministro español se hizo con la vicepresidencia del Banco Central Europeo.
Los fracasos anteriores no deberían ser relevantes ahora, ya que los expertos recuerdan que la situación de la economía española en 2020 no es la misma que la que tenía hace unos años. Ni tampoco la actitud de Sánchez en temas europeos se parece a la que tuvo Rajoy.
“Esta presidencia es algo que España ya buscó previamente, con la candidatura de Guindos. Aunque la posición de España respecto a la UE ha cambiado. Sánchez ha demostrado que tiene el tema comunitario en la cabeza, en su agenda, sabe que es importante, y, además, se siente cómodo en la arena comunitaria”, asegura Llaudes.
Ese cambio de actitud se ha podido ver especialmente durante la crisis del coronavirus cuando el presidente se ha involucrado muy activamente para que la UE ofreciera una respuesta coordinada. “España ha tenido un rol muy activo, muy propositivo y muy influyente. Se ha producido un cambio de paradigma”, explica Llaudes.
Esa influencia también se ha notado con una mayor presencia en cargos relevantes. El año pasado, España logró otros dos puestos destacados a nivel europeo: José Manuel Campa fue elegido presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, en sus siglas en inglés) y Josep Borrell se convirtió en el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.
“España poco a poco está volviendo a colocar a personalidades en cargos de primer nivel en Europa, desde Borrell hasta esta posibilidad. Un país como Italia, que es parecido, tiene al presidente del Parlamento Europeo y al comisario de Economía y antes tenía al alto representante [Mogherini] y al gobernador del BCE [Draghi]”, recuerda Steinberg.
Sánchez ha apostado por un perfil muy solvente como Calviño en un momento de incertidumbre económica tras la pandemia del coronavirus. España se juega mucho en las negociaciones del fondo de reconstrucción de la UE. Si se mantienen las cifras propuestas por la Comisión, el país podría acceder la nada desdeñable cifra de 140.000 millones de euros.
La complicada elección de Calviño
La vicepresidenta española parte como favorita en la batalla que se celebra este jueves, pero su elección no está garantizada. La socialista se enfrenta al conservador irlandés Paschal Donohoe y al liberal luxemburgués Pierre Gramegna. Solo puede haber un vencedor.
A diferencia de lo que ocurría en la serie de Juego de Tronos, esta guerra no se gana con dragones. Se necesita obtener el voto de una mayoría de los 19 países que conforman actualmente la eurozona. “Hay 19 votos y de lo que se trata es de conseguir 10″, resume Llaudes.
Alemania, Portugal e Italia ya han mostrado su apoyo públicamente a Calviño, pero todavía quedan muchos apoyos por conseguir. El ministro de Finanzas de Francia, Bruno Le Maire, también lo ha anunciado este jueves.
El ganador obtiene el puesto de presidente durante los próximos dos años y medio, con posibilidad de aspirar a la reelección. El mandato dura desde el 13 de julio hasta diciembre de 2022.
Calviño no tiene en ningún caso que dimitir como vicepresidenta del Gobierno de España si se hace con la victoria en esta épica batalla europea. Este cargo está especialmente reservado para el titular de la cartera de Economía de uno de los países de la eurozona. “No es que se la quieran quitar de en medio, ni mandar a ningún sitio”, señala Steinberg.
Existe mucha incertidumbre sobre cuál de los tres logrará hacerse finalmente con el ansiado trono de hierro, ya que hay especulaciones de todo tipo. Hasta ahora el sillón ha estado siempre ocupado por hombres: el luxemburgués Jean-Claude Juncker, entre 2005 y 2013; el holandés Jeroen Dijsselbloem, entre 2013 y 2018; y el portugués Mário Centeno, entre 2018 y 2020.
Nadie duda de que Calviño es la mejor preparada de los tres contrincantes para asumir el cargo. La vicepresidenta conoce perfectamente las instituciones europeas, ya que antes de ser ministra fue directora general de Presupuestos de la Comisión Europea entre 2014 y 2018.
“Calviño es un perfil idóneo. Nunca ha habido una mujer y tiene un rol en su Gobierno muy fuerte, de vicepresidenta. Además ha trabajado en Bruselas y conoce los mecanismos y las instituciones”, destaca Llaudes.
“Es una persona capaz de trazar consensos con los países que más nos interesan, como Alemania, y los que están más reacios a que haya un fondo europeo ambicioso, como los holandeses y los austriacos”, afirma Steinberg.
El problema es que no solo importa el curriculum vitae, sino que hay otra serie de factores a tener en cuenta de cara a la votación como la familia política, los intereses económicos de los países y la cultura política.
“Calviño tiene un perfil muy similar al de su antecesor: sur de Europa, país de la cohesión y socialdemócrata. Es posible que las otras familias, demócrata cristiana y liberal, digan que ahora toca cambiar. Posiblemente haya una coalición y los otros candidatos hagan una candidatura de consenso. El irlandés tiene muchos puntos”, apunta Guinea.
“Hay muchos elementos que se entrecruzan, por ejemplo, la familia política. Puede haber una tendencia de los Gobiernos a votar por los candidatos de sus familias políticas, pero tampoco tiene que ser 100% así. Grecia puede votar a favor de Calviño”, afirma Llaudes.
Además, el nombramiento de un español como Borrell como alto representante de Asuntos Exteriores, considerado como uno de los top jobs europeos, puede jugar ahora en contra de la elección de Calviño.
“España ha tenido sus premios en los últimos nombramientos políticos y esto va a ser un problema. Siempre suele haber una distribución geográfica de puestos y España ya tiene otros dos puestos: Borrell y Guindos”, afirma Guinea.